Joseba VIVANCO

DE MEñAKA A TOKYO, NO TODO ESTÁ INVENTADO

Miguel Ángel Lotina sonríe, a pesar de sus detractores como entrenador. Y lo hace lejos, muy lejos, en el fútbol japonés, donde ha cogido las riendas de un histórico como el Tokyo Verdy. Las cosas le van bien en esta nueva experiencia futbolera tras las de Chipre y Qatar.

Hay quien, con ironía o sin ella, sostiene que Pep Guardiola y su Barcelona han hecho mucho daño al fútbol, por aquello de buscar imitar lo que no es imposible repetir. Pero a cualquier técnico catalán, vasco, gallego o español que le pregunten, ya se codee entre la elite o apenas tenga recién sacado el carnet de entrenador, responderá que los hitos del de Santpedor o los títulos de la selección de Luis Aragonés o Del Bosque les han abierto la puerta de par en par en el concierto mundial. Y de ahí que un tipo sencillo y humilde, de Meñaka, como Miguel Ángel Lotina, esté viviendo ahora mismo la aventura japonesa al frente del club más histórico del país del Sol Naciente, aunque purgue penas en la segunda divisioón. Hasta allá se fue a primeros de año el vizcaino, quien tras dejar atrás su periplo por el fútbol español, probó fortuna en el Omonia chipriota y después en el Al Shahaniya, con el que logró el ascenso a la Qatar Stars League la pasada temporada. Del sambenito de descender equipos –a pesar de que en su currículum hay una clasificación para Champions y una Copa–, a ser llamado para devolverles la ilusión a un Tokyo Verdy que suma una década de horas bajas, tras un historial sinigual de siete ligas, seis copas de la liga, cinco copas del Emperador e incluso una Champions asiática levantada en 1988.

Cuatro jornadas disputadas y su equipo –donde juegan dos delanteros brasileños como únicos extranjeros– suma tres victorias y una derrota, lo que alberga esperanzas de que Lotina cumpla con la ilusión de devolver a los verdes a la máxima categoría y volver a concitar los 25.000 espectadores de antaño en lugar de los 5.000 con los que se viene conformando en su estadio. «Es un fútbol técnicamente bueno y tácticamente muy bueno, sorprendentemente bueno. Son muy estudiosos. Por otra parte, los jugadores física y técnicamente son muy buenos, lo que pasa es que a la hora de tomar decisiones les falta un poco de… A ver, ellos con la cultura que tienen, la vida, son de una manera. No son ‘tramposillos’ digamos, como puedan ser los europeos o los sudamericanos para jugar al fútbol. Y eso es bueno, pienso yo, a la hora de jugar al fútbol. A ellos les falta esa malicia que puedes ver en otros jugadores», explica ese fútbol asiático el propio Lotina en una entrevista concedida a la web Laparadinha.com

Los contactos comenzaron allá en setiembre, fructificaron y Lotina se plantó en la metrópoli Tokyo, 13 millones de habitantes. Le presentaron como «un entrenador español que tiene cosas muy buenas y tiene fracasos en España», pero matiza «con toda la naturalidad del mundo, sin nada que esconder». Un equipo que el año pasado estuvo a punto de bajar a tercera categoría del fútbol del país, pero que, según el vizcaino, ahora busca sobre todo «que se haga un buen trabajo e ilusionar de nuevo a la afición».

La hinchada nipona, cuenta, «es muy pasional. El fútbol es una fiesta. Van a pasarlo bien, y aunque pierda el equipo, le aplauden. El aficionado viaja mucho, sorprendentemente. En la Japan League 2, los rivales cuando vienen aquí a Tokyo traen a dos o tres mil personas aunque haya una hora de vuelo o tres horas de tren. Y al revés. Antes de los partidos cuando llegamos a los estadios siempre hay 1.000 o 1.500 personas que están ya sentadas esperando hora y media antes. Para ellos es un día de fiesta, de ver un espectáculo y si gana su equipo fenomenal y si no gana también».

Ha fichado para dos años. De momento se siente muy a gusto, con el inevitable problema del idioma de por medio, por lo que se comunica con sus jugadores a través de intérpretes y aprovechando la amabilidad de los japoneses, «que te ayudan hasta límites insospechados». Entrenar, entrenar y pocas horas de tiempo libre, ese es el día a día de Lotina desde las ocho de la mañana. «Estoy muy contento e ilusionado», insiste, y para nada tiene en mente volver a entrenar por ahora en el fútbol español. «Son experiencias que te van haciendo como persona y como entrenador», defiende, esperanzado en el futuro y con un solo pero que desvela del pasado: esa fotografía que no se pudo hacer con su ídolo Johan Cruyff cuando su ‘matagigantes‘ Numancia cayó ante el Dream Team en los cuartos de la Copa. «Siempre me ha quedado esa pena», se confiesa.

Lotina o ‘Lo-ti-na’, con sinfonía, como le coreaban en la General de Las Gaunas en sus tiempos de vestir de corto y o cuando le hizo cuatro goles al Erandio en Ategorri. El mismo tipo honesto para el que en el fútbol «dos y dos son casi siempre cuatro», aunque con ese puntillo de rebeldía de quien enarbola que «en el fútbol no está todo inventado». Que se lo digan a él, de Meñaka a Tokyo, pasando por Qatar.