Pablo CABEZA
BILBO

Verano del Amor, cincuenta años de contracultura y amor

En 1967, en San Francisco se dan las circunstancias para que se proponga y lidere un cambio socio-cultural que para la época supone una revolución. El modo de vida en el barrio de Haight-Ashbury, donde arriban jóvenes con nuevos ideales, se convierte en centro creativo. La música será el vehículo necesario para propagar la contracultura.

Una de las mejores canciones de la historia de la música se titula “San Francisco, (be sure to wear some flowers in your hair)”, cantada con dulzura expresiva por Scott McKenzie. Fue su único éxito, pero la letra y la melodía lo inmortalizaron. McKenzie cantaba: “Si vas a San Francisco, asegúrate de llevar flores en el cabello... Si vas a San Francisco, el verano será una celebración de amor”. Su autoría pertenece a John Philips, componente de The Mamas & the Papas, quien conoce a McKenzie por coincidir en varios proyectos anteriores. Ninguno de los dos había nacido en San Francisco, pero en el 67 eran parte de la ciudad y del movimiento hippie. “San Francisco...” fue un éxito mundial con la consiguiente traslación del espíritu que la creó.

McKenzie fallecía en el verano de 2012 a los 73 años. John Philips lo hacía en 2001 a los 65 tras el grave deterioro sufrido por el consumo prolongado de alcohol y drogas. En 2009, su hija Mackenzie Phillips publicó “High on arrival”, donde confiesa que su padre le introdujo en el mundo de las drogas y que fue sometida a continuos abusos sexuales por parte de este, casi siempre bajo los efectos de las drogas.

En San Francisco confluyen los beatniks de la zona de North Beach y los estudiantes de la Universidad de Berkeley, sensibilizados con la guerra del Vietnam y el modelo social. A la ciudad acuden asimismo jóvenes de otras zonas de California... y Europa seducidos por el ambiente de la ciudad y su “revolución”. Se vive, en parte, en grandes casas convertidas en comunas. Grateful Dead comparte una amplia vivienda victoriana en Ashbury Street. Janis Joplin vive a unos metros. Cerca se encuentra Joe McDonald, de la banda político-sicodélica Country Joe and the Fish, que en 1967 publicó el explícito “Electric music for the mind and body”. Jefferson Airplane reside en las cercanías, en la Fulton Street, lugar de grandes fiestas.

Diseñadores propagan un tipo de colorismo y arte. Se abren tiendas de ropa que hoy serían actualidad (lo siguen siendo en la actualidad), proliferan comercios con tendencia vegetariana. Poetas, pensadores... No obstante, San Francisco también tenía su cara oscura, la de cientos de jóvenes vagabundeando, colgados, perdidos en un paraíso que no era tal y como se lo habían imaginado en su “viaje”.

Las artes visuales sicodélicas estuvieron lideradas por la música pop. Pósters de conciertos, portadas de discos, murales, cómics, periódicos underground y otros medios reflejaron patrones caleidoscópicos de las alucinaciones lisérgicas o bien obras donde el colorido y las formas se personalizaban para reflejar los nuevos sentimientos y aquellos surgidos de los estados alterados de conciencia. De hecho, en 1959 el siquiatra angelino Oscar Janiger condujo un experimento clínico en el que propuso que cincuenta artistas gráficos dibujaran una pintura sin la influencia de substancias sicodélicas, en general ácido lisérgico (LSD) y, después, otra bajo sus efectos. Las pinturas reflejaron que el LSD había contribuido a su creatividad. En música las canciones y álbumes inspirados bajo el efecto de las drogas son innumerables.

En el 66, Rick Griffin, natural de Palos Verdes, California, donde dibuja especialmente motivos relacionados con el surf, se mueve a San Francisco, viviendo en su camioneta por un tiempo, y relacionándose con los Jook Savages (grupo surfero) para quien Griffin crearía su primer cartel. En poco tiempo su trabajo es valorado por la escena global de la ciudad y su creativa mezcla de nativos americanos, surf y las influencias sicodélicas inciden en la escena musical. Todos quieren que el melenudo Griffin confeccione sus carteles, desde Jimi Hendrix a los Doors, aunque su obra más popular se asocia con The Grateful Dead. Griffin diseñaría algunos de los carteles más conocidos de la época y portadas de discos como “Aoxomoxoa”. Griffin se une con otros artistas (Alton Kelley, Stanley Miller, Victor Moscoso...) para formar en Berkeley Bonaparte, empresa especializada en carteles sicodélicos.

El póster que dibuja para un festival en el Golden Gate Park, en blanco y negro mostrando a un jefe indio montado a caballo con una guitarra eléctrica, fue el inductor de que miles de jóvenes acudieran a un evento que prendió la mecha del verano del amor. En un momento dado de la década de los setenta se pasa al cristianismo, por lo que cambia de estilo.

El movimiento hippie respalda una vuelta a la naturaleza, desprenderse de los excesos de la sociedad de consumo. Aboga por el amor y la paz, por lo que se une al movimiento contra la guerra del Vietnam, y encuentra en las artes un medio de propagación combativa, en especial en la música, que se difunde gracias al nacimiento de numerosas emisoras de FM. Los músicos de la escena sicodélica proceden de diversos ámbitos musicales, pero su base radica en el folk, el rock, el blues y el bluegrass. No faltan los acid test de Ken Kesey, pionero en la experimentación lúdica y espiritual con LSD y marihuana. A bordo de un autobús pintado con colores fluorescentes que llamaron “Further” (“Más allá”), los Pranksters, grupo de apoyo, recorrieron Estados Unidos y estableciendo elementos retóricos y visuales que después popularizó el movimiento hippie, según él trivializándolo. En este peregrinaje contaron con la colaboración de Grateful Dead, que acompañaba con sus improvisaciones sicodélicas las sesiones abiertas de consumo de LSD. Jefferson Airplane le dedican “Whitte rabbit” y “Running around the world” al ácido lisérgico, no son los únicos.

Monterrey, la cumbre

El Verano del Amor desemboca en el primer festival al aire libre de grandes dimensiones, el Monterey International Pop Music Festival. Se celebra del 16 al 18 de junio. El festival fue organizado por John Phillips, el productor Alan Pariser, y el publicista Derek Taylor. Ningún artista cobró, salvo Ravi Shankar, a quien se le pagaron 3.000 dólares por gastos. Todos los ingresos se donaron a actos de caridad. Fue el primer festival grabado y con buenos medios. Perspicacia organizativa. Y años después pudo presentarse en diferentes cines, incluido Euskal Herria. Cines repletos y la constatación de un movimiento que aquí llegaba resquebrajado.

Monterrey fue el inició de la carrera para muchos artistas participantes, algunos desconocidos, otros con éxito en Gran Bretaña, pero no en EEUU, como el caso de Jimi Hendrix. Allí estuvieron The Who y Hendrix rivales en GB y por despuntar a este lado del Atlántico, Pacífico para la ciudad de Monterrey. Pete Townshend (The Who) y Jimmy Hendrix tuvieron su particular guerra por ver qué guitarrista llamaba más la atención. En este aspecto ganó Hendrix al terminar quemando su guitarra. Monterey fue también diferencial por incluir en el cartel a Otis Redding ante una audiencia predominantemente blanca y cuando aún en el sur muchos afroamericanos eran tratados como esclavos o “diferentes”. Tocaron, entre otros: The Animals, Simon and Garfunkel, Canned Heat, Big Brother and the Holding Co, Country Joe and the Fish, Quicksilver Messenger Service, Steve Miller Band, Moby Grape, The Byrds, Jefferson Airplane, Buffalo Springfield, Scott McKenzie, Grateful Dead... y The Mamas & the Papas. El festival fue un triunfo de la organización y la cooperación. Con mérito aún mayor al no contar con antecedentes similares.

En el verano del 67 los Beatles deslumbraban con el sicodélico “Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band”. El álbum estuvo 27 semanas en la cima de las listas de Gran Bretaña y quince en EEUU, donde fue desbancado por una jovencita llamada Bobbie Gentry. 1967 puede considerarse el año más majestuoso de la era rock, aunque el concepto de amor libre, el no a las guerras, el contrasistema... ya venía del 66 y se prolongaría con fuerza dos años más para culminar en el festival Woodstock.