XANDRA ROMERO
SALUD

Durante el cáncer

Las personas con cáncer a menudo necesitan seguir una dieta diferente de lo que habitualmente se piensa que es saludable. Si en otros contextos nos referimos a una dieta saludable como aquella rica en frutas y verduras, abundantes legumbres y cereales integrales, adecuada ingesta de pescados, huevos y cantidades moderadas de carne y productos lácteos, las personas que padecen cáncer necesitan comer para mantener la energía y para sobrellevar los efectos secundarios del tratamiento. Y el problema en estos casos es que, cuando se está haciendo frente al cáncer y al tratamiento, comer lo suficiente puede ser un verdadero reto.

Podríamos decir de forma genérica que las personas con cáncer necesitan añadir más proteínas y calorías (de calidad) a su dieta. Por ejemplo se recomienda comer más queso, leche y huevos, añadir salsas y caldos a las comidas sobre todo si tienen problemas para masticar y tragar los alimentos. Además y aunque suene extraño, es importante controlar y no consumir demasiada fibra, siendo esta una recomendación concreta según el tipo de cáncer.

No es un secreto que los tratamientos del cáncer (como la cirugía, la radioterapia y la quimioterapia) dentro de su propósito de destruir las células cancerosas también pueden dañar células sanas originando efectos secundarios como falta de apetito, cambios en el sabor o en el olor de la comida, estreñimiento, diarrea, boca seca, intolerancia a los alimentos con lactosa, náuseas, irritación de boca, irritación de garganta y dificultad para pasar alimentos, vómitos y aumento o reducción de peso.

Por eso, es importante que antes de comenzar cualquiera de estos tratamientos, la persona que va a recibirlos pueda empezar a comer de forma adecuada para mantenerse fuerte durante el tratamiento así como reducir el riesgo de infecciones.

Si disminuye el apetito, es vital que la persona coma cuando tenga más apetito; es decir, si sobre todo es capaz de comer a las mañanas, es importante que la ingesta mayoritaria se produzca en ese momento.

Comer lo que mejor le siente es otra opción. Aunque tan solo sean una o dos cosas, es mejor comerlas hasta que se pueda comer más. También se pueden beber sustitutos líquidos de alimentos para obtener más calorías y proteínas, aunque en este y otros puntos es preciso consultar con un nutricionista especializado en oncología.

En los días en los que la falta de apetito impida comer, es importante no olvidarse de beber de forma suficiente.

Por otro lado y dado que durante el tratamiento del cáncer es más fácil sufrir algún tipo de infección, incluyendo las que se transmiten por la comida y las bebidas, es necesario tener especial cuidado en la selección, preparación y manejo de los alimentos. Por lo que es necesario mantener la temperatura adecuada en las comidas.

Es preciso lavar todas las frutas y verduras crudas antes de comerlas y evitar aquellos alimentos que no se puedan lavar bien. Se deben lavar las cáscaras y superficies duras de frutas y verduras (por ejemplo, la cáscara del melón antes de cortarlo), también hay que cocinar por completo la comida (carnes y huevos) y, asimismo, se recomienda no comer pescado ni mariscos crudos y asegurarse de que los productos lácteos y miel sean pasteurizados y de no comer alimentos con moho como algunos quesos tipo azul o roquefort.

Aunque estos consejos abarcan muchas de las complicaciones derivadas del propio cáncer y su tratamiento, es importante recordar que son recomendaciones generales y que es necesario consultar con el médico y un nutricionista especializado en oncología para abordar las distintas dificultades que surjan derivadas de cada tipo de cáncer, tipo de tratamiento y paciente en particular.