Oihane LARRETXEA

INNOVAR Y ESPECIALIZARSE, CLAVES DEL SECTOR PAPELERO PARA SU REMONTADA

¿Ha reparado alguna vez en la cantidad de tipos de papel que emplea a lo largo del día? La variedad es tal que decir que hay 500 es faltar a la verdad. Precisamente, la especialización ha sido la senda que ha tomado la industria papelera, en constante innovación.

Papel reciclado para hacer periódicos como este que sostiene entre sus manos, papel higiénico, papel para sacos que soporten grandes pesos, de embalaje, de regalo, de lotería, para títulos oficiales, para los billetes de euro, para hacer hueveras o para las etiquetas de las botellas de vino. Cada papel tiene su función y sus propias características. Y las fábricas de pasta y papel han puesto el foco ahí, en la especialización, en atender nichos de mercado muy concretos. A día de hoy, en la CAV hay diez fábricas: tres están en Bizkaia y siete en Gipuzkoa, según los datos facilitados por el Cluster del Papel a GARA. En Nafarroa hay alrededor de seis.

La fuerza que ha tenido en Gipuzkoa la industria papelera tiene mucho que ver en el numero de empresas que hay hoy día. «No es casualidad», comenta a este diario Iñaki Ugarte, gerente del cluster. «Hubo una serie de personas con inquietudes empresariales que empezaron a trabajar el papel porque, además, se daban las condiciones: había agua y árboles. En los inicios, se hacia papel a partir de trapos viejos. Más adelante, con la industrialización, se fabricó a partir de madera de pinos». Apunta que tampoco es causa del azar que la Escuela del Papel esté en Tolosa. Pero la imagen de hoy es bien distinta y no queda ninguna papelera en la localidad; la más cercana está en Berastegi.

La crisis económica ha influido en el descenso del número de empresas, pero no ha sido el único factor, ni el determinante. Según explica Ugarte, fue hacia el año 2004, unos años antes de que estallara la burbuja financiera, cuando el sector empezó a sufrir los primeros dolores de cabeza. «Hubo una transformación importante en el sector, que vino por los nuevos soportes digitales que sustituían al papel. Eso tuvo su influencia», señala. Y abunda en ello: «Había un gran número de empresas pequeñas que para minimizar su impacto medioambiental tenían que afrontar grandes inversiones que les fueron inasumibles. Se produjo como una reconversión del sector en la CAV que se llevó por delante a muchas de ellas. De hecho, esa situación fue la que más empresas se llevó por delante, más que la crisis financiera».

La caída de la demanda de determinados productos también ha influido, especialmente de los ligados a los papeles gráficos. En base a los datos que maneja, en 2004 había en la CAV 22 empresas, doce menos de las que se mantienen activas en estos momentos. No obstante, tanto la producción como la facturación de las empresas es superior actualmente. Menos fábricas facturan más. ¿Cómo se explica? «Por un lado por una mayor especialización y, por otro, porque poco a poco las factorías han ido creciendo y se han abierto a mercados extranjeros». En la actualidad se produce un 30% más de pasta y papel que en 2004, se factura un 40% más y se exporta el doble que hace doce años. El cluster dará a conocer los números exactos el próximo 16 de junio, cuando difunda su informe anual sobre las cifras del año 2015.

 

La situación, mejorable

En la CAV se fabrica un 18% de lo que se produce en el Estado. Sobre el momento que atraviesa el sector, Ugarte opina que tiene que seguir profundizando en la especialización, mantener el crecimiento de las exportaciones e intentar hacer frente a los problemas de competitividad derivados del alto precio energético que se paga en el Estado español, «mucho más caro que en otros países europeos», lo que «lastra mucho su competitividad». De todos los costes que asume cada fabricante de pasta y papel, el 15% deriva de los gastos energéticos.

En cualquier caso, la industria aún no se ha recuperado. El gerente del cluster matiza que «se hace frente a un mercado que, en general para los distintos tipos de papel, no está muy animado. Se siguen viviendo las secuelas de la crisis, es más, está en crisis, no ha habido una verdadera recuperación; ha habido algo, sí, pero no se ha vuelto a los datos de antaño». Preguntado sobre la situación de la planta de Unipapel en Aduna, que se encuentra en preconcurso de acreedores y que supone el despido de sus 17 empleados, asume no conocer cuál es su situación concreta, porque la fábrica, que fue adquirida por el fondo buitre Springwater Capital, no es socio del Cluster del Papel. Pero, sin duda, no son buenas noticias para Ugarte, que considera «una pena» lo que está sucediendo en esta empresa.

Destruyendo mitos

La industria papelera también lucha contra el imaginario del que históricamente ha estado, y quizá todavía esté, rodeada. Ugarte cita los mitos que ya no son ciertos sobre la contaminación y la responsabilidad en la deforestación. «El recuerdo que se tiene son ríos con espuma y, efectivamente, las aguas bajaban de esa forma, pero a día de hoy los vertidos están controlados tanto por las propias fábricas como por la Administración. Existen limites de vertidos legales y se respetan todos porque, si no, las fabricas estarían cerradas», asegura.

Grandes chimeneas que expulsan gases. Otra imagen habitual. «Conviene saber que la mayor parte del humo que se expulsa es vapor de agua. No es responsable de los gases de efecto invernadero salvo en una pequeña parte», sostiene. Explica que para la producción se emplea mucha agua, pero a su vez se vierte mucha, una vez se ha depurado. «El consumo es mínimo, depende de los papeles, pero la diferencia entre el agua que se capta y el agua que se vierte es muy pequeña: se devuelve el 90% del agua extraída. Todo el proceso papelero consiste en ir eliminando agua por distintos métodos».

Sobre las acusaciones de ser los responsables de la deforestación, lo niega de plano. Se puede producir papel a partir de papel recuperado o bien a partir de fibra virgen. El recuperado se puede reciclar hasta siete veces, pero hace falta introducir siempre fibra virgen. «El origen de la madera de esta fibra son árboles muy concretos; en la CAV fundamentalmente pino y eucalipto, aunque hay otros tipos». Estos «proceden siempre» de plantaciones destinadas a ese fin, garantiza. Añade que se plantan en lugares baldíos, donde no había bosque y se había acabado antes con lo verde. «El sector del papel en ningún caso es culpable de la deforestación, menos de la de las selvas amazónicas. Con eso no quiero decir que en algún lugar del mundo no haya gente que actúe de esta forma, pero aquí, en Europa, en países occidentales y empresas que pertenecen a empresas occidentales, estén en Europa o Sudamérica, no».

Y por último, habla sobre la energía que se consume. Para producir papel se requiere energía eléctrica y calor, y en muchas factorías ya se emplean las cogeneraciones: un sistema para generar simultáneamente electricidad y vapor, se consume gas natural y en una turbina se genera la electricidad y el calor. «El sector produce el 85% de la electricidad que necesita, es decir, en gran medida es el mismo sector quien produce lo que necesita, con lo cual, no hay pérdida de energía por el camino».

El 40% de los combustibles empleados es biomasa y el 60% restante es gas natural, considerado «combustible limpio». Desde 2009, además, el sector ha logrado disminuir un 10% las emisiones de efecto invernadero y la energía total consumida se ha reducido un 9%. Con todo ello, apunta al esfuerzo constante del sector por innovar y ser más competitivo en todos los sentidos.