Ion SALGADO

Los rostros cambian, la lucha sigue

Garbiñe Aranburu, la nueva secretaria general de LAB, presentó ayer al Comité Nacional en el Palacio Europa de Gasteiz. Puso en valor el trabajo de su antecesora y defendió la movilización: «Ahora es tiempo de condicionar el debate político, porque no podemos aceptar un nuevo fraude».

El Palacio Europa acogió ayer la clausura del IX Congreso Nacional de LAB. Una cita en la que Ainhoa Etxaide cedió las riendas del sindicato a Garbiñe Aranburu, que aprovechó su primera intervención para dejar claro que, pese a que los rostros del Comité Nacional hayan cambiado, la lucha sigue marcando el camino. «Tenemos que multiplicar la activación de los trabajadores y trabajadoras en los centros de trabajo y en las calles. Estamos en ello y tenemos que seguir en ello», manifestó. Y apostó por la movilización para «limitar el poder de la patronal y hacer frente a la precarización de la vida».

«Para ello vamos a renovar al sindicato, con las decisiones tomadas en el Congreso vamos a recomponer el sujeto trabajador y situarnos en primera línea de la lucha contra la precariedad. Trabajadores y trabajadoras asalariadas, el y la joven que entra y sale del mercado laboral, la mujer que sufre la precariedad de modo diferenciado, el y la desempleada, la y el pensionista, trabajadoras domésticas, falsos autónomos, migrantes, becarios y becarias, quienes trabajan en centros especiales... todos y todas tiene que sentir que LAB es una herramienta para llevar adelante sus luchas», remarcó antes de advertir que la central aspira a ser un «un verdadero poder popular», con influencia en la vida política, «por supuesto». A este respecto, recordó que «hoy en día es la patronal la que influye, es la patronal quien marca en beneficio de qué y de quién tienen que estar las competencias que tenemos. ¡Y que natural es eso para el PNV!».

Esta no fue la única alusión a la formación jeltzale, a la que acusó de «dar por buena la relación de subordinación con el Estado porque comparten proyecto con el PP y la patronal». «El PNV reivindica estabilidad y bilateralidad. ¿Estabilidad para quién, para un gobierno corrupto que niega la capacidad de decisión de los pueblos? ¿Y bilateralidad con quién? ¿Acaso no ha dejado claro el proceso de Catalunya que no hay espacio para la bilateralidad?», cuestionó.

A su juicio, es necesario un Estado propio para que Euskal Herria «tenga toda la capacidad para decidir los temas económicos y sociales». No en vano, «la falta de capacidad de decidir en temas económicos y sociales trae consigo el deterioro de salarios y condiciones laborales». Y alertó de que, «al déficit estructural que hemos tenido desde un principio, hay que sumarle las consecuencias de las reformas de la negociación colectiva. Están llevando la capacidad de decisión de los y las trabajadoras de Euskal Herria a Madrid, y el Gobierno vasco les apoya».

Nuevas alianzas

Ante esa situación, Aranburu abogó por crear alianzas a la izquierda, entre agentes sindicales, sociales y políticos para poner en marcha un proceso soberanista que prime el eje social. «Estamos dando pasos para construir nuevas alianzas, y para LAB tiene especial importancia la alianza a realizar con ELA y la mayoría sindical vasca. Porque nos sitúa en una correlación mucho mejor en la lucha que tenemos con la patronal para dotar de contenido social al proceso que necesita este pueblo. Porque tenemos que ser agentes activos para que las y los trabajadores se sumen a este proceso», señaló, e incidió en que «ahora es el tiempo de condicionar el debate político, porque las trabajadoras no podemos aceptar un nuevo fraude».

Como indicó Aranburu, pese a sus diferencias, en esas alianzas ELA jugará un fundamental. «En lugar de enrocarnos en estrategias propias es el momento de ser valientes, es el momento de arriesgar, porque las y los trabajadores lo necesitamos, porque el pueblo lo necesita. Y LAB pondrá todo su empeño en ello. [...] Porque la lucha siempre merece la pena, porque luchar siempre da sus resultados. ¡Y tenemos todo por ganar!», concluyó.

Su discurso estuvo precedido por la despedida de Etxaide y la intervención del secretario general de ELA, Adolfo Muñoz, que, al igual que la líder de LAB, apostó por seguir impulsando el trabajo en común de las dos centrales, que suman el 53,81% de los delegados sindicales elegidos en Hego Euskal Herria durante el pasado curso. «Tenemos que desplegar toda la potencialidad del trabajo en común de ELA y LAB para poder condicionar el espacio laboral, social y político de nuestro país, y somos conscientes de que tenemos que superar los desencuentros en materia de negociación colectiva», destacó.

Muñoz también afirmó que «el neoliberalismo y el soberanismo son incompatibles» y criticó la política de recortes que lleva adelante el Gobierno de Lakua. En su opinión, PNV, PP y PSE comparten las reformas estructurales y «se necesitan aquí y en Madrid». Además, alertó de que los tres partidos podrían unirse para acordar una nueva reforma fiscal y cambios en la RGI. Modificaciones que, a buen seguro, no buscarán un aumento de los ingresos para poder incrementar el gasto social. Por ello, defendió la unión de la «izquierda política»: «Los enemigos comparten objetivos y nosotros también lo debemos hacer».

Sortu es uno de los agentes que debería jugar un papel importante en la unión de esa «izquierda política». Así se desprende de las palabras pronunciadas por la coordinadora de la formación abertzale en Nafarroa, Miren Zabaleta, quien señaló que el socialismo es una «alternativa que se construye día a día, de abajo arriba, cambiando las condiciones de vida de las personas y poniendo la economía al servicio de las personas. Y vosotros y vosotras –en alusión al sindicato LAB– sois el pilar de esta alternativa».

Un pilar reforzado en este congreso, que ha servido para fijar los objetivos de cara a futuro –recogidos en las ponencias político-sindical y organizativa– y hacer un balance positivo de los últimos años, en los que LAB se ha convertido en el segundo sindicato de la CAV y ha aumentado su presencia en Nafarroa y en Ipar Euskal Herria. Tal como indicó Etxaide el jueves, la central cuenta con más de 40.500 afiliados, gracias a los que logra una autofinanciación del 90%, lo que le ha permitido no pedir ningún préstamo bancario en cinco años. «Tenemos las manos libres».