Jaime IGLESIAS
MADRID
Interview
IÑAKI DORRONSORO
CINEASTA

«Me molestan mucho las películas donde se ve la mano del director»

Nacido en Gasteiz en 1969, debutó con el cortometraje «El ojo del fotógrafo». En 2006 presentó en Zinemaldia su ópera prima, «La distancia» con Miguel Ángel Silvestre, José Coronado y Federico Luppi. Una década después vuelve a ponerse tras las cámaras con «Plan de fuga», un thriller producido por AtresMedia y protagonizado por Alain Hernández, Javier Gutiérrez y Luis Tosar que acaba de estrenarse.

“Plan de fuga” es el regreso de Iñaki Dorronsoro al cine de suspense, un género que le apasiona pero del que trató de huir buscando probarse en otros registros. La realidad del mercado, tozuda, y el buen momento que parecen vivir este tipo de narraciones le convencieron para rodar esta historia de robos muy apegada a la realidad social actual.

 

Han pasado once años desde «La distancia» y, a pesar de la buena recepción que tuvo, ha tardado en volver a dirigir. ¿Hacer cine se está poniendo cada vez más difícil?

Sí, pero en mi caso también tuvo que ver con mi falta de acierto para presentar el proyecto adecuado en el momento oportuno. Después de “La distancia” moví cinco o seis guiones por productoras pero ninguno interesaba. Cuando fui a hablar con la gente de Antena 3 lo hice para intentar que me financiaran un drama y aquello no les encajaba pero les gustó cómo estaba escrito así que me propusieron presentarles un proyecto más cercano al público. Eso, hoy en día, te conduce inevitablemente o a la comedia costumbrista o al thriller. Asumiendo que Dios no me ha llamado por el camino de la comedia, solo me quedaba una opción, aunque si te soy sincero no me apetecía regresar al thriller, porque tanto “La distancia” como mi primer cortometraje estaban dentro de ese registro y me apetecía cambiar.

¿Y cómo se convenció para volver al género?

Fue un amigo el que me convenció. Un día, mientras le daba vueltas a la propuesta de Antena 3, estaba tomando unas cervezas con él y me dijo: ‘¿Por qué no les escribes una de robos?’ Y enseguida pensé que dentro del género, las películas de robos, por estructura, son bastante entretenidas ya que la planificación del golpe, su ejecución y huida son circunstancias que atrapan al espectador. Así que me puse a ello.

Cuando presentó «La distancia» el thriller era un género atípico por estos lares y, sin embargo, ahora la cartelera está saturada de este tipo de propuestas. ¿A qué lo atribuye?

Hay varios factores. En primer lugar la edad del espectador medio ha bajado. Tenemos un público menor de 30 años que demanda, sobre todo, entretenimiento y un tipo de narración fluida, trepidante. Por otro lado, no conviene ignorar la irrupción de las televisiones privadas en la producción de películas y en este sentido tanto AtresMedia como Mediaset lo que buscan, es rentabilidad. Eso no quiere decir que el tipo de cine por el que apuestan no sea de calidad, que lo es, e incluso en algunos casos resulta audaz como “El hombre de las mil caras”, que a mí me pareció una película pasmosa en los riesgos que asume y en lo bien resuelta que está. Pero en esa búsqueda de rentabilidad es comprensible que apuesten por aquellos formatos que funcionan en taquilla y, hoy en día, el thriller y la comedia funcionan mucho mejor que el drama puro.

¿No hay riesgo de saturar al espectador de tanto reincidir en determinadas fórmulas? Ya no es que solo se produzcan thrillers sino que hay elementos que son comunes a muchas de las películas que se estrenan, empezando por el reparto.

Bueno, pero es que dentro del thriller existe también mucha heterogeneidad y una pluralidad de miradas que es de agradecer. Respecto a nuestros actores lo que pasa es que son muy buenos. Dirigir a gente como Tosar o como Javier Gutiérrez es un lujo, de hecho si me asegurasen que podría contar con ellos en cada una de mis siguientes películas, firmaba a ciegas porque además son actores muy polivalentes que lo mismo te valen para un thriller que para un drama o una comedia musical. El riesgo para el público no es ver siempre las mismas caras sino verlas en el mismo papel y eso no tiene tanto que ver con el talento de estos intérpretes como con la falta de imaginación de guionistas y directores.

Pero parece evidente que avanzamos hacia una homologación de los contenidos en la producción cinematográfica.

Sí, y es un riesgo que no debemos infravalorar. Va a ser difícil que volvamos a tener a una figura como Elías Querejeta, por ejemplo. Me refiero a ese tipo de productor de carrera impoluta, con olfato, que se la jugaba con directores desconocidos. Ahora mismo el panorama es otro. Pero eso no quiere decir que la política de producción de las televisiones privadas tenga que marcar la hoja de ruta de la cinematografía estatal. Para mí el escenario deseable siempre lo ofrece Francia donde, junto a producciones de empaque sostenidas por el dinero de los grandes grupos, existe también otro tipo de productores más independientes que, en muchos casos, son además exhibidores. Ahora mismo ese otro tipo de cine únicamente se hace en el Estado español con el sostén de TVE, que sigue siendo un apoyo importantísimo pero que no puede permitirse sufragar, con el dinero de todos, una película con un presupuesto de quince millones de euros. En Euskadi el escenario es similar y aunque tengo que agradecerle a EiTB haber sido los primeros en apoyar económicamente mi película, lo que está claro es que al ser una televisión pública su capacidad de inversión está muy limitada.

Volviendo a la génesis de «Plan de fuga» ¿cómo abordó la escritura del guion?

En Internet encontré bastante información sobre casos reales que me inspiraron, aunque algunas referencias tuve que desecharlas porque, como ocurre siempre, la realidad supera la ficción y cuando hago una película no me interesa contar cosas reales sino construir un relato creíble. En este aspecto también me resultó muy útil la asesoría que recibí de los bomberos de Gasteiz a la hora de mostrar el funcionamiento de una lanza térmica o de un traje ignífugo.

En esta película trabaja mucho las elipsis e incluso comienzas el relato de manera abrupta, omitiendo esa parte tan recurrente en el género de robos de presentación de los personajes, dejando que estos irrumpan directamente ante el espectador, dándose a conocer por sus acciones.

Hay muchos thrillers que entran muy rápido en la acción, como “Crash”, de David Cronenberg, o “Sospechosos habituales”, en los que antes de saber siquiera como se llaman los personajes ya les ves metidos en harina. Ese pulso y esa inmediatez es la que a mí me interesaba para “Plan de fuga”. Mi intención ha sido atrapar al público antes de que le haya dado tiempo a respirar. Los recursos que comentas tienen que ver, por lo tanto, con una opción narrativa y no tanto estética. Personalmente me molestan mucho aquellas películas donde se ve la mano del director, donde sientes que te están llevando, que hay alguien ahí oculto que pretende epatarte y basta con que intuyas sus intenciones para que en ti, como espectador, se produzca el efecto contrario.

En esa puesta en escena y en el uso que hace de recursos como la música, con un score de inspiración jazzística, evidencias una clara influencia del thriller norteamericano.

Lo del jazz fue una idea de Pascal Gaigne que al principio me suscitó dudas por demasiado obvia, pero al mismo tiempo Pascal es tan personal  en sus composiciones que, al final, me sedujo con esa capacidad para ser original a partir de algo tan elemental. Y respecto a lo de la influencia del cine norteamericano que comentas creo que es innegable lo que ocurre es que, al final, nos hemos globalizado y del mismo modo que en los años 80 contar una historia sobre mafias ambientadas en el Estado español chirriaba un poco, ahora hablas de crimen organizado y ya nadie te acusa de impostura por estar incorporando arquetipos del cine negro estadounidense a una realidad social como la nuestra.

Y dentro de la infinita variedad de registros que ofrece el género negro ¿con cuál se queda?

Me interesa mucho algo que trabajaron muy bien en el cine norteamericano de los años 70 y es esa capacidad para mezclar compromiso político y construcción de una narrativa que seduzca al espectador, conseguir hacer un cine socialmente útil sin renunciar al entretenimiento. Y te hablo de películas como “Chinatown”, “Los tres días del cóndor” o “Todos los hombres del presidente”. Ese tipo de propuestas me atraen muchísimo.