Ángel Ferrero
MOSCÚ

Borís Nemtsov, ¿provocación o «lobo solitario»?

Miles de rusos despidieron ayer al opositor Borís Nemtsov en unos actos fúnebres en los que tomaron parte dos viceprimeros ministros del Gobierno de Putin, que envió una corona de flores. Petro Poroshenko condecoró de forma póstuma a Nemtsov. No hay avances en la investigación, en la que se barajan varias hipótesis, incluido el conflicto ucraniano.

Borís Nemtsov fue enterrado ayer en un cementerio de Moscú tras un convulso fin de semana en la capital rusa. El viernes por la noche, Nemtsov, copresidente del partido liberal RPR-Parnas -el más importante de la oposición extraparlamentaria- fue tiroteado en el puente Bolshoy Moskvoretsy, cerca de la Plaza Roja, por un desconocido que se dio inmediatamente a la fuga en un automóvil. El político regresaba a su domicilio tras cenar en un restaurante del centro comercial GUM con su acompañante, la modelo ucraniana Anna Duritskaya, interrogada después por la Policía.

Nemtsov, ex viceprimer ministro en el Ejecutivo de Borís Yeltsin, a quien aspiraba a suceder, había participado en los últimos años en varios actos de la oposición como figura destacada, y era uno de los convocantes de una marcha «anticrisis y por la paz» para el domingo. También había mostrado repetidas veces su apoyo al Gobierno de Petró Poroshenko en Kiev.

«Con el debido respeto a la memoria de Borís Nemtsov, en términos políticos no suponía ninguna amenaza», declaró el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov. Las palabras de Peskov pueden resultar extrañas en este contexto, pero se ajustan bastante a la realidad. En contra de lo afirmado por la mayoría de medios españoles y occidentales, Nemtsov había perdido relevancia pública frente a otras figuras más jóvenes de la oposición, como el político populista Alexéi Navalni o la presentadora de televisión Ksenia Sobchak, quienes, a diferencia de Nemtsov, no participaron en los gobiernos neoliberales de los 90 y, en consecuencia, no dividen tanto a los potenciales partidarios del movimiento opositor.

«Me acuerdo, en 1993, tras el bombardeo del Parlamento, cómo Nemtsov pidió a Yeltsin que tomase las acciones más contundentes», expresó un usuario ruso de Twitter. «En política, Nemtsov estaba agotado. Como escribió Kipling en «El libro de la selva», `la vieja cobra se quedó sin veneno'», escribió en su blog el diputado comunista Valeri Rashkin. «Como político estaba muerto desde hacía 10 años. Con el asesinato de Nemtsov hay ahora un cadáver político del que se pueden sacar réditos», señaló Rashkin, quien considera, como el Kremlin, que este asesinato es una provocación.

Todo tipo de móviles, desde negocios turbios hasta problemas sentimentales, como insinuó el también opositor Eduard Limónov, líder del partido Otra Rusia, en la revista nacionalista «Zavtra», fueron barajados por los expertos que desfilaron por medios rusos y occidentales. Las versiones que cobran más peso, por ahora, son la provocación con fines de desestabilizar el país, sostenida tanto por el Gobierno como por la oposición parlamentaria, y la actuación de uno de los llamados grupos «anti Maidán» nacidos tras las protestas en Kiev del año pasado y que consideran a los políticos liberales como quintacolumnistas que buscan repetir en Rusia lo sucedido en Ucrania.

Desde medios liberales se afirma que el Kremlin no tiene ningún tipo de control sobre estos grupos -cuyo comportamiento se asemejaría al de los «lobos solitarios» islamistas o neonazis que actúan en Europa occidental-, aunque sí la responsabilidad moral respecto a los sucedido. Ciertamente, el Kremlin tiene a su disposición mecanismos represivos legales mucho más efectivos que la ejecución extrajudicial, y los ha aplicado en el pasado.

El asesinato de Nemtsov, cuyo peso político había menguado considerablemente, a un día de una marcha de la oposición y cerca del Kremlin, no beneficia en absoluto, como han señalado varios analistas, al Ejecutivo de Vladímir Putin, cuya popularidad había aumentado en las últimas semanas. La investigación oficial sigue en marcha, y las autoridades ofrecen hasta tres millones de rublos por cualquier información que ayude a escla- recer este caso.

El domingo, la manifestación en la capital fue cancelada -no en otras ciudades, donde la asistencia fue más bien escasa- y sustituida por una marcha en señal de duelo a la que acudieron decenas de miles de personas (entre 10.000 y 70.000, según las fuentes), encabezada por una pancarta con el retrato de Nemtsov y el lema «Los héroes no mueren». Nemtsov también fue homenajeado en la Plaza de la Independencia de Kiev, escenario de las protestas en 2014, donde se deposita- ron flores en su memoria y varias personas exhibieron la pancarta «Putin mató a mi amigo». Durante la marcha en Moscú fue arrestado Olexandr Goncharenko, diputado de la Rada Suprema ucraniana que había viajado hasta Moscú para participar en el acto. Según medios locales, las autoridades rusas querían interrogarle por los sucesos del 2 de mayo del año pasado de Odessa -ciudad por la que es diputado-, en los que 42 personas murieron en la Casa de los Sindicatos, incendiada por militantes de Pravy Sektor.

Por su parte, el Partido Comunista de la Federación Rusa decidió mantener su propia marcha anticrisis. Bajo el lema «Primavera roja», los comunistas denunciaron las políticas económicas del primer ministro, Dmitri Medvédev, y reclamaron la aprobación de un paquete de medidas políticas y económicas que incluyan la lucha anticorrupción, la introducción de impuestos progresivos y la nacionalización de los recursos naturales y sectores estratégicos de la economía.