TERESA MOLERES
SORBURUA

Nuevos tiempos para el azúcar de remolacha

A partir del pasado octubre, la Unión Europea ha decidido eliminar los límites de producción del azúcar de remolacha, por lo que también desaparecerán los precios mínimos garantizados y la limitación de importación. Como consecuencia, cabe esperar que baje la demanda de azúcar de caña de los países caribeños y se reintroduzca el cultivo de remolacha azucarera en la comunidad europea.

Actualmente, en Euskal Herria el cultivo de remolacha es de 2.240 hectáreas en Araba y 118 hectáreas en Nafarroa. La producción se moltura en la azucarera de Miranda, después del cierre de la Azucarera de Tudela en 1985 y la de Gasteiz hace 25 años.

La Azucarera de Tudela comenzó su producción por la extensión de cultivos de remolacha que existía en la ribera del Ebro. Para alimentar la azucarera se sustituyeron los cultivos de vid y alfalfa por los de remolacha. Llegó a tener 315 personas en plantilla, además de los eventuales en las campañas de recogida. A finales de los 60, se trituraban 70.000 toneladas anuales, se destilaba 20.000 litros de alcohol al día y, además, la pulpa restante se utilizaba como excelente alimento para el ganado vacuno productor de leche.

El cierre se debió a que la maquinaria quedó obsoleta y a que el cultivo de remolacha se desvió hacia el Duero, dejando la ribera navarra para el cultivo de cereales de menor coste de producción. Actualmente, de la azucarera queda una locomotora que se expone en el parque de Otoño de Tutera.

A la vista de la nueva normativa, en Bretaña (Estado francés) han comenzado a cultivar remolacha azucarera Bio y creen que podrán comenzar a producirla en el año 2.020. Se han unido pequeños productores, con experiencia en cultivos Bio de cereales y de trigo sarraceno con el que elaboran sus auténticos crepes, para relanzar esta producción abandonada hace años. La cámara de agricultura de Bretaña patrocina estos proyectos agrobiológicos. Según sus cálculos, la futura azucarera produciría 15.000 toneladas de azúcar por año.

Los agricultores bretones saben que su suelo y clima son fundamentales para la agricultura Bio, aunque deben enfrentarse a la disminución de la mano de obra, ahora tres veces menor que hace cuarenta años, además de la dificultad técnica del cultivo de remolacha azucarera sobre todo en lo que se refiere a erradicar las malas hierbas.