Víctor ESQUIROL

De osos pardos, dorados y refugiados, así será el festival

La Berlinale Palast abrirá hoy sus puertas para recibir y presentar un programa cinematográfico mastodóntico, que tratará de refrendarse no solo en los números, sino también en los nombres y en la variedad de los temas tratados.

Preparativos para la Berlinale. (John MACDOUGALL/AFP)
Preparativos para la Berlinale. (John MACDOUGALL/AFP)

Una alfombra roja en una parada de metro cualquiera (¿la de Potsdamer Platz?), un vagón, unas puertas que se abren y... una lluvia de flashes que ilumina a un oso pardo de más de 300 kilos y quilates. La imagen no es fruto de los delirios de un periodista, sino de la identidad de un festival que una vez más echa mano de su ya tradicional grito de guerra: «Los osos han vuelto a la ciudad'».

Y con ellos, el cine. Durante los próximos diez días (once para los más enfermos) la capital de Alemania va a serlo también del séptimo arte. Y es que con el permiso de Sundance y Rotterdam, Berlín quiere pustularse de nuevo como el pistoletazo de salida de la temporada cinéfila.

Como esa cita que todo amante del celuloide (y de sus derivados digitales) sienta la necesidad imperiosa de no perderse. La imagen de marras no mentía, la Berlinale es ciertamente una bestia parda, las más de 400 películas (en más de 70 mega-pantallas) que se van a mostrar dan buena fe de ello. Pero ya se sabe, el tamaño no es lo más importante.

La cantidad no vale sin la calidad. En este sentido, Dieter Kosslick, director del certamen, tiene la difícil tarea de repetir el triunfo del año pasado: convertir la carrera por el Oso de Oro en la Competición más apetitosa (y sobre todo, gratificante) de entre todas las de los grandes festivales. Más que Cannes; muchísimo más que Venecia.

Así fue, y si así tiene que ser de nuevo, más vale contar con un puñado de nombres cuya sola mención ya haga salivar a la parroquia. Thomas Vinterberg, Mia Hansen-Løve, Jeff Nichols, Alex Gibney, Lav Diaz (con película de, atención, 8 horas) y Denis Côté lucharán para conquistar el favor de Meryl Streep, Clive Owen, y otros ilustres miembros del Jurado.

Los hermanos Coen, Delépine & Kervern, Spike Lee y Terence Davies presentarán sus nuevos trabajos fuera de concurso, pero siempre dentro de esta cita que efectivamente, es ineludible. Así, a falta de pocos días para la inauguración, ya no se podían comprar entradas para la Sección Oficial. Todo agotado.

Normal... Al menos, en Berlín, ciudad cosmopolita donde las haya, y que sabe que en la variedad está el gusto. Hay vida más allá del Oso. Hablamos, por supuesto, de la imprevisibilidad de la Sección Panorama, de la valentía de Forum y de la clásica apuesta por el cine LGBT, por las series de televisión más esperadas y por los temas de más rabiosa actualidad.

Quizás por aquello de ser fiel al compromiso socio-político, Kosslick ya ha prometido que en esta 66ª edición, los refugiados van a tener un papel fundamental. Agarrémonos fuerte. Al final, faltarán días.

El año pasado, la apertura corrió a cargo de Isabel Coixet y 'Nadie quiere la noche'; este, parece que “Nadie quiere España”. La nacionalidad de las películas nos da ya varias conclusiones a retener. Primera, la cinematografía francesa es omnipresente en todos los festivales de gama alta. Berlín, desde luego, no es la excepción. Segunda, entre Europa, Asia y Estados Unidos se reparten casi todo el pastel. Entonces, ¿quién pasa hambre? Para empezar, y esto aquí es un bombazo, a Latinoamerica.

En su 66ª edición, la Berlinale prescinde de uno de sus pilares más sólidos a lo largo de los últimos años. Ni una bandera argentina, brasileña o chilena entre los candidatos al Oso de Oro. En las secciones secundarias y en la lista de co-producciones, al menos, sí. El Estado español ni esto. El buscador interno de la Berlinale nos da 0 resultados cuando ponemos el filtro de dicho país. Nada. Silencio.