Iñaki VIGOR

IRUñERRIA RECUPERA LOS CASTILLOS DESTRUIDOS TRAS LA CONQUISTA

Los castillos navarros que controlaban Iruñerria fueron destruidos a raíz de la conquista castellana de 1512, al igual que ocurrió en el resto del herrialde. Algunos de ellos se están recuperando gracias a la implicación de los ayuntamientos y de los vecinos. El de Irulegi, situado en el Valle de Aranguren, ya ha sido rehabilitado casi en su totalidad y será inaugurado en setiembre.

Desde sus 893 metros de altitud, Irulegi es una atalaya privilegiada para controlar las tierras de Iruñerria y el Valle de Lizoain. En la cima de este monte próximo a Lakidain se construyó un castillo-centinela del que se tienen noticias en el siglo XII, aunque es probable que ya existiera dos siglos antes. Esta fortaleza sirvió de residencia a los alcaides, que tenían la obligación de conservar el fortín, de cobrar impuestos y de vigilar el paso hacia la capital navarra.

Este castillo fue destruido en diciembre de 1494 por orden de los propios reyes navarros para evitar que fuese utilizado por gente afín al reino de Castilla. «En este caso la destrucción no fue tan fuerte como ocurrió con los castillos atacados por las tropas castellanas, que destrozaron todo», explica el historiador Iñaki Sagredo.

Por su cercanía a la capital navarra, esta cima ha sido destino habitual de montañeros y excursionistas. Lo que más llamaba la atención era el gran tamaño de piedras semienterradas que había en su cumbre, pero la mayoría de los visitantes desconocía que se trataba de las ruinas de uno de los castillos de vigilancia más importantes que hubo en todo Iruñerria.

En el año 2007 el Ayuntamiento del Valle de Aranguren decidió desenterrar y reconstruir esta fortaleza, para lo que contrató a la Sociedad de Ciencias Aranzadi. Sus técnicos, en colaboración con una veintena de jóvenes voluntarios que han acudido a trabajar durante varios veranos, han ido levantando piedra a piedra el castillo original y en la actualidad ya han conseguido reconstruir aproximadamente un 90% de esta fortaleza.

Los montañeros que ascienden hasta Irulegi se sorprenden ahora del tamaño que alcanzó este castillo, y sobre todo de que tuviera un foso de agua. Esta protección estaba colocada en su lado más accesible, el sur, donde también había un muro defensivo. Las demás laderas son muy pronunciadas y se podían defender perfectamente desde el escarpe rocoso que corona la cima.

La rehabilitación completa concluirá, previsiblemente, este mismo verano, de forma que la inauguración sería en setiembre. Una senda señalizada que parte desde Lakidain nos conduce en apenas media hora hasta este castillo, donde se pueden rememorar los tiempos en que Nafarroa era un reino independiente. Además, se puede disfrutar de unas excelentes vistas de Iruñerria, vistas que alcanzan también hasta el Pirineo navarro-oscense.

Garaño, el primero que fue atacado

Otro castillo medieval estratégicamente situado a las puertas de Iruñea es el de Garaño, que controlaba el importante acceso hacia la capital navarra por el paso de Atondoa, también conocido como Oskia. Debido a su importancia, fue la primera fortaleza atacada por las tropas castellanas durante la conquista del reino vascón, en el verano de 1512.

Garaño fue construido en una colina a 590 metros de altitud, entre las localidades de Egillor y Saldise, y se comunica visualmente con otros castillos medievales de la comarca.

El de Garaño es uno de los más antiguos de Nafarroa, ya que se tienen noticias de él desde el siglo XI. Hace siete años apenas se veían unas cuantas piedras del muro, casi cubierto por la maleza. Un grupo de vecinos de los pueblos de la zona comenzó entonces a limpiarlo de vegetación y a recuperar las piedras de esta simbólica fortaleza, todo ello de forma voluntaria.

En la actualidad ya ha sido recuperado en torno a un 30%, pero la falta de ayudas económicas estn ralentizando su rehabilitación. «Apenas ha habido apoyo institucional. Con el nuevo Gobierno parece que está cambiando, pero todavía falta mucho por hacer», comenta Iñaki Sagredo.

La empresa que dirige este historiador, Larrate Gestión Cultural, ya tiene una experiencia de diez años en la recuperación de los castillos que defendieron el antiguo reino vascón, no solo en Nafarroa sino también en otros herrialdes.

Otras fortalezas que defendieron el reino frente a las agresiones de Castilla se encuentran en el borde de Iruñerria. Uno de ellos estaba en la peña de Untzue (Orbaibar), y apenas quedan unas pocas piedras de él. Mucho más completo se encuentra el de Aitxita, que fue construido en una de las peñas del paso de Bi Aizpe, cerca de Irurtzun. Por el contrario, el castillo de Orarregi, situado en el monte Gaztelu y con gran dominio de Iruñerria y Sakana, se encuentra muy deteriorado.

 

«No basta con consolidarlos, hay que darles vida»

Uno de los castillos de Iruñerria recuperados fue el de Uharte, también conocido como San Miguel de Miravalles. Se alza a 570 metros de altitud, en la cima del monte del mismo nombre, controlando desde allí el paso de los ríos Arga y Ultzama.

Los restos de esta fortaleza, cuya construcción se remonta al siglo XI, «fueron excavados en 2006 por varios arqueólogos y luego fue dejado al pairo, hasta que ahora hemos convenido con la Sociedad de Ciencias Aranzadi volver a ponerlo en condiciones porque se encuentra en estado deplorable», lamenta el escritor Juan Mari Feliu.

El mugarri de Nafarroa Bizirik del castillo de Uharte fue el primero de los seis que fueron destruidos de forma intencionada en noviembre de 2015. Junto con las ruinas del Monasterio de San Esteban, esta construcción forma parte del patrimonio histórico monumental del Parque Comarcal de Ezkaba.

También se consolidaron las ruinas del castillo de Tiebas, situado en la entrada a Iruñea por el sur y antiguo guardián de los archivos del reino. Teobaldo I ordenó su construcción hacia el año 1250, pero en el año 1378 acabó incendiado tras un ataque de Castilla y se calcinaron numerosos documentos del Archivo de Nafarroa. Una parte de la historia de los navarros desapareció así para siempre.

«Pero no es suficiente con rehabilitarlos o consolidarlos, hace falta un plan de mantenimiento para que no vuelvan otra vez a la ruina», advierte Iñaki Sagredo. A su juicio, también es importante «dar vida a estos castillos, crear rutas e invitar a la gente a que los visite y conozca su historia».

Juan Mari Feliu, autor principal de los libros de rutas a los castillos navarros, recoge en el tercer volumen un rosario de palacios y torres de cabo de armería por Iruñerria, como Arazuri, Gongora o Mendillori. Además, ha colaborado con Nafarroa Bizirik en la colocación de mugarris o amojonamientos en castillos, algunos de los cuales han sido destrozados y vueltos a colocar.

Uno de estos mugarris se encuentra en el monte Ezkaba, donde existía un castillo que quedó sepultado bajo las obras del fuerte, y otro, más cercano, está en la esquina de la calle Txapitela con la Plaza del Castillo, en recuerdo del castillo de la dinastía de Hautin.

En la cima del monte Ezkidi, también conocida como peña de Añezkar, se encuentran las ruinas del castillo de Sardea, poco conocido en Iruñerria a pesar de la importancia estratégica que tuvo. Parte de sus restos fueron utilizados para construir la base sobre la que se levantó el «toro de Osborne», y otra parte corre peligro debido a los grandes desprendimientos que se están produciendo en esta peña rocosa.

Sardea fue levantado en el siglo XIII y tenía una torre principal, de la que ya no queda ni rastro, además de un foso y una muralla, y en sus alrededores había un castro que está bien documentado.

A pesar de las dificultades, sobre todo económicas, ayuntamientos afectados, vecinos y arqueólogos siguen trabajando para intentar recuperar estas fortalezas del Viejo Reino. «Se trata de una recuperación simbólica. Los castellanos derribaron nuestros castillos y nosotros los vamos a levantar de nuevo», afirma Iñaki Sagredo.I. V.