T. FERNÁNDEZ
Donostia

EL FRAUDE DE LOS HUEVOS NO HA CREADO, AÚN, ALARMA ALIMENTARIA

El escándalo de los huevos contaminados con insecticida no ha originado una alarma generalizada entre los consumidores europeos. Las autoridades sanitarias subrayan su «débil» toxicidad y las cadenas de distribución se apresuran a retirar lotes afectados.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) tiene calificado al fipronil como un ingrediente activo que se utiliza como insecticida, ya sea por contacto o por ingestión, en el control de múltiples especies. En cuanto a su toxicidad en humanos, lo clasifica como «moderadamente peligroso», mientras que la EPA (la Agencia de Protección Ambiental de EEUU) le ha puesto la etiqueta de «moderadamente tóxico». Y ampliando el enfoque a otras especies, su toxicidad es «alta» para las aves y «extrema» para insectos como las abejas.

En uno de los manuales de plaguicidas de la OMS se señala que el fipronil puede aparecer bajo las siguientes marcas comerciales: Bemol, Blitz, Chipco Choice, Cosmos, Goliath Gel, Klap, Maxforce, Regent, Sofion, Termidor, Thunder, Tim-Bor. También se incluye en otras marcas como Formidor.

Desde que se ha desvelado el fraude de los huevos contaminados procedentes de granjas de Bélgica y Países Bajos, distintas agencias sanitarias europeas han incidido en cuáles son las posibles repercusiones en la salud humana de la ingesta de algunos de esos lotes o de productos que hayan sido elaborados a partir de los mismos (como la yema líquida o la mayonesa). En todos los casos, hasta el momento las notas oficiales no han encendido las alarmas en cuestión sanitaria, por lo que el foco se ha colocado más intensamente sobre el fraude, es decir, sobre la forma en que estos alimentos contaminados con un insecticida cuyo uso en la cadena alimentaria está prohibido en la UE han saltado todos los controles y han llegado a los supermercados de medio Europa e, incluso, a algunos del Lejano Oriente, como ha ocurrido en Hong Kong.

Uno de los últimos capítulos sobre este escándalo se ha escrito en Euskal Herria. Como indicó el pasado sábado el Departamento de Salud del Gobierno de Lakua, el viernes recibió una notificación sobre la presencia de una partida de veinte toneladas de huevo líquido pasteurizado contaminada con fipronil procedente del Estado francés. El lote fue inmovilizado y así se impidió que siguiera avanzando en la cadena de fabricación de productos alimenticios. En su nota, el Departamento de Salud no incluyó ningún detalle sobre las posibles consecuencias de comer algún producto con fipronil y, tras asegurar que mantiene «activados todos los dispositivos de vigilancia para esta alerta», se limitó a adelantar que en los próximos días se procedería a la destrucción de esta partida detectada en Bizkaia.

El ministro francés de Agricultura, Stéphane Travert, que confirmó que en el Hexágono se han vendido en el mercado más de 200.000 huevos contaminados con fipronil, importados de Bélgica y Países Bajos, descartó cualquier riesgo para la salud humana. En unas declaraciones a la emisora RMC, señaló que «los niveles de contaminación no representan un riesgo para el consumidor», aunque invitó a las empresas a que, si lo prefieren, los destruyan o los descarten. Por el momento, esos huevos no pueden ser vendidos a la espera de la investigación encargada a la Agencia Francesa de Seguridad Alimentaria (Anses), pero Travert indicó que, en caso de que los resultados sean negativos, las empresas que han recibido esos lotes podrán ponerlos de nuevo a la venta.

El viernes, la Anses calificó de «muy débil» el riesgo para la salud «teniendo en cuenta las concentraciones observadas a día de hoy». «La cantidad máxima de huevos que pueden ser consumidos varía desde uno (para los niños de 1 a 3 años) a diez por día (para una persona adulta)», «sin exponerse a un riesgo agudo», indicó.

Mucha confusión

En declaraciones a Efe, el experto y toxicólogo de la Universidad de Lovaina (Bélgica), Alfred Bernard, insistió en que los consumidores pueden estar tranquilos y que las medidas de precaución tomadas hasta el momento responden más a un fraude legal que a un «peligro» real de intoxicación. «No hay riesgo para la población en este momento. Está limitado y potencialmente es muy improbable», precisó.

No obstante, el asunto ha creado cierta alarma y mucha confusión en Países Bajos y en Bélgica, donde se han detectado trazas de fipronil superiores al umbral de riesgo establecido por la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), en 0,72 miligramos por kilo de alimento. Bernard subrayó que estos niveles tendrían que superarse «durante un periodo muy prolongado para que entrañaran un riesgo de intoxicación crónica», y aseguró que no ha habido ningún caso de muerte en Europa. «El riesgo es casi inexistente porque la duración de la exposición es limitada, hay un margen de seguridad muy alto y la probabilidad de que una persona consuma todos los días huevos contaminados es muy limitada», explicó.

Según las cifras facilitadas por este experto, una persona tendría que consumir al menos 10.000 huevos contaminados, durante un corto periodo de tiempo, para poner en riesgo su salud. No obstante, propuso a los consumidores «alternar las marcas» que consumen para minimizar la exposición.

La agencia France-Presse también comenzaba uno de sus reportajes señalando que entre los consumidores europeos hay «cierta inquietud, pero no psicosis». «Yo no compraré mayonesa mientras esta historia no quede totalmente aclarada», comentó a AFP Hans Grofferbert, un empleado federal alemán que da prioridad a la prudencia a la hora de hacer sus compras. Pero por el momento, la mayoría de las ciudadanas y ciudadanos europeos prefieren creer en los comedidos mensajes en tono tranquilizador por las autoridades. «El artículo que he leído esta mañana decía que no hay riesgos para la salud; por lo tanto, continuaré comprando huevos», indicaba Jacky Kur en un supermercado londinense. Jean, una joven neerlandesa, también se sentía segura tras la retirada de muchas partidas de huevos realizadas por las cadenas que comercializan estos productos. «Ellas verifican a fondo el estado de los huevos», sostuvo.

 

Austria detecta Lotes contaminados procedentes de cuatro estados

La comercialización del fipronil como insecticida para combatir algunas plagas de parásitos está autorizada en Europa desde 1993, cuando la farmacéutica francesa Rhône-Poulenc la introdujo en el mercado. Desde entonces, se utiliza para el tratamiento del ácaro rojo en semillas o animales domésticos como perros y gatos, aunque este uso también está limitado por su contribución al declive de las abejas, como informó Mònica Faro, desde Bruselas, para la agencia Efe. De hecho, en 2013, la Unión Europea acordó restringir el uso de este neonicotinoide al tratamiento de semillas utilizadas en invernaderos, así como a semillas de puerro, cebollas y chalotas para ser sembradas en campos y cosechadas antes de la floración. Gran Bretaña, el Estado español y la República Checa se opusieron entonces a esta restricción por considerar que no había pruebas suficientes que mostraran su impacto en abejas o por no contar con una sustancia alternativa.

El toxicólogo de la Universidad de Lovaina, Alfred Bernard, indicó que la licencia de comercialización del fipronil en la UE finaliza el 30 de setiembre y no está previsto que se renueve. Manifestó que «probablemente» se introducirá otra nueva sustancia alternativa en el mercado, ya que, a día de hoy, «hay otros insecticidas que pueden reemplazar el fipronil». «La sustancia no se prohíbe necesariamente por razones de seguridad, pero sí de eficacia», subrayó al incidir en la tolerancia que generan con el tiempo los pesticidas tanto en animales como en cultivos.   GARA

La licencia de comercialización del fipronil caduca el 30 de setiembre

La comercialización del fipronil como insecticida para combatir algunas plagas de parásitos está autorizada en Europa desde 1993, cuando la farmacéutica francesa Rhône-Poulenc la introdujo en el mercado. Desde entonces, se utiliza para el tratamiento del ácaro rojo en semillas o animales domésticos como perros y gatos, aunque este uso también está limitado por su contribución al declive de las abejas, como informó Mònica Faro, desde Bruselas, para la agencia Efe. De hecho, en 2013, la Unión Europea acordó restringir el uso de este neonicotinoide al tratamiento de semillas utilizadas en invernaderos, así como a semillas de puerro, cebollas y chalotas para ser sembradas en campos y cosechadas antes de la floración. Gran Bretaña, el Estado español y la República Checa se opusieron entonces a esta restricción por considerar que no había pruebas suficientes que mostraran su impacto en abejas o por no contar con una sustancia alternativa. El toxicólogo de la Universidad de Lovaina, Alfred Bernard, indicó que la licencia de comercialización del fipronil en la UE finaliza el 30 de setiembre y no está previsto que se renueve. Manifestó que «probablemente» se introducirá otra nueva sustancia alternativa en el mercado, ya que, a día de hoy, «hay otros insecticidas que pueden reemplazar el fipronil». «La sustancia no se prohíbe necesariamente por razones de seguridad, pero sí de eficacia», subrayó al incidir en la tolerancia que generan con el tiempo los pesticidas tanto en animales como en cultivos. GARA