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En Donetsk, las detonaciones han reemplazado a los cánticos de los aficionados

El ruido de los lanzagranadas y las detonaciones de morteros han reemplazado a los cánticos de los aficionados de fútbol e incluso el grito de júbilo que, hace siete meses, lanzó el francés Renaud Lavillenie al superar los 6,16 metros en el salto con pértiga en un palacio de los deportes que hoy se ve calcinado parcialmente.

Los jugadores del Shakhtar se ejercitan en San Mamés para preparar el encuentro contra el conjunto vasco. (Rafa RIVAS/AFP)
Los jugadores del Shakhtar se ejercitan en San Mamés para preparar el encuentro contra el conjunto vasco. (Rafa RIVAS/AFP)

En esta gran ciudad del este de Ucrania, los rebeldes prorrusos, que asedian el aeropuerto, y las tropas de Kiev, que todavía lo controlan, se enfrentan sin respiro, con fuego de artillería, violando regularmente el alto el fuego decretado el 5 de setiembre.

El equipo de fútbol local, el Shakhtar (Mineros), vigente campeón de Ucrania, ha desertado de su estadio ultramoderno, replegándose hacia Kiev, donde, muy lejos de su público, jugará frente al Athletic en partido de Champions.

El Donbass Arena, con capacidad para 50.000 espectadores y con forma de platillo volante, es propiedad del multimillonario Rinat Akhmetov. Con talkie-walkies en la mano y miradas nerviosas, un pequeño grupo de personas vela por su integridad. Por el momento se ha salvado del impacto de los obuses y solo se observan algunos cascotes y cristales rotos sobre el parking.

Aquí se disputó la semifinal Portugal-España de la Eurocopa de 2012.

Fornido, con nariz de boxeador, cicatriz en el labio y manos de gigante, Serguii (no facilita su nombre completo) es el jefe-adjunto del servicio de seguridad del estadio. «Todo está cerrado», confirma. «La situación nos impide hacer cualquier actividad. Pienso que ni siquiera podremos ver el encuentro con el Bilbao por la tele desde aquí; en Donetsk no recibimos la señal de las cadenas ucranianas; solo vemos las cadenas rusas y creo que no lo difundirán».

Mientras, una joven se cuela en la tienda para los fans, pero no abrirá sus puertas. Como tampoco lo hará el museo de honor del club, uno de los más prestigiosos y laureados del país. Los jugadores, cuyas fotos gigantes con su equipación naranja y negra decoran las fachadas del estadio, han instalado su campamento en un gran hotel de Kiev. Esta temporada jugarán los partidos del campeonato ucraniano en Lviv, en el otro extremo del país.

Michine Mikhail, ministro de Deportes de la autoproclamada República popular de Donetsk, señala con su cabeza hacia el estadio, uno de los más bellos de Europa, y comenta a AFP: «Sí, es triste ver este campo vacío y cómo los partidos se celebran en otros lugares».

En esta próspera e industriosa ciudad, antes del estallido de la guerra, el deporte era la segunda religión. La estatua de Sergei Bubka, héroe local y leyenda del salto con pértiga, permanece en su pedestal de granito frente al estadio “olímpico”: con los trazos tallados en un puro estilo soviético, una golondrina junto a la pantorrilla para mostrar que estaba volando por encima de las aves, contempla la ciudad en la que ahora se ve cómo asciende, cerca del aeropuerto, el humo de los incendios provocados por los bombardeos.

No muy lejos, en el palacio de deportes Drouzhba, el pasado 15 de febrero, Renaud Lavillenie batió, por un centímetro, el récord mundial de Bubka, que databa de 1993. Este complejo propiedad de otro conocido hombre de negocios y político, Borys Kolesnikov, también albergó las hazañas del club de hockey sobre hielo HC Donbass, uno de los diez mejores de Europa.

Saqueado y parcialmente quemado a finales de mayo por hombres armados, el imponente edificio está cerrado con candado. Los escombros se amontonan en una de las zonas de aparcamiento. En el interior, las pantallas de televisión han sido robadas, y la tienda solo contiene unos pocos estantes y perchas vacías.

«Por ahora, a fin de mantener el nivel de juego de nuestros jugadores, hemos permitido que se vayan a competir para otros clubes en otras ligas», explicó en el sitio web del club el entrenador Olexandr Godyniouk. «Nuestros planes no han cambiado: regresar a la liga continental (KHL) cuando la situación política y económica en Ucrania lo permita».