Isidro ESNAOLA
CAMBIO DE MODELO DE CRECIMIENTO

LAS OPORTUNIDADES DE LA NUEVA RUTA DE LA SEDA CHINA

La dinámica de la economía china es permanente objeto de discusión pública, especialmente en los medios de comunicación. Mucho se habla de los problemas y del bajo ritmo de crecimiento, aunque el ritmo real es, con diferencia, todavía muy elevado.

El Gobierno chino ha hecho una apuesta por un cambio en el modelo de crecimiento, que hasta ahora había pivotado sobre la exportación de mercancías al resto del mundo y el ahorro privado interno, que se nutría de una balanza comercial positiva. Desde un punto de vista estratégico, el crecimiento chino amenaza la hegemonía que Estados Unidos mantiene en el ámbito económico. La respuesta estadounidense a este desafio ha sido impulsar la firma de los ya famosos acuerdos de libre comercio. Como recordó Barack Obama cuando firmó el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP), el objetivo es seguir definiendo las reglas del comercio mundial, toda vez que China ha sido ya aceptada en la Organización Mundial del Comercio (OMC) como miembro de pleno derecho.

El Gobierno chino ha optado por una estrategia diferente, consistente en apostar por revivir un proyecto histórico: la Ruta de la Seda que unía al gigante asiático con Europa a través de Asia central. Además de afianzar sus relaciones comerciales, este proyecto permite a China dar salida a los enormes excedentes de capital que acumula gracias al ahorro interno que ha caracterizado hasta ahora su modelo de crecimiento. La financiación de infraestructuras a lo largo de toda la Ruta de la Seda está asegurada y, con ello, un importante estímulo para la actividad económica. Y allí donde se estimula la actividad se fomenta el mercado, también para los productos chinos

El mercado interno

El modelo exportador ha provocado una urbanización acelerada, con pocos servicios, que no ha respetado aspectos medioambientales básicos, lo que ha generado un medio altamente insalubre, fuertes desequilibrios internos entre la ciudad y el campo y ha exacerbado las diferencias sociales. En este sentido, Andrés Herrera-Feligreras, socio de la firma especializada en mercados emergentes Emergía Partners, señala que la situación actual recuerda mucho «al desarrollismo de los años 60 en nuestro país». El cambio hacia un modelo que pusiera más atención en el mercado interno, en los servicios sociales y en el cuidado del medio ambiente era inevitable y a la vez urgente.

La economía china seguirá siendo un importante proveedor de mercancías y de capital, pero la expansión del mercado de consumo interno aumentará la demanda de conocimiento y de talento. Se observa un cambio de actitud y un «mayor respeto hacia la propiedad intelectual», afirma Ricard Viladot, directivo de FMT, empresa catalana que ha desarrollado una tecnología para mejorar la eficiencia de las gasolineras.

De la capacidad del mercado interno hablan los 400.000 millones de euros de productos europeos vendidos en 2015. Los productos europeos se asocian con calidad y los escándalos que sacuden a ciertos productos chinos fomentan la demanda de aquellos. Por esta razón, uno de los artículos más vendidos fue precisamente la leche en polvo.

Este enfoque dirigido a minimizar los excesos desarrollistas abre puertas a empresas que antes, por su tamaño o producto, no tenían oportunidad de instalarse en China, mientras que ahora, la exigencia de producciones tecnológicas con valor añadido supone «un campo de oportunidades para pequeñas empresas y Pymes con productos concretos», recalca Herrera-Feligreras.

Las ciudades

El auge de la urbanización ha situado a las ciudades chinas como centros de desarrollo económico. En la actualidad, hay seis ciudades con más de 10 millones de habitantes; diez, con entre 5 millones y 10 millones y más de cien, con un millón de habitantes o más. Las ciudades se benefician en general de una situación financiera saneada y cierta especialización, promovida además por el Gobierno. Entre ellas la competencia es dura para atraer inversiones y en general facilitan la implantación de nuevas empresas. Las condiciones locales son favorables, aunque varían sustancialmente de un lugar a otro.

En la ciudad de Jieyang, por ejemplo, el conglomerado formado por más de 700 empresas, ZhongDeMetal Group, con el apoyo de las autoridades locales, desarrolla un proyecto llamado Metal Ecocity. La jefa de proyectos para el Estado español del grupo, Ruoxiao Huang, ofrece algunos números que dan idea de su dimensión: Ecocity se extiende por una superficie de 25 km2, la inversión prevista es de 21.000 millones de euros y se prevé la creación de 100.000 empleos para 2020. «Participan 20 asociaciones industriales de Europa que crearán, entre otros proyectos, un centro de transformación metalúrgico y otro de innovación tecnológica».

Modelos de cooperación

A pesar del interés de las corporaciones chinas en cooperar con socios del resto del mundo, las empresas extranjeras suelen ser reacias a introducirse en el mercado chino y a participar en proyectos conjuntos con empresas locales temerosas de que puedan copiar sus productos y tecnología para posteriormente abandonar al socio exterior. Frente a esos miedos Herrera-Feligreras resalta que ese riesgo «existe en cualquier caso, tanto si se coopera como si no, por lo que la única estrategia razonable para las empresas es continuar innovando».

Uno de los modelos de cooperación entre grupos extranjeros y empresas chinas que más se ha desarrollado es el de participaciones cruzadas, que permite compartir el proyecto y participar en la gestión estratégica. En estos casos, la empresa china compra una importante participación en la empresa matriz, minoritaria, –no le permite el control–, pero suficiente para participar en la dirección y conocer las decisiones estratégicas. El grupo extranjero, por su parte, recibe una importante inyección de capital con la venta de esa participación. Una vez establecida la alianza, se crea una sociedad mixta con una participación paritaria de ambos socios que se encargará de la producción para el mercado chino. La propiedad de cada socio no es necesariamente del 50%, pero suele rondar esa proporción.

Problemas sociales

No todo son oportunidades en China. Los problemas para lanzar un proyecto suelen ser considerables. Herrera-Feligreras explica que la corrupción es importante, aunque no siempre significa que haya que realizar pagos monetarios, sino que muchas veces toma formas más sutiles, como el intercambio de favores. En cualquier caso, «la seguridad jurídica ha mejorado sustancialmente».

Los abusos y la prohibición de organizaciones autónomas hace que el malestar no tenga canal de expresión y termine, la mayor parte de las veces, en un estallido virulento que puede durar unos pocos días con manifestaciones violentas tras las que vuelve la calma. Estos hechos dan la impresión de un país tremendamente turbulento, aunque en realidad no sean tan habituales.

 

El ajedrez y el go, dos pensamientos estratégicos frente a frente

Las negociaciones con empresas chinas resultan extremadamente complicadas. Los chinos son, en general, muy competitivos y que todos les pretendan como socios les da cierta superioridad y les permite marcar el ritmo de las conversaciones. El entendimiento resulta complicado por el idioma. Es clave, por ello, que el intérprete sea capaz de trasladar de manera adecuada los intereses de las partes.

Las diferencias culturales también pesan. Hay una diferencia sustancial entre el pensamiento estratégico chino y el de raíz grecolatina. Mientras este último es básicamente lineal y se construye con la elección de unos objetivos que determinan el plan, que contará con una serie de hitos previos que definen el camino, el chino, sin embargo, establece un horizonte y con esa referencia observa la situación, se adecua al movimiento, trata de anticiparlo para aprovecharlo a su favor. Sin planes previos, sus acciones se adaptan a las circunstancias. Es por ello que acostumbran a volver una y otra vez sobre las mismas cuestiones, desorientando a los interlocutores occidentales, quienes en su enfoque lineal del proceso ya consideraban la cuestión superada. En ese proceso de dar vueltas a los mismos temas plantean cuestiones aclaratorias, hacen preguntas de cortesía y así una y otra vez. Solo cuando las negociaciones entran en la fase de cooperación empiezan a quemar fases.

Kissinger en su libro «China» equiparó los dos tipos de pensamiento con los juegos del ajedrez y el go. Mientras el primero casa con el pensamiento estratégico occidental, puesto que trata de dominar el tablero para luego atacar al rey adversario, el go se adapta mejor a la estrategia oriental de rodear al adversario e impedirle el movimiento. Como en el go, China busca aumentar su margen de maniobra. En esa lógica se inscriben proyectos como la nueva Ruta de la Seda.I. ESNAOLA

 

una empresa catalana descubre que el gigante asiático es «el mercado»

FMT es una empresa catalana que ha desarrollado tecnología para mejorar la eficiencia de las estaciones de servicio de gasolina, que por su alta volatilidad necesitan de una gestión especifica, diferente a la del gasoil. Como explica el directivo de FMT Ricard Viladot, la posibilidad de ir a China no les atraía, básicamente porque pensaban que les copiarían la tecnología y no obtendrían ningún beneficio.

Al profundizar en la economía del gigante asiático descubrieron que el 35% de todas las estaciones de servicio de gasolina del mundo están allí. «No es un mercado, es el mercado», resume Viladot.

Una de las características del nuevo modelo de crecimiento es el apoyo gubernamental al cambio. Así, por ejemplo, el Gobierno ha aprobado un plan quinquenal medioambiental que establece un marco legislativo y planes presupuestarios para financiar la introducción de tecnologías limpias.

En un contexto favorable, FMT encontró un socio comercial, Cheng Han Group. Se trata de un conglomerado –incluye desde universidades hasta industrias metalúrgicas y construcción– con el que han llegado a un acuerdo por el que la empresa catalana proporciona «el saber hacer», otros contratos con grandes suministradores y el compromiso para actualizar el producto. La parte china, por su parte, pagará unos derechos y proporcionará el personal, la red comercial y el compromiso de proteger las patentes y el producto. Viladot reconoce que ahora son más respetuosos con los derechos de la propiedad intelectual El acuerdo incluye un apartado que impide exportar el producto fabricado en China a otros países.

Viladot se muestra satisfecho con el acuerdo conseguido, aunque admite que no ha sido fácil. China es un mercado para invertir. Intentar producir fuera y vender en China es misión imposible. I. ESNAOLA