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Donostia

Mantienen las peticiones para el hombre acusado de matar a su hijo en Donostia

El fiscal y la acusación particular han elevado a definitivas las penas de 18 y 20 años de cárcel por «asesinato» que solicitaban para el padre del niño de 13 años que apareció muerto en 2011 en una vivienda del barrio donostiarra del Antiguo, mientras que la defensa ha vuelto a pedir su absolución.

Una sesión del juicio que se está celebrando en Donostia. (Gorka RUBIO / ARGAZKI PRESS)
Una sesión del juicio que se está celebrando en Donostia. (Gorka RUBIO / ARGAZKI PRESS)

Tras casi tres semanas de juicio, las partes presentarán este viernes sus informes ante el tribunal del jurado, que deberá dirimir si el adolescente, Julen S.L., murió al clavarse un cuchillo en el pecho accidentalmente, al hacerlo voluntariamente o si fue su padre el autor del crimen, que habría cometido para hacer daño a su esposa, de la que se estaba divorciando.

Tanto las acusaciones como el abogado defensor han introducido pequeñas modificaciones en el relato de los hechos, ocurridos el 1 de diciembre de 2011 en un piso alquilado en el que había vivido el matrimonio y que iban a abandonar como consecuencia de la separación.

Según el fiscal, Jorge Bermúdez, y el letrado de la acusación particular, Iñigo Iruin, el padre mató a su hijo y luego huyó de la vivienda. El abogado de la defensa, Miguel Castells, sostiene que el procesado descubrió a su hijo con el cuchillo clavado y el estado de shock en el que entró es lo que le llevó a huir el piso y deambular por el monte Igeldo durante siete días hasta que se entregó.

Antes de desaparecer, el hombre se causó varios cortes –según él, al comprobar que Julen había fallecido–, algo que había hecho ya unas semanas antes del suceso delante de Julen y de la más pequeña de sus cuatro hijos, lo que derivó en una denuncia de su mujer por coacciones vinculadas al maltrato psicológico de violencia de género y a una posterior sentencia condenatoria.

Psicólogos y psiquiatras

En la sesión de hoy han declarado dos peritos forenses que le examinaron como consecuencia de esa denuncia, aunque ya tras la muerte de Julen, quienes observaron en el acusado un «perfil compatible» con las actitudes de violencia de tipo psicológico que había descrito su mujer. Han señalado que, según el test de personalidad que le practicaron, tenía un «bajo control interno de la ira» y hacía una «instrumentalización» de sus hijos en el conflicto de la pareja.

Han indicado que las lesiones que se autoinfligió, más que «intentos reales de quitarse la vida», eran para «llamar la atención» y poder recuperar la relación con su mujer, ya que no acababa de aceptar la ruptura.

Esa preocupación por la separación matrimonial «movía toda su conducta» y era mayor a la tristeza expresada por la muerte de su hijo, han señalado los forenses, que han añadido que su personalidad tiende a evitar el enfrentamiento con los problemas y que él mismo dijo que había reaccionado a la muerte de su hijo mediante la «negación».

Otros dos peritos, esta vez propuestos por la defensa –una psiquiatra que lo examinó en 2014 y una psicóloga que lo ha hecho este mismo año–, han coincidido con los anteriores en apreciar que el procesado no padece ningún tipo de trastorno psicopatológico y que tiene una personalidad que le lleva a «minimizar» los conflictos y a «evitarlos».

«Ese es el problema, el rasgo evitativo. El minimizar lo que le pasa, el obviar la muerte de su hijo es lo que le hace vulnerable ante el estrés», ha dicho la psiquiatra, quien ha asegurado que no acepta realizar informes periciales si no «cree» en el caso y que hasta ahora nunca se había encontrado en su carrera con «un imputado que no tuviera interés en defenderse».

En su opinión, «no hay dificultad para entender» que el comportamiento «errático» del padre es fruto del «shock» que sufrió tras ver a su hijo muerto.