Aritz INTXUSTA
IRUÑEA

La Caravana Mugak Zabalduz emprende el regreso después de revolucionar Melilla

Los representantes vascos de la caravana Mugak Zabalduz ya están de regreso tras varios días llenos de protestas y aprendiendo sobre la situación de los migrantes. En todo momento, sus acciones en Melilla estuvieron controladas mediante un desorbitado despliegue policial. Las autoridades melillenses amenazan ahora con acciones legales.

Las autoridades de Melilla han sido desbordadas por las acciones de la Caravana Mugak Zabalduz (Abriendo Fronteras), en la que participaron unas 500 personas de todo el Estado (aproximadamente, la mitad de ellos de Euskal Herria). Prueba de ello es la histérica reacción que han tenido por la aparición de unas pintadas en el Paseo Marítimo de Melilla un día después de que los solidarios se hubieran marchado. En ellas se leían lemas como “No son muertes, son asesinatos” y “Cíes y fronteras, así se crea la riqueza europea”. El Gobierno de la Ciudad Autónoma estaría estudiando denunciar a los organizadores por «vandalismo». Según la prensa local, «aunque las pintadas no tienen firma, nadie duda de que los autores son miembros de la caravana».

La presencia de la caravana ha conmocionado a una ciudad. Uno de los actos de mayor repercusión fue la protesta contra un acto de Fernández Díaz en la ciudad para hablar de la Laureada del Regimiento Alcántara. Los miembros de la caravana acudieron con sus pancartas a recriminarle por las muertes en el Tarajal, la reimplantación de un modelo de concertinas más lesivo y le tacharon de «criminal» por las muertes que dejó en la frontera su política de puertas cerradas. El propio vicepresidente del Gobierno melillense intervino insultando a los solidarios a quienes acusó de «perroflautas». Daniel Conesa les emplazó a protestar con la misma intensidad contra los «agresores de guardias civiles» y les acusó de «filoterroristas».

Franco y despliegue policial

Durante las jornadas de protesta en Melilla, los activistas se atrevieron a subvertir iconos de la ciudad. Incluso llegaron a atar un pañuelo con los colores republicanos a la estatua del dictador Francisco Franco, a la que también colgaron varios carteles con calificativos de «genocida» y «asesino».

Enrique Delgado –periodista local y autor del blog que destapó el enterramiento con honores de Sanjurjo– describe una situación casi de acoso policial a la caravana. Muchos de sus actos estuvieron vigilados de forma permanente por un helicóptero policial. De hecho, hasta el Sindicato Unificado de la Policía emitió un comunicado oficial quejándose del dispositivo. Según el SUP, se tuvieron que «desmantelar temporalmente» unidades para las labores de vigilancia, pues la llamada Unidad de Prevención y Reacción no tenía efectivo suficientes.

Arantza Gutiérrez, miembro de la caravana, relataba a GARA que ayer se habían detenido en una zona de invernaderos en Almería para conocer la realidad que espera a quienes consiguen cruzar las fronteras. «Esto es lo que les ofrece la Europa soñada: esclavitud», resumió ayer Gutiérrez, que también participó en la caravana del año pasado, cuando viajaron hasta Grecia.

«Hemos trabajado por grupos, conociendo la realidad de los niños de la calle, de los CIE, aunque en Melilla nos bloquearon el acceso a la frontera del barrio chino y solo pudimos estar en la oficial», explicó. Así, han tratado de primera mano problemáticas de una dureza salvaje, como la de la prostitución de menores en centros de internamiento, que desemboca también en algunos casos en embarazos no deseados. Frente a las trabas y la cerrazón que han puesto las autoridades a la comitiva, Gutiérrez destaca el apoyo de la gente que trabaja allí por los derechos humanos. «Se han volcado con nosotros, pero es gente que está muy sola y que merece que se le apoye», manifestó.

Los autobuses vascos confiaban en llegar a Euskal Herria de madrugada. Nagore Gabilondo, de Iruñea, aseguraba que el viaje de ocho días les ha dejado «hechos polvo», también les ha servido para «cargar las pilas, pues una experiencia tan intensa hace que cojas energía para seguir peleando por esa gente».