Alberto Pradilla
Alberto Pradilla

La resurrección del «turnismo»

Si no queríamos turnismo, Mariano Rajoy y Pedro Sánchez nos han regalado tres tazas y un aviso: «esto es lo que os espera». El debate protagonizado por los líderes de PP y PSOE ha simbolizado qué es lo que nos encontraremos en caso de que se cumpla la profecía y unas terceras elecciones nos lleven de vuelta al cadáver del bipartidismo. No estaba muerto, tampoco de gaupasa, lo tenemos aquí en todo su esplendor. Y todavía puede ser peor. Unos nuevos comicios incidirían en el hastío y podrían provocar una mayor caída de Unidos Podemos y Ciudadanos bajo la lógica de que «esto es un desastre, mejor volver a malo conocido». Si eso ocurriese, los dos representantes de los partidos que han gestionado el Estado durante los últimos 40 años podrán sentirse satisfechos: habrán logrado mantener vivo el cadáver del régimen de 1978. Otra cosa es que ellos mantengan el puesto.

Rajoy y Sánchez no llegan a emular, aunque sea en versión «zombie», a Antonio Cánovas del Castillo y Mateo Sagasta. Su discurso es infantilizador, atrincherado en frases hechas, reducido  a una sucesión de eslóganes más o menos ingeniosos. Por eso, más que una versión algo tosca de los protagonistas del turnismo, a lo máximo que llegan los líderes de PP y PSOE es a una caricatura en carne y hueso de Rasca y Pica, el gato y el ratón que se matan mutuamente en «Los Simpson». Sin propuestas que rebatir, resultaba muy difícil argumentar a Rajoy. Sin una alternativa que ofrecer, parece mentira que alguien se suba a la tribuna con la soberbia de Sánchez. Nada de su discusión tiene sentido y, sin embargo, ambos podrían ser los más beneficiados en caso de que el bloqueo fuerce a una nueva cita con las urnas. 

Rajoy y Sánchez han recordado a una sesión de control de hace años, cuando ni Pablo Iglesias ni Albert Rivera ocupaban sus escaños. Para la posteridad quedará, en todo caso, alguna de las genialidades retóricas del presidente en funciones, que ha abandonado el traje de Morfeo con el que nos durmió ayer a todos y ha sacado a pasear su ironía. Del resto, nada de nada. Solo la imagen de dos púgiles que han demostrado ser también unos supervivientes y que, en su enfrentamiento, lo que buscan es perpetuar el sistema. Porque eso sí que lo comparten.

Pedro Sánchez se ha presentado con un único objetivo: no ofrecer ninguna alternativa al «no». Nuevamente, el líder del PSOE intenta cuadrar el círculo: ni gobierno del PP, ni Ejecutivo alternativo ni terceras elecciones. Soplar y sorber, cual don erre que erre. Rajoy no ha estado mejor. No le interesa debatir, porque ha declarado la guerra a la política y confía en el hastío como fórmula para ganar por agotamiento.

La gran paradoja de hoy es que los que han protagonizado el debate más pobre y anclado en el pasado del bipartidismo puedan ser los grandes beneficiados, impulsados por la resurrección del turnismo. Parafraseando a Leónidas pero en versión parlamentaria: «¡Esto es España!»

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