Iñaki VIGOR

Hace 50 años Osasuna jugó su último partido en Donibane y el primero en El Sadar

El 7 de mayo de 1967 Osasuna disputó su último partido en el histórico campo de Donibane, y cuatro meses después jugó su primer partido en El Sadar. Este estadio llegará pronto al medio siglo de existencia, mientras que el colectivo Indar Gorri cumplirá 30 años de su creación. Dos conmemoraciones que lamentablemente se van a ver empañadas por el descenso de Osasuna a Segunda División.

El Sadar, en una imagen de 2002, cumple medio siglo de historia. (Lander F. ARROYABE/ARGAZKI PRESS)
El Sadar, en una imagen de 2002, cumple medio siglo de historia. (Lander F. ARROYABE/ARGAZKI PRESS)

El Club Atlético Osasuna pagó 10 millones de pesetas por los terrenos donde se iba a construir el estadio de El Sadar, nombre que tomó del río que atraviesa Iruñea muy cerca de este campo. El principal equipo de fútbol de la ciudad había estado jugando en el campo de Donibane durante 46 años, concretamente desde mayo de 1921. El aforo de este estadio resultaba insuficiente para acoger a la cada vez más numerosa hinchada rojilla, y además no disponía de luz artificial, por lo que en abril de 1965 la Junta de Socios Compromisarios decidió venderlo y construir uno nuevo.

Las obras de El Sadar costaron 51 millones de pesetas, y se realizaron en menos de un año. Tenía un aforo de 25.000 espectadores, de los que 7.000 podían estar sentados. Para la inauguración, que tuvo lugar el 2 de setiembre de 1967, se organizó un torneo triangular entre Osasuna, Real Zaragoza y Vitoria de Setúbal, de Portugal. Estos dos equipos jugaron el primer partido, que comenzó a las ocho de la tarde y sirvió para inaugurar la luz artificial del nuevo estadio. Un día después jugó Osasuna contra el equipo portugués, al que ganó por 3-1.

El primer gol rojillo en El Sadar lo marcó Osaba, mientras que Jordana, otro de los míticos jugadores de aquella época, marcó el primer gol de Osasuna en Liga, que se disputó el 17 de setiembre de 1967 ante el Spórting de Gijón.

Poner y quitar vallas «por motivos de seguridad»
Dos décadas después de ser inaugurado, en la temporada 1977-78, se realizó en El Sadar el primer cambio importante, consistente en colocar vallas de separación entre el campo y la grada. Así lo había exigido la Federación Española de Fútbol a todos los clubes de Primera y Segunda división, «por motivos de seguridad». Esas mismas vallas «protectoras» tuvieron que ser retiradas en el año 2003, también «por motivos de seguridad».

El primer partido televisado en directo desde El Sadar no llegó hasta la temporada 1981-82, y finalizó con la victoria de Osasuna sobre el Barcelona por 3-2. A finales de esa misma década se construyó la tribuna de preferencia alta, que tuvo un coste de 561 millones de pesetas, es decir, diez veces más que lo que había costado construir todo el estadio 22 años antes.

Esa tribuna permitió ampliar el aforo hasta 30.000 espectadores, pero pocos años después quedó reducida a 20.000 porque la UEFA  obligó a que todas las localidades de los estadios fuesen de asiento, también «por motivos de seguridad».

En 1999 se instaló en El Sadar un moderno videomarcador y se fijó  allí la nueva sede social de Osasuna, que había estado ubicada hasta entonces en la Plaza del Castillo.

Cuatro años más tarde, en 2003, la grada del estadio fue modificada por completo. La parte baja del estadio se alzó casi dos metros respecto al terreno de juego y se habilitaron nuevas butacas para que los espectadores tuviesen mejor visibilidad y estuviesen  más cómodos.

Hasta 2005 El Sadar mantuvo el nombre con el que había nacido casi cuatro décadas antes, pero un año después pasó a denominarse oficialmente Estadio Reyno de Navarra. Esta era la marca elegida por el Gobierno para promocionar el turismo en Nafarroa, y Osasuna admitió el cambio de nombre a cambio de percibir 1,5 millones de euros durante tres años. A partir de 2012 volvió a denominarse El Sadar, nombre que no había dejado de utilizarse por los aficionados.



Más de cien peñas osasunistas
En el año 2003 también se inauguró en El Sadar un local para uso de la Federación de Peñas Osasunistas, cada vez más numerosas.   En la actualidad existen unas 120 peñas y asociaciones rojillas, la mayoría de ellas en Nafarroa, pero otras están diseminadas por diversos países.

El término «rojillo» y «gorri» es el que más aparece en los nombres de estas peñas. Dos de ellas son asociaciones  (Bortzirietako Gorriak y Tribuna Rojilla), algunas hacen referencia a la fauna silvestre, como Basurde Gorriak (Otsagabia), Hartza Gorriak, Iratxo Gorria (Iruñea) y Coyote Gorria, y las demás reflejan el lugar de procedencia, sentimientos o diversas características.  

Así, tenemos Añorgorri, Antsoaingo talde gorriak, Ausartak Gorriak, Baztango Gorriek, Bihotz Gorri, Haizegorri, Irrintzi Gorriak, Kategorria, Larregorri, Las Rojillas del Sadar, Los Trigueros Rojillos,  Avance Rojillo, Peña Osasunista Boliviana Mallkus Gorriak, Código Rojo, Sentimiento Rojillo, Errotxapeako Gorriak, Peña Osasunista Gorritxoak Sant Joanins, Peña Osasunista Ligezta Gorri de Mezkiritz, Los Rojillos, Marea Rojilla, Motxetes Rojos, Red Queen, Sakanako Gorritxoak, Siempre Rojos-Beti Gorri, Sukar Gorria, Txaragorri de Leitza, Swiss Gorria, Toki Gorria, Txato Gorria, Txirrinta Gorria, Valdorba Gorria, Vapor Rojillo, Peña Rojilla de Valtierra y Zamagorri.

Tampoco faltan los nombres de peñas alusivos a productos rojillos típicamente navarros, como Clarete, La Cereza de Milagro, Piquillo de Lodosa o Komando Patxaran.

Mención aparte merece Indar Gorri, un colectivo que no se puede considerar peña, ya que no está ni en la Federación de Peñas Osasunistas ni en el Registro de Peñas que la Liga de Fútbol Profesional obliga a confeccionar a cada club.

Este colectivo, sin duda el más conocido entre los aficionados al fútbol, colocó su primera pancarta en El Sadar el 13 de diciembre de 1987, en un partido de Osasuna contra el Sabadell. En los comienzos apenas eran 30-40 indargorris, pero con el paso de los años ha ido cogiendo fuerza y en la actualidad son unos 450, según sus propios datos. Indar Gorri cumplirá este año sus primeras tres décadas de existencia.