Jose Angel ORIA
TODAS LAS CENTRALES NUCLEARES DEL PAÍS ESTÁN PARADAS

LOS JUECES DAN UN REGALO Y VARIOS PALOS A SHINZO ABE

El archipiélago japonés es escenario de la más importante pugna entre la industria nuclear y un pueblo. Todos los reactores nucleares del país siguen parados, pese a las presiones del Gobierno conservador de Shinzo Abe y de las compañías eléctricas.

En términos deportivos, el resultado del partido que enfrenta al pueblo japonés con sus gobernantes y la industria nuclear es en este momento de 44-0. Gran victoria popular, pese a que los últimos resultados electorales, con victoria del muy pronuclear Shinzo Abe, pudieran llevar a pensar que los japoneses han decidido ya poner fin al apagón nuclear. Sin embargo, las maniobras para convencer a la población de que no tiene por qué temer a la energía atómica no terminan de funcionar en un país que sabe como nadie, porque lo ha sufrido tres veces (Hiroshima, Nagasaki y Fukushima), qué es una catástrofe nuclear.

Si nada ni nadie lo impide, el próximo mes de julio podría cambiar el marcador. Un tribunal japonés desestimó el 22 de abril una demanda para evitar la reactivación de dos reactores de la central de Sendai, lo que allana el camino para que retomen la actividad en julio. La demanda fue presentada por vecinos de la región donde está situada la planta, en la isla de Kyushu, la segunda más poblada de Japón, y supone un reflejo de la fuerte oposición popular a la reactivación de las centrales. El juez ha decidido esta vez denegar la petición de los vecinos y dar una alegría a quienes solo quieren ver la posibilidad de negocio. Resultado provisional: 42-2.

El escritor japonés Haruki Murakami consideró el pasado lunes «inmoral» que Japón reactive sus centrales nucleares mientras haya problemas que puedan causar una crisis como la de Fukushima. El autor de “Tokio Blues (Norwegian Wood)” apuntó ya en 2011 que el relativo a la energía nuclear es «un problema que no se puede resolver por los méritos de la eficiencia económica».

El juez da la razón a los vecinos

La decisión judicial relativa a Sendai fue divulgada después de que otro tribunal que tramitó una demanda similar emitiera la semana anterior una orden que impide reanudar por motivos de seguridad la central de Takahama, en Fukui (oeste), pese a que superó los nuevos estándares de seguridad impuestos por la Autoridad de Regulación Nuclear (NRA). Dicha orden judicial hace muy difícil que la operadora de la planta cumpla su objetivo declarado de reactivarla este mismo año. La Justicia dio la razón a nueve ciudadanos de Fukui, Osaka y Kioto que en diciembre demandaron a la eléctrica, al considerar que desestima el peligro real de un seísmo que provoque un accidente grave.

«Esta decisión ha sido tomada en parte gracias a los sacrificios de las víctimas de Fukushima. A todos los que sufrieron allí, espero que esta noticia os llegue y que escuchéis que todo esto ha sido posible gracias a vosotros», manifestó eufórico un activista antinuclear.

El tribunal estaba presidido por el mismo juez, Hideaki Higuchi, que en mayo de 2014 ya falló en contra de la reactivación de la planta de Ohi, también operada por Kansai Electric. Tanto Ohi como Takahama se encuentran en la prefectura de Fukui, que sigue albergando el mayor número de reactores en condiciones operativas de todo el país, ocho, además de otros tres que van a ser desmantelados por sobrepasar los 40 años desde su entrada en funcionamiento.

Este último es un dato a destacar, ya que en Japón sí parecen tener en cuenta la antigüedad de una planta a la hora de tomar decisiones. También en Suecia: el pasado martes la compañía energética pública sueca Vattenfall anunció sus planes para adelantar al menos cinco años el cierre de los reactores 1 y 2 de la central nuclear de Ringhals, en el sur del país, por motivos económicos. El plan inicial era apagar los dos reactores, activos desde mediados de la década de 1970, en 2025, pero Vattenfall pretende hacerlo ahora entre 2018 y 2020. «Sin embargo, el Gobierno de España ha pensado lo contrario y, tras el accidente nuclear en Japón, quiere que las nucleares funcionen 60 años», destaca Raquel Montón, de Greenpeace.

El juez Higuchi supo resistir la enorme presión ejercida por la industria nuclear. «Este año marca la salida de la política de energía nuclear cero», aseguró a mediados de abril Takashi Imai, presidente del Foro de la Industria Atómica en Japón, ante responsables de la industria y legisladores internacionales. «Es evidente que las plantas de energía nuclear que hayan pasado controles de seguridad deberían volver a funcionar lo antes posible», afirmó.

Alarma en un parque de Tokio

Pero la presión de la industria choca con una opinión pública que sigue profundamente preocupada por la seguridad, más de cuatro años después del tsunami que provocó el colapso de la central de Fukushima y que obligó a miles de personas a abandonar sus hogares en varios kilómetros a la redonda. Y siguen sin saber cuándo podrán regresar. No puede extrañar que seis de cada diez japoneses no quieran que se abra ninguna central. Hay radiación a niveles suficientemente altos como para plantear problemas de salud para las personas que siguen conviviendo a diario con esta contaminación y los ecologistas han advertido de que se siguen liberando importantes cantidades de contaminación y de que la probabilidad de nuevos accidentes es alta.

Los japoneses conviven de mala gana con la radiactividad. Los sobresaltos son continuos. Las autoridades de Toshima, uno de los ocho distritos de Tokio, detectaron hace diez días un nivel inusual de radiación en un parque infantil, por lo que procedieron a su cierre y a la identificación de materiales enterrados en la zona, que hasta 2013 se usaba para estacionar vehículos de recogida de basura. La medición se realizó tras la alerta de un residente local.

Las autoridades tratan de dar una imagen de cierta normalidad, pero no pueden evitar reconocer algunas deficiencias. Un «fallo técnico» provocó hace dos semanas una nueva fuga al mar de agua contaminada de radiactividad, anunció la operadora de la planta, Tokyo Electric Power (Tepco). Incidentes similares se producen cada cierto tiempo, ante lo cual la compañía intenta demostrar a los japoneses que se esfuerza por mejorar la situación. Pero en ocasiones esos esfuerzos resultan patéticos, como cuando metió un robot dentro de uno de los reactores fusionados. Es un lugar con unos niveles de radiación tales que no hay «traje de seguridad» fiable. El problema fue que la máquina no pudo completar su misión, se paralizó y se perdió la conexión. Otro tanto le ocurrió al segundo robot. Pero el Gobierno asegura que prevé menos energía solar y más nuclear para 2030 debido a los altos costes. ¿No será más caro otro Fukushima?