GARA
WASHINGTON

EEUU inicia la revisión del TLCAN con el objetivo de reducir déficits

La primera ronda de la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) servirá para aclarar en qué términos pretende modificar el actual inquilino de la Casa Blanca el acuerdo que, durante más de veinte años, ha servido de base para las intensas relaciones comerciales entre Estados Unidos, México y Canadá.

Los tres socios del TLCAN (conocido en inglés como Nafta) parten de posiciones muy distintas en esta primera ronda de negociaciones que, si se cumple el calendario previsto, se cerrará el próximo domingo en Washington. La iniciativa la ha tomado EEUU y es consecuencia del ideario proteccionista enarbolado por Donald Trump durante la campaña que le llevó hasta la Casa Blanca. Por tanto, para sus socios no supone una sorpresa, eso sí, después de asimilar la que supuso la propia victoria electoral del ahora presidente estadounidense.

Trump cree que, en los términos actuales, el TLCAN es perjudicial para su país porque, según afirma, ha provocado la destrucción de millones de puestos de trabajo en EEUU a cuenta, sobre todo, de la deslocalización de la producción industrial y, de paso, ha contribuido sustancialmente a elevar el déficit comercial.

Las estadísticas confirman que en la balanza estadounidense pesan más las importaciones que las exportaciones. Como se observa en la infografía adjunta, desde que entrara en vigor el tratado, en 1994, el déficit general de EEUU ha pasado de 12.600 millones de dólares a 75.300 millones en 2016; es decir, se ha multiplicado por seis. Los intercambios bilaterales con México y Canadá ofrecen resultados negativos para EEUU –de 64.400 millones y 10.900 millones respectivamente– pero no son las únicas fuentes de este desequilibrio, al que contribuye especialmente el comercio con China.

El presidente estadounidense es consciente de la amplitud del “problema” y, por ello, también ha lanzado sus dardos contra China, que además es el principal acreedor de EEUU; contra Alemania, creando situaciones incómodas a nivel diplomático como en las últimas reuniones del G-8 y del G-20; e incluso contra Japón, pese a que este es uno de los socios clave en los que se apoya la geopolítica estadounidense en Asia-Pacífico y, más concretamente, en el conflicto con Corea del Norte.

Intercambios comerciales

México envía la mayor parte de sus mercancías (80%) hacia EEUU, al igual que lo hace Canadá (74% en 2015). Pero, aunque Trump no suele subrayar esto, también son grandes consumidores de productos yankees. EEUU es el primer suministrador de su vecino del norte: hace dos años envió mercancías por valor de 288.000 millones de dólares, un 70 % de las importaciones totales de Canadá y muy por encima de China, el siguiente país en este ranking con “solo” 16.500 millones. El vecino del sur también tiene como principal origen de sus importaciones a EEUU, desde donde llega el 50% del total, lo que supuso un desembolso de 188.000 millones de dólares en 2015.

Conviene destacar que, además, EEUU tiene una dependencia comercial estratégica respecto a Canadá, ya que gran parte de la electricidad que consumen algunas de sus regiones más industrializadas proviene de ese país. De las importaciones que llegan desde México, la mayoría son bienes manufacturados, desde vehículos a productos agrícolas transformados.

El empleo industrial

«Vamos a negociar los acuerdos comerciales para que sean beneficiosos para los trabajadores estadounidenses. Ya era hora». Este es uno de los mensajes más repetidos por Trump al justificar su oposición tanto a los tratados comerciales ya en vigor, como el TLCAN, como a los que EEUU ya había dado su visto bueno antes de su llegada a la Casa Blanca: el TPP (Transpacífico) y el TTIP con la UE.

En este apartado, las diatribas del presidente estadounidense tienen menos soporte estadístico. Por un lado, porque en el periodo en el que el TLCAN ha estado en vigor no se ha destruido empleo neto en el sector industrial de su país; al contrario, se ha incrementado en 32 millones de personas hasta superar los 146 millones de trabajadores. Y, por otro, porque la relativa pérdida de peso de la industria ha venido motivada por el auge de las compañías tecnológicas, como Apple, Microsoft o Amazon.