Beñat ZALDUA
Periodista
CRISIS HUMANITARIA EN EL MEDITERRÁNEO

LOS RESCATES DE MIGRANTES, OBJETIVO DE LA EXTREMA DERECHA

Con España como ejemplo en la lucha contra la inmigración e inspirada por el modus operandi de Greenpeace contra los balleneros, la extrema derecha europea se organiza para torpedear el trabajo de las ONG dedicadas a rescatar migrantes en el Mediterráneo.

Cuando (la embarcación) ‘Aquarius’ partió del puerto de Catania, un pequeño bote con unas cuatro personas se acercó con una bengala y una pancarta. Nuestro equipo quiere agradecer a los guardacostas italianos su ayuda en el mantenimiento de la seguridad en una situación peligrosa». Así explica a GARA lo ocurrido el pasado 12 de mayo en el puerto siciliano Jana Ciernioch, miembro de SOS Mediterranee, organización que opera junto a Médicos Sin Fronteras el barco “Aquarius”, dedicado desde hace poco más de un año a rescatar migrantes en el Mediterráneo.

La lancha a la que hace referencia Ciernioch, interceptada por las autoridades italianas después de obstaculizar la salida de puerto del “Aquarius”, fue fletada por Defend Europe, una campaña contra la inmigración puesta en marcha por el movimiento identitario, la extrema derecha juvenil paneuropea con ciertos equivalentes al movimiento estadounidense Alt-Right, clave en la campaña a favor de Trump.

La acción fue una primera maniobra propagandística para dar a conocer una iniciativa que cuenta con su correspondiente campaña de micromecenazgo. El pasado cuatro de junio “The Guardian” sacó del anonimato dicha campaña de crowdfunding, tras lo cual la plataforma de pago online PayPal les cerró la cuenta en la que habían recolectado más de 50.000 euros en poco más de dos semanas. En la actualidad, la recolecta sigue a través de la web de Defend Europe, en la que bajo el lema «Vamos a detener la invasión y las muertes en el mar», los autodenominados activistas piden apoyo económico para costear los viajes, fletar barcos, comprar material para documentar sus acciones e investigar a las ONG que trabajan en el Mediterráneo rescatando a migrantes.

Las ONG, en el punto de mira

Uno de los elementos que más llama la atención del argumentario de Defend Europe (ninguno de cuyos portavoces contestó las preguntas de este periódico) es su fijación con las ONG, a quienes ponen constantemente en el centro de su particular diana –mucho más que a los propios migrantes, de los que se limitan a denunciar que los que llegan al Mediterráneo son los que tienen miles de euros para pagar a las mafias y, por tanto, alegan, no tienen necesidad real de abandonar sus países–.

Entre los pretendidos argumentos que la extrema derecha desgrana para atacar a organizaciones como SOS Mediterranee destaca, por ejemplo, la acusación según la cual el trabajo de las ONG genera más muertes en el mar debido a su efecto llamada. Es decir, como hay embarcaciones que esperan en aguas internacionales a que las barcazas de migrantes salgan de aguas libias para realizar el rescate en caso de emergencia, serían cada vez más los que se atreverían a echarse al mar de forma cada vez más precaria. A modo de supuesta prueba, aseguran que en 2017 ha muerto una de cada 37 personas que trató de cruzar el Mediterráneo, mientras que en 2016 murió una de cada 136.

El principal problema del perverso argumento es que es falso: según la Organización Internacional para las Migraciones, el flujo de migraciones ha descendido notablemente. Entre el 1 de enero y el 18 de junio de este año 81.292 migrantes cruzaron el Mediterráneo de sur a norte, mientras que en el mismo periodo de 2016 lo hicieron 215.702 personas. Es verdad que la ratio de muertes ha crecido, pero es estúpido achacarlo a un supuesto efecto llamada de las ONG.

Otro de los argumentos es acusar a las ONG de violar la Ley Marítima que dice que la persona rescatada debe ser llevada al puerto seguro más cercano. El problema estriba en qué se considera puerto seguro: para la extrema derecha, Libia es perfectamente homologable en cuanto a seguridad, algo que organizaciones como SOS Mediterranee niegan. Según explica Ciernioch, «los rescatados por nuestros equipos tienen diferentes razones para abandonar sus países de origen, pero todos coinciden en el mismo objetivo inmediato: escapar de Libia, que describen como un infierno».

Pero el argumento estrella, sin duda alguna, es equiparar el trabajo de las ONG con el de las mafias. «Hay evidencias de que las ONG cooperan con los traficantes en Libia»; «participan en el negocio global del tráfico humano»; «recogiendo a los migrantes cada vez más cerca de la costa Libia, las ONG están trabajando en concierto con los criminales», son frases que se repiten constantemente en el argumentario ultra.

El principal peligro es que estos razonamientos beben de las denuncias realizadas por altos cargos públicos como el fiscal jefe de Sicilia, Carmelo Zuccaro, o el propio jefe de la agencia europea de fronteras Frontex, Fabrice Leggeri, que en febrero declaró que los rescates de las ONG «envalentonan a los traficantes». Ciernioch contesta de forma franca: «Estas acusaciones forman parte de los enormes desafíos a los que nos enfrentamos diariamente». «SOS Mediterranee fue fundada porque creemos que es inaceptable abandonar la gente a su suerte sin extenderles la mano. Toda persona a la deriva en el mar debe ser rescatada y tratada con dignidad, no importa de dónde venga ni adónde vaya: salvar vidas es un deber moral y legal, seguiremos con nuestro trabajo», añade.

España, como ejemplo a seguir

Otro de los elementos llamativos de la campaña de Defend Europe –que se esfuerza en vincular la migración a los atentados yihadistas y desligarla de cualquier componente político ligado a los refugiados– es que entre los ejemplos a seguir que cita destaca el de España, con su concertina en Ceuta y Melilla, su Tarajal y su negra historia de cayucos a la deriva. «Todos los migrantes ilegales deben ser recogidos, rescatados y devueltos al Norte de África. Tras pocos meses, el negocio de los traficantes de seres humanos colapsará y con él, las muertes en el mar, como muestran los ejemplos de Australia y España», aseguran en su web, en la que el carácter ultra de la campaña apenas logra ser disimulado: «La migración masiva y la Gran Sustitución (así en mayúscula) en Europa solo puede ser prevenida con una política de fronteras cerradas, cultura fuerte, re-emigración y ayuda directa en el lugar».

Tampoco se esconden a la hora de fijar objetivos: «Nuestra meta es bloquear las actividades ilegales de las ONG tanto como sea posible. Con un buque de alta mar queremos seguirlos, documentar sus actividades y confrontar con ellos en los mares. Como Greenpeace ante los balleneros». La acción del 12 de mayo con una pequeña lancha en Catania no fue, por tanto, más que un aviso.

Al otro lado de la barricada y el sentido común, Ciernioch contesta el mail de GARA a bordo del propio “Aquarius”: «La acción humanitaria no es la causa de la situación actual en el Mediterráneo, sino una respuesta. Llevando a cabo la labor de búsqueda y rescate marítimo, las organizaciones humanitarias han salvado a decenas de miles de personas de morir ahogadas en los últimos años. Sin nuestra presencia en el mar, mucha más gente moriría».

Epílogo obligado: 12 días después de la acción de Defend Europe, el “Aquarius” salvó la vida de 1.004 personas en solo una jornada.

 

El flujo de migrantes desciende, la mortalidad en el mediterráneo crece

Pese a la propaganda de grupos de extrema derecha impulsores de la campaña Defend Europe, que aseguran sin fundamento ninguno que el 40% de los habitantes de los países pobres querrían vivir en Europa, lo cierto es que el flujo de migrantes en la primera mitad de 2017 ha descendido notablemente. También es cierto que la reducción se debe en gran medida al freno que ha supuesto el acuerdo alcanzado por la Unión Europea y Turquía, destinado a que el segundo país cierre la puerta de Europa a migrantes y refugiados a cambio de dinero y silencio. De las 157.676 personas que llegaron a Grecia desde Turquía entre el 1 de enero y el 18 de junio de 2016 se ha pasado a un total de 8.323 durante el mismo periodo de 2017. El balance global ha pasado de 215.702 en 2016 a 81.292 este año.

Lo más grave, sin embargo, es que el descenso no ha sido equivalente en número de muertes. Durante el primer semestre del año pasado murieron atravesando el Mediterráneo 2.911 personas –siempre según la OIM–, mientras que este año, con muchos menos migrantes, van ya 1.985. B. Z.