UPV-EHU
DONOSTIA

El humor como arma para enfrentar los conflictos

Josep Lluís Gómez Mompart ha participado en el curso ‘Medios de Comunicación, conflicto y convivencia: tiras que aflojan’ organizado por el equipo que ha desarrollado el proyecto ‘Tirabirak, tiras que aflojan’, un repaso a la historia reciente de Euskal Herria a través de las tiras cómicas publicadas en los periódicos del país. 

Imagen de presentación del proyecto ‘Tirabirak. Tiras que aflojan’
Imagen de presentación del proyecto ‘Tirabirak. Tiras que aflojan’

El humor no es sólo un modo de representar la realidad de forma cómica sino que, además, puede llegar a convertirse en una herramienta muy útil para sacar a la luz aquello que se esconde. En repetidas ocasiones, su potencial e influencia es tal que «el humor puede inducir a que tomemos iniciativas. Muchas veces, de forma más eficaz que cualquier eslogan o discurso político, cuya finalidad es que pases a la acción», ha dicho Josep Lluis Gómez Mompart, catedrático de Periodismo de le Universidad de Valencia, en el Curso de Verano de la UPV/EHU ‘Medios de Comunicación, conflicto y convivencia: tiras que aflojan’. Un curso organizado por el equipo que ha guiado el proyecto ‘Tirabirak. Tiras que aflojan’, un repaso a la historia reciente de este país a partir de las tiras cómicas publicadas en los rotativos vascos.

Según ha expresado el catedrático, ésta no es la única utilidad del humor ya que «puede contribuir tanto a desvelar los marcos de guerra, es decir, lo que encierran los conflictos, como a apuntar soluciones por vías pacíficas o de noviolencia» y, además, permite comprender claves de épocas pasadas.

El humor puede convertirse en un instrumento para denunciar los 3 tipos de violencia: la estructural, la directa o la cultural, ya que es un mecanismo para desvelar aspectos implícitos que el Poder no quiere sacar a la luz. «Las estéticas de la risa no son útiles para cualquier grupo, individuo o movimiento que aspire a tener el poder porque el humor tiene siempre un potencial de subversión». Lo que molesta a los poderosos del humor es «el hecho de que resulta mucho más sencillo explicar algo a través de una viñeta que de un discurso escrito, que necesita argumentos». En el caso de las viñetas, por ejemplo, a partir de unos pocos trazos se muestra lo verdaderamente relevante.

«El conflicto puede ser una palanca de transformación social» ya que la única manera de «mejorar la sociedad» es entrando en conflicto con las instituciones, estructuras o personas injustas. En este sentido, el humor aporta un abanico muy amplio de maneras de ver y entender la realidad; algo positivo ya que «muestra más de lo que vemos, es decir, enriquece la pluralidad». Por tanto, uno de los mayores retos para el ser humano sería «aprender a afrontar los conflictos de manera constructiva y no violenta sin perder el sentido del humor y la sonrisa».

Desde un punto de vista histórico, siempre han existido teóricos dedicados a analizar el humor: cómo se construye el discurso, qué elementos se utilizan, etc. En la antigüedad, ésta labor la desempeñaban los retóricos y filósofos como Aristóteles y, más adelante, en la Edad Media y Moderna, surgieron autores como Francois Rabelais, quien analizó el sentido del carnaval en la época.

Muy entrado el siglo XX, los psicólogos se centraron en el humor como objeto de estudio. Por aquel entonces Sigmund Freud, en su teoría sobre «el malestar de la cultura» ya se refería al humor como «un narcótico del impulso sexual que no podemos reprimir». La risa sería, pues, «una forma de no pensar en ello».

Hoy en día son muchas las disciplinas que se dedican a teorizar sobre el humor: la politología, la sociología, la comunicación o la ya mencionada psicología. Unos para entender la construcción del discurso, otros, para conocer qué relación guarda con la política pero, en definitiva, todos pretenden descifrar las claves que encierra el humor.

Todos estos estudios llevados a cabo por investigadores de diversas profesiones, han llegado a la conclusión de que existen 3 tipos de géneros humorísticos. Por un lado, la parodia, una manera de «ridiculizar a otra persona riéndose de ella». En segundo lugar la ironía, es decir, «reírse de uno mismo buscando la simpatía del otro» y, finalmente, la sátira o aquel humor que busca ridiculizar los comportamientos, actitudes o creencias humanas, «en especial las religiosas o intelectuales».

Sobre estos 3 se han tejido las 4 categorías contemporáneas de la expresión cómica: el humor benigno, el humor consolador, el humor ingenioso y la sátira. Dentro del primer grupo entrarían todo aquello que pretende distraer o generar placer pero «en absoluto atacar o censurar». El humor consolador es aquel que, partiendo de una situación trágica pretende resolverla mediante la incitación a «reír mediante lágrimas».

En tercer lugar, el humor ingenioso pretende tener una enorme carga cognoscitiva ya que sirve para desvelar incongruencias de la realidad que no se perciben desde actitudes serias y, finalmente, la sátira es entendida como el uso cómico con fines agresivos. «Ya no se trata de mostrar algo sino de atacar con todos los recursos para conseguir un fin que puede ser malicioso o elevado».

Para analizar esta temática, existen 12 cuestiones que deben ser respondidas para averiguar de qué tipo de humor se trata, su finalidad, etc. Las preguntas a responder son las siguientes: de qué tema trata, si el tratamiento es favorable o desfavorable, con relación a quién se efectúa la crítica, qué objetivos se revelan implícita o explícitamente, qué medios o acciones se usan para alcanzar los objetivos, qué características de las personas se revelan, quién inicia las acciones, en nombre de quién se hacen las afirmaciones, cuál es el lugar de origen de la comunicación, hacia quién va particularmente dirigida, cuál es la forma gramatical y sintáctica que emplea y cuánto rigor o valor de excitación de emociones tiene la comunicación.