Pablo CABEZA
BILBO
Interview
JAVIER ALCIBAR
MÚSICO Y ESCRITOR

«La industria discográfica se mueve únicamente en asuntos muy trillados»

La infancia de Javier Alcibar la vive rodeado de literatura y poetas. La música llega un poco más tarde, pero ambas disciplinas van forjando el carácter artístico y emocional del músico y escritor. En el 98 forma parte de Los Golfos de Bizkaia hasta su rotura en el 98, un grupo de ritmo y blues con peso en Bizkaia. Alcibar es novedad con «Como si nunca hubiéramos venido», que presenta hoy en Fnac de Bilbo. 19.00.

No es sencillo ni ser poeta ni ser músico, dos tendencias del bilbaino Javier Alcibar que caminan con él entre pasos solitarios reconfortantes. “Como si nunca hubiéramos venido” es su segundo álbum en solitario tras una espera de trece años. También ha publicado dos libros de poesía “El baile de los cojos” (Pamiela) y “De inciertos destinos”(Bassarai) y se toma ahora un espacio para la edición de un tercer libro de poesía.

La influencia de la poesía en el disco se intuye desde la portada. En la arena está escrito el título del álbum “Como si nunca hubiéramos venido”, pero una ola ha borrado parte de este, lo que convierte el enunciado, ya poético de por sí, en una hermosa y profunda alegoría.

En el interior, catorce canciones acústicas salvo dos cortes con el apoyo de una guitarra eléctrica a cargo de Johnny Vincent, productor del disco y responsable de los estudios Joni Records Art.

Esa eléctrica aparece liviana en la primer título del disco, “Cristal de bohemia”, donde mana también la armónica de Alcibar, muy presente en el álbum. La canción es un hit rotundo, y no es el único del álbum, ya que más de media docena pueden disputarse lugares de honor. Alcibar es un excelente compositor ante todo, se cubre perfectamente con su voz y acústica, pero muchos solistas afamados o incluso grupos de pop-rock podrían versionar muchas de sus creaciones. “Bilbao song”, “Nana de la niña triste”, otro single, “A veces”, “Bala perdida”, inspirada composición para un grupo de pop con ambición, “Ruego de aterrizaje”, “No necesito desvelo”, de nuevo un single en su repertorio, son piezas, por inspiradas en música y textos, merecedoras de reconocimiento global. No obstante, se sabe cómo está la embarullada trama musical, así que solo resta pelear y tener suerte, por mucho que esto de la fortuna parezca un azar para mediocres. En cualquier caso, un álbum brillante de autor, de inspiradas canciones, de sentimientos e imaginación.

Javier Alcibar presenta “Como si nunca hubiéramos venido” hoy Fnac de Bilbo a partir de las 19.00 horas. Un encuentro reconfortante tanto por las canciones como por los textos.

¿Buenos recuerdos de juventud, de iniciación?

Tuve una adolescencia muy buena. Tengo grandes recuerdos del verano con mis amigos, con un bote de remos que todavía usamos y los primeros encuentros con las chicas, las hogueras en la playa y los baños nocturnos, escuchando a un guitarrista genial que era Raúl Llames, no dejando ni un solo pueblo de Bizkaia en fiestas sin ir. He ido bastante a mi aire y así he continuado posteriormente, con todo lo malo y lo bueno que tiene.

En una imaginaria carrera de inquietudes, ¿qué llegó antes a sus días de inquietud: la poesía o la música?

Siendo niño ya me interesaban las palabras. No sé qué entendería de las poesías que nos leía el maestro, pero me creaban como un mundo mágico en mi cabeza. Algunas de Machado, “Lindos pegasos, caballitos de madera”. No sé explicarlo. Mi hermana, unos años mayor que yo, ganó un premio de poesía con 18 años y mi madre siempre estaba leyendo y se hablaba de literatura en casa. La música también estaba presente. María Dolores Pradera y George Moustaki... A algunos poetas como Jorge Manrique los conocí por la música que sonaba en mi casa, de Paco Ibáñez. Luego Veneno cuyo primer disco no paraba de escuchar con 18 años, los Beatles ya estaban, los Stones después, Neil Young... Estando en primero de carrera vi en la televisión su unplugged y me impactó. Me gustaba mucho la música de los Andes y el primer instrumento que aprendí a tocar fue la kena, luego la travesera un poco y entré en la armónica por casualidad.

De José Agustín Goytisolo es la letra de «Bilbao song» y dos más, ¿es un influyente en su formación?

No estaba entre los poetas del 50 que más he leído. Es ahora cuando he aprendido a valorarlo más. Pero Goytisolo es un poeta que se nutre y continúa, por así decirlo, una poesía popular con raíces en el romancero, que es muy cantable. Ocurre lo mismo que con León Felipe, que sí puede haberme influido más. Son poetas muy cantables y que dicen claro. Por supuesto que me gusta la novela y nunca he descartado escribir una breve, pero la poesía al ser directa, voy a ella cuando lo necesito y no me planteo recrear un personaje. El personaje de mis poesías soy yo mismo o más bien no hay personaje. Forman parte de mí.

Han pasado trece años desde su primer álbum, ¿es de tramos? ¿Necesita motivaciones diáfanas?

Han sucedido una serie de circunstancias adversas. Ya tenía apalabrado el disco con el sello autor de la SGAE, pero el sello se cerró. Mis canciones gustaron mucho a personas como Aute, que intentaron apoyarme o Juan Ibáñez, director creativo de Warner, pero al final no pudieron hacer nada. La industria discográfica se mueve únicamente en asuntos muy trillados y comerciales. Decidí sacar el disco solo con la guitarra y me puse a grabarlo en Joni Records, donde aprendí mucho.

Si en un disco suena una guitarra acústica y una armónica, se tiende a pensar en Bob Dylan o en Neil Young, dicho de forma gruesa, luego está la traslación que haga cada uno de su poso cultural.

He escuchado mucho a Dylan y a Neil Young y a Los Who, pero también a Moustaki, a Brassens, a Paco Ibañez, a Silvio, a Veneno, a Antonio Vega a Itoiz... El idioma te lleva a una manera determinada de hacer. El inglés es monosilábico y tiene otro camino que empieza normalmente en la música y donde luego se acopla una letra. El castellano te obliga muchas veces a cambiar la melodía inicial o a adaptarla. Es decir, la letra y la música suceden a veces juntas.

Ha cuidado mucho el envoltorio: digipack de tres cuerpos, cuadernillo, todas las letras y cedé tipo vinilo con dígitos bañados en negro. Más esfuerzo y cariño no se le puede poner a un disco.

La portada y todo el diseño está basado en una foto hecha con mi móvil escribiendo muchos días en la arena de La Concha con un palillo y buscando el momento exacto en que llegaba la ola y se iba. Escribir en la arena o publicar, no es tan diferente. Al final no queda nada, solo la satisfacción por el resultado y el momento que viviste. ‘Como si nunca hubiéramos venido’ tiene diferentes lecturas, pero también la del ninguneo a la música personal. Se consume mucha, mucha mierda y parece ir en aumento.