Amalur ARTOLA
DONOSTIA
Interview
PATXI URIZ
FOTOPERIODISTA Y CODIRECTOR DE «HIJOS DE LA TIERRA»

«Hoy en día la inquisición no la hace la Iglesia, la hacen los laboratorios farmacéuticos»

El fotoperiodista y colaborador de 7K Patxi Uriz se estrena en el mundo audiovisual con «Hijos de la Tierra», corto documental que ha codirigido junto al argentino Axel O’Milll y que recoge el testimonio de druidas, chamanes, herboleras y demás expertos en medicina natural del Amazonas, México y Nafarroa. Este alegato en favor de la medicina natural se ha llevado el Goya al mejor corto documental.

La idea del documental parte del encargo de un libro de plantas medicinales. ¿Hasta qué punto le sedujo la relación que mantenía el botánico con los chamanes?

La verdad es que, como dices, fue amor a primera vista, un flechazo. Me contó el intercambio cultural que mantenía con los chamanes, con los hombres sabios de la selva que atienden de manera altruista a la gente de las poblaciones y que no se van de su consulta hasta que termina de atender a todos. Eso yo después lo comprobé, y vi que incluso les dan de comer. Me dije que tenía que hacer algo además del libro fotográfico de plantas; elaboramos el guion junto a un amigo periodista que teníamos en común, lo presentamos a la tristemente desaparecida Fundación INAAC del Gobierno de Navarra y ganamos el concurso. Cuando me dieron la noticia de que nos habían dado la ayuda máxima, sentí que era la mayor responsabilidad de mi vida profesional, porque sería mi primera ópera prima como director y productor. Y que con la primera te den un Goya... te puedes imaginar cómo estoy.

No resultaría fácil que les acogieran los «sabios de la naturaleza». ¿Cómo trabajaron las relaciones?

Es que el botánico llevaba tiempo allí. Había comprado unos terrenos en la selva como zona de preservación y, al principio, eran reticentes con que un gringo, como dicen ellos, rubio y de ojos azules entrara en la selva..., son muy reticentes. El botánico se ganó su confianza porque empezó a curar enfermedades modernas para ellos; en las comunidades indígenas donde ha habido una pérdida de identidad, sobre todo con la proliferación de la Iglesia evangélica, las madereras y petroleras entran más fácil y, con ellas, enfermedades que los chamanes no habían tenido nunca y no sabían cómo curar. El botánico sabía curarlas, incluso con plantas que ellos tenían cerca, también logró salvar el brazo de un chico al que iban a amputar y a partir de ahí fue considerado como un hombre de la medicina.

¿Personalmente, cómo vivió todo esto? ¿Conocía o se imaginaba lo que iba a encontrarse?

Me sonaba, pero comprobarlo de viva voz y vivirlo en mi piel... Empiezas a entender cómo a lo largo de la historia todas las civilizaciones se han curado con las plantas que tienen a su alrededor, que crecen en su jardín. El mensaje de “Hijos de la Tierra” es que mientras cuidemos el planeta tendremos una farmacia viva en potencia, que es nuestra mayor proveedora de vida y salud.

Una farmacia que para la mayoría es una gran desconocida...

Sin duda. Te pongo el caso de Euskal Herria: en nuestro país hay una gran tradición de herboleros y herboleras y me costó muchísimo dar con las hermanas Mitxelena, que son la quinta generación de herboleras de un caserío de Oiartzun. En Navarra, en Orbaizeta, había sorginas que murieron sin pasar el conocimiento a nadie y, en Elizondo, lo mismo; me parece una pérdida de patrimonio inmaterial tremenda. También contacté con otra que no quería ni siquiera que la grabara, porque pensaba que tendería al amarillismo... Encontrar a las hermanas Mitxelena fue una bendición. La suya fue la última entrevista que grabamos, y nos contaron que incluso profesores de Medicina de Leioa mandaban a sus estudiantes a aprender de plantas con ellas. En medicina es básico saber que las plantas han tenido mucha tradición en nuestra cultura y por qué ahora parece que solo podemos curarnos con la química.

En el documental hay una frase que podría servir de aclaración a lo que comenta: «El fármaco que cura del todo o es rentable».

Exactamente. Lo que hacen los laboratorios farmacéuticos es casi un crimen contra la humanidad. Quieren que no te cures, que vayas a la farmacia a cronificarte la enfermedad para que sigas pagando. Aún así, realmente los responsables de nuestra salud somos nosotros mismos. La frase es de Josep Pamies y nos cuenta que en países como Suiza, donde hay tantos laboratorios químicos, la acupuntura y la homeopatía, por ejemplo, están dentro de la sanidad pública. ¿Y aquí por qué no? Tenemos que abrir la mente.

No quiero entrar en el debate de si una medicina es mejor que la otra, lo que digo es que pueden ser complementarias.

En total son más de 150 horas de grabación. No habrá sido fácil condensar todo ese material en 35 minutos... ¿Se plantearon en algún momento hacer un largo?

La verdad es que académicos que han visto el trabajo entero nos han dicho que tenemos material como para una serie... Tenemos entrevistas de setenta personas y al final son catorce los “hijos de la tierra” o “Apóstoles de la naturaleza”. Pasa que, por cuestiones de presupuesto, se quedó en corto, por eso esos mensajes tan contundentes en 35 minutos.

En esos minutos hablan también del Camino de Santiago.

Yo he nacido en Puente la Reina-Gares, que es un cruce de caminos. Desde pequeñito he visto pasar a peregrinos con carromatos, con una vestimenta que parecían hippies... y le preguntaba a mi madre, ¿pero esta gente a dónde va? Era la antigua vía que recorrían los druidas y alquimistas de la Europa celta en ese afán por llegar a Finisterre, esa tierra de transmutación personal. En esa época, sacaban a los enfermos a la calle porque pasaban esos druidas y alquimistas y sabían cómo curar con las plantas que tenían a su alrededor.

Parece que todo eso hoy en día lo tenemos bastante olvidado...

Sí, por eso “Hijos de la Tierra” hace incisión en que las plantas que nos curan están en nuestro jardín, que hay que volver a esas fórmulas magistrales que se quemaron en la hoguera con aquellas sorginas que hacían “ritos paganos”... Pues no, lo que pasa es que eran personas libres y que las religiones monoteístas y el capitalismo no quieren que haya personas libres, sino que pertenezcamos al rebaño. Emerger espiritualmente te hace sentir una persona libre y no comulgar con lo que dicen. Y, hoy en día, la nueva inquisición no la hace la Iglesia, la hacen los laboratorios farmacéuticos.

Como fotoperiodista, ha estado en bastantes rincones del mundo. ¿Qué es lo que más le ha fascinado de esta nueva experiencia?

El comprobar de manera personal que hay otros modos de curar. Hace veinte años me diagnosticaron artritis soriásica y el médico me dijo: “Uy, esto lo tendrás para toda la vida”. Esas palabras mágicas resuenan en tu cabeza. Me tenían que poner un tratamiento que cuesta 6.000 euros al año y que además te baja el sistema inmunitario, pero le he salido rentable a la Seguridad Social porque, a raíz de conocer todo este mundo, ya no necesito ningún tratamiento gracias a las plantas naturales y sobre todo a la alimentación. Y, la verdad, es que estoy mejor que nunca.

Hasta ahora le hemos visto detrás de una cámara fotográfica. ¿Seguirá trabajando el vídeo?

Yo vivo de la fotografía. Hice este trabajo porque sentí que tenía que hacerlo y ahora tengo la recompensa de que el Goya pueda llegar a hacer que “Hijos de la Tierra” tenga su versión largometraje, para todavía llegar más lejos y mostrar el otro punto de vista, el de la gente de bata blanca.

Da la impresión de que «la gente de bata blanca» empiezan a mostrar un notable interés por la medicina natural...

Sí, y tenemos testimonios de médicos que dicen que las plantas deberían estar en el sistema de salud. Son tratamientos más largos pero no tienen efectos secundarios. Los médicos empiezan a ver que la química no cura, solamente palía.

En la ceremonia de los premios Goya, se permitió dar una receta al público: «Menos pastillas y más paseos por el bosque».

Es que creo que el contacto con la naturaleza es fundamental. “Hijos de la Tierra” es el testimonio de esa gente que vive conectada con la tierra, con la naturaleza. Creo que todo está interrelacionado, que la tierra es una farmacia viva que tenemos que preservar y que, si tú conectas con la naturaleza, pocos fármacos te van ha hacer falta.