Alberto PRADILLA
DESDE ATENAS

«No me preocupa el euro sino el paro, los suicidios y el hambre»

Dos modos de entender la salida a la crisis griega confluyeron ayer en las urnas. En barrios populares como Neos Kosmos o Peristeri se imponía el «no» y las protestas por las duras condiciones de vida. En zonas acaudaladas se repetía el «discurso del miedo» sobre la salida de Atenas de Europa.

«No me preocupa el euro. Lo que me preocupa es el paro, que paren los suicidios o que se acabe el hambre». Nicoleta Vallindra no supera los 25 años y asegura que su día a día se limita a «estar sentada en casa a la espera de un milagro». Ni trabaja ni espera obtener pronto un empleo. Acude a votar con su padre en un colegio de Peristeri, una de las barriadas populares de Atenas donde la falta de trabajo es una epidemia. «Voy a votar ‘no’ porque odio a los dirigentes europeos, especialmente a (Wolfgang) Schäuble», afirma, en referencia al ministro de Finanzas alemán. En el exterior del centro de votación hay tres mesas: una, de Syriza, otra de Antarsya (partido a la izquierda de la formación liderada por Alexis Tsipras que propugna la salida del euro) y una tercera, del KKE, donde reparten las papeletas nulas con consignas contra la Troika y el Ejecutivo.

«Llevo en paro seis años. Ya ni siquiera tengo acceso a ningún beneficio social». Andonis Lampropoulos es un grandullón hastiado. Llega con su madre y su hermano. Para sobrevivir trabaja en «negro» repartiendo pizzas. Los días en los que el jefe se siente generoso le paga diez euros por toda la jornada. La mayoría tiene que contentarse con seis. «Espero que gane el ‘no’, aunque temo que la gente se deje llevar por el miedo. En las últimas semanas ha habido un discurso de terror», asegura.

El tópico dice que los barrios ricos abogan por las medidas de austeridad mientras que los populares se suman a las tesis de Syriza. Algo de verdad hay, aunque la teoría no explica por sí sola la motivación del voto. «Si ganamos todavía habrá esperanza. En caso contrario estaremos fuera de Europa», lamenta Nafsika, una mujer vestida de modo impecable que aguarda en la cola del cajero en el barrio de Kolonaki. Es evidente que aquí fluye el dinero. Y es difícil encontrar a partidarios del «No». Yannis Kastanos es una de esas «raras avis». Abogado de profesión, camisa clara y perfectamente planchada, Kastanos sabe que está en «territorio comanche» ya que ejerce de observador de Syriza. «Un triunfo fuerte será el comienzo de una nueva negociación», remarca.

El miedo al «Grexit», la salida de Atenas de Europa, ha sido uno de los argumentos más machaconamente repetidos. Suzanne, que estudió un master en Londres y ahora se ha colocado allí en una multinacional, tiene claro que si se impone Tsipras, la permanencia en la Unión estará en duda. Para los del «No» la perspectiva es que no hay nada que perder. Como Eftigia Vasca, una matriarca que acude con toda su familia a votar en Neos Kosmos. «Todas han estudiado y ninguna tiene trabajo. Votamos por ellas», dice.