A. LERTXUNDI
A UN AñO DE LA AGRESIÓN ISRAELÍ CONTRA GAZA

EL «VIERNES NEGRO» QUE HIZO DE RAFAH UNA TRAMPA MORTAL

El 1 de agosto de 2014, Israel lanzó bombardeos masivos contra Rafah, en la Franja de Gaza, tras la captura del teniente Hadar Goldin. Aquel «viernes negro» dejó 135 civiles muertos, entre ellos 75 niños, lo que constituyó un crimen de guerra, según AI.

En un minucioso y contundente informe fruto de un año de trabajo, Amnistía Internacional y el equipo de investigadores de Forensic Architecture, radicado en Goldsmiths (Universidad de Londres), han denunciado «la ferocidad» de los bombardeos llevados a cabo contra la población de Rafah en aplicación de la directriz «Hannibal», en virtud de la cual las fuerzas israelíes pueden responder a la captura de un soldado con un intenso ataque aunque con ello se ponga en peligro la vida del soldado o la de los civiles de la zona. 135 civiles, entre ellos 75 menores, fallecieron en lo que se conoce como «viernes negro». «Se hizo totalmente caso omiso de la obligación de tomar precauciones para evitar la pérdida de vidas humanas. Se bombardearon distritos enteros, incluidas zonas residenciales densamente pobladas, sin hacer distinción entre civiles y objetivos militares. La ferocidad de los ataques, que continuaron después de que el teniente Goldin fuera declarado muerto el 2 de agosto, indica que pudieron estar motivados en parte por el deseo de infligir un castigo a la población en venganza por esta captura», resaltó Philip Luther, director del Programa Regional para Oriente Medio y el Norte de África de Amnistía Internacional.

«El análisis combinado de centenares de fotografías y vídeos, así como de imágenes de satélite y testimonios de testigos, aporta convincentes indicios de violaciones graves del derecho internacional humanitario cometidas por las fuerzas israelíes y que deben investigarse. Hay convincentes indicios de que las fuerzas israelíes cometieron crímenes de guerra en el bombardeo implacable y masivo que efectuaron sobre zonas residenciales de Rafah, dando muestra de un alarmante desprecio por la vida de los civiles con una serie de ataques desproporcionados e indiscriminados», incidió.

Explicó que los investigadores de Forensic Architecture han examinado fotografías, vídeos y otros tipos de material multimedia analizando específicamente aspectos como «el ángulo de las sombras y la forma y el tamaño de las columnas de humo, que son como ‘relojes físicos’ para localizar los ataques en el tiempo y en el espacio. Los análisis revelan que, el 1 de agosto, los ataques israelíes fueron dirigidos contra varios lugares donde se creía que se encontraba el teniente Goldin sin tener en cuenta el peligro que corría la población civil, lo que indica además que es posible incluso que tuvieran por objeto matarlo. Las imágenes de satélite y las fotografías muestran cráteres y daños que indican que se atacaron reiteradamente ambulancias y hospitales».

En uno de los incidentes más mortales, los investigadores, con ayuda de expertos militares, confirmaron que se arrojaron dos bombas de una tonelada sobre un edificio de una sola planta, conocido como Abu Sahawareb, en el barrio de Al Tannur, en el este de Rafah. En ese momento, había decenas de civiles en sus inmediaciones.

Inam Ouda bin Hammad, de 26 años, se refugiaba en casa de un tío con sus tres hijos, de 6, 5 y 3 años. Según relató a Amnistía Internacional, pasadas las 9.00, escuchó intensos bombardeos que cada vez se hacían más cercanos, por lo que decidió huir con sus tres hijos y otros tantos sobrinos a la vivienda de su hermano, a una distancia de tan solo dos casas. «Justo un minuto después de salir, mientras estaba entre la casa de mi tío y la de mi hermano, un helicóptero Apache comenzó a dispararnos. Golpeé la puerta de mi hermano para que me abriera», recordó. Miembros de la familia Abu Hani también se habían refugiado en la misma vivienda, donde permanecieron hora y media. «Teníamos miedo de que la situación empeorase y se repitiera la masacre de Shujayeah. Hani, quien posteriormente murió, vino y nos dijo que teníamos que irnos de ahí. Cuando abrimos la puerta, vi a una familia deambulando por la carretera por lo que pensé que sería seguro salir», continuó.

Así lo hizo. Logró avanzar con gran dificultad junto a sus hijos, sobrinos y más familiares. «Fui la primera en cruzar la principal calle de al-Tannur, sintiéndome segura en ese momento. Pero cuando mi prima Wafa, que cargaba a uno de mis hijos, se disponía a cruzarla, mi hermano le gritó que no lo hiciera porque posiblemente iban a bombardearla. Me giré y alcancé a escucharles que me decían que regresara, pero ya no podía hacerlo. Mi prima, su madre y mi hijo Anas se quedaron detrás mío. Lo último que vi fue a mi hijo en brazos de Wafa mirándome, mientras yo le gritaba ‘aquí estoy, aquí estoy’. De repente, no vi más que humo, polvo, escombros y trozos de metralla sobrevolándome». Un bloque se le cayó encima perdiendo la consciencia durante varios minutos. Pese a estar gravemente herida en una de las piernas, logró ponerse de pie y encontrar a una hermana y a una sobrina, que debió ser trasladada a Turquía para recibir tratamiento médico. Su hijo, su prima y la madre de ésta, que se había resguardado cerca del edificio Abu Sahawareb, murieron aplastados por los escombros. 12 miembros de la familia fallecieron en el bombardeo.

Los ataques aéreos también alcanzaron varias ambulancias. Una de ellas, que trasladaba a un anciano herido, a una mujer, a tres niños y tres médicos, ardió sobre las 13.30 al caerle un misil aparentemente lanzado por un drone cerca de la mezquita de al-Birr wa´l-Taqwa. El Ejército israelí había ordenado abandonar el barrio de Musabbeh, por lo que la mayoría de los residentes se refugiaron en la mezquita. Según relataron testigos presenciales, sobre las 15.15, un misil alcanzó a un padre y a su hija cuando buscaban un coche para huir del barrio. Dos personas que se habían resguardado en la mezquita salieron en su ayuda, pero fueron alcanzados por un segundo misil. Un tercero dio en la puerta de la mezquita, hiriendo a cinco personas, entre ellas tres niños menores de cuatro años. Tres ambulancias del hospital Abu Youssef al-Najjar se dirigieron al lugar para asistir a los heridos. En la primera que llegó, iban dos médicos y un joven voluntario. Tras recoger a cinco de los heridos, tomaron la misma dirección pero en sentido contrario. A 20 metros de la mezquita, sobre las 15.30, un misil disparado por un drone hizo estallar las cuatro bombonas de oxígeno que había en el interior de la ambulancia, calcinando a su ocho ocupantes. Las otras dos ambulancias, que llegaron más tarde al perderse en el camino, presenciaron la escena, pero no pudieron acceder a ella hasta horas después debido a los continuos bombardeos.

«Lo que vimos fue realmente horrible; los cuerpos sin piernas, sin manos… totalmente quemados. Los metimos en bolsas de plástico y los llevamos al hospital. Mi compañero estaba horrorizado. Empezó a llorar y a gritar, preguntándose dónde estaba la prensa», recordó el paramédico Jaber Darabih. Una vez en la morgue supo que entre los ocho fallecidos estaba su propio hijo, que iba de voluntario. «No sabía qué decir ni a quién enterrar; a mis dos compañeros médicos o a mi hijo. Mis compañeros me llevaron a lavarme la cara. Recuerdo estar sentado en la sala de emergencias. Cinco o siete minutos después, el Ejército atacó el ala de mujeres del hospital. Fui de los primeros en ayudar a trasladar a las pacientes. No sé por qué lo hicieron, ni por qué bombardearon la ambulancia. He trabajado como médico durante 15 años y si viera a mi enemigo lo trataría como manda la ética médica», remarcó Darabih.

«Al atacar ambulancias y las proximidades de hospitales, el Ejército israelí dio muestra de una flagrante falta de respeto por las leyes de la guerra, lo que constituye crímenes de guerra», sentenció en la presentación de este informe el director del Programa Regional para Oriente Medio y el Norte de África de AI. Tel Aviv lo atribuyó a la «obsesión» de la ONG «hacia Israel».

la espiral de violencia prosigue con ocho nuevos heridos por balas de acero

Nuevos enfrentamientos estallaron en la noche del viernes entre palestinos y militares israelíes en Jerusalén y en Cisjordania, tras el fallecimiento de dos jóvenes palestinos en incidentes consecutivos a la muerte de un bebé, quemado vivo por colonos judíos.

Cientos de personas acompañaron ayer el féretro de Laith al-Khaldi, de 17 años, herido de bala por el Ejército en el campo de refugiados de Jalazun, cerca de Ramallah, que murió durante la noche del viernes al sábado. Su madre acusó a los soldados de haber matado «a sangre fía» a su hijo. Ocho palestinos resultados heridos por el impacto de balas de acero recubiertas de goma. Periodistas y personal médico también fueron alcanzados por los botes de humo. Testigos denunciaron que colonos abrieron fuego contra los manifestantes, según la agencia Ma´an.

Al-Khaldi, que recibió un disparo en el pecho, murió tras dos operaciones. Otro adolescente fue abatido el viernes en Gaza por militares argumentando que se había acercado demasiado al muro construido por Israel.GARA