Pablo CABEZA
BILBO
Interview
JABIER MUGURUZA
MÚSICO

«Fui consciente de que la comodidad no era la mejor amiga del arte»

Le ha cantado a Leonard Cohen, y a Jackson Browne, y si el primero podía sonar elegante y revisar sus arreglos sin complejos por qué no el propio Muguruza. Conoce a Napoka Iria, surge la inquietud, ahora transformada, junto a Ander Mujika, en el fluvial y sensitivo pop de «Leiho bat zabalik».

El próximo 22 de noviembre Muguruza se desplaza hasta Madrid para rendir un homenaje colectivo a Leonard Cohen por el primer aniversario de su muerte. Si su admirado Cohen no tuvo complejos en cambiar arreglos, fondos, parece lógico que tampoco los tenga un seguidor. Y justo es lo que ha hecho Jabier con “Leiho bat zabalik”, su álbum número quince.

Nos resulta imposible discernir si es o no su disco más atractivo, no es comparable, así que dependerá de emociones. Pero lo que sí tenemos claro es que esta sonoridad es inédita en él y que el resultado es delicadamente estético y envolvente. Entre Jabier, Ander Mujika y el sideral Carasueño han convertido la nueva propuesta en un ejercicio de estilo, ambientes y diferentes tonos otoñales.

Contábamos con preferidas, el bloque “Leiho bat zabalik”, “Spam kantu”, “Ez zait gustatzen poesía”, con Miren Iza (Tulsa) a la segunda voz, “140”, “Izana, izatekoa”, “Etxera iritsi”..., pero sucesivas escuchas nos han desgarrado las conclusiones en favor del clima global.

Con todo, reparamos en “Izana, izatekoa” porque además de ser una espléndida canción con una atmósfera conmovedora, le canta al Alzheimer, devastadora enfermedad que también alcanzó a la ama de Jabier, Pepi Ugarte (pintora), y hermano –y a quien tuvimos el noble placer de conocer hace años–, y que fallecía tan solo hace unos días. Su texto, melodía y arreglos sintetizan el aspecto aguerrido y delicado de “Leiho bat zabalik”.

A Muguruza se le podrá ver, entre otras fechas, el 10 de diciembre en Plateruena de Durango y el 18 de enero en Kafe Antzokia de Bilbo. Luego llegarán Barcelona, Bergara, Elgoibar, Madrid...

¿Tiene algún temor a desubicarse con el cambio de sonoridad, no saber dónde está situado? ¿Sigue desayunando lo mismo?

Precisamente lo que busco es desubicarme un poco, tenerlo todo (artísticamente) menos controlado. Ruiz Balerdi decía que había pasado de la pintura figurativa a la abstracta en clave lúdica. Yo también quiero jugar más. En lo de desayunar soy de la línea Krahe, que decía que siempre enfrentaba el nuevo día, con todos sus problemas, pensando en el desayuno.

¿De qué manera surge la idea de modificar el revestimiento de sus melodías?

Quería cambiar. Iba notando en mi interior una necesidad, algo que me empujaba al cambio. Y la verdad es que estaba muy a gusto con Mikel Azpiroz, a nivel musical y humano. Fíjate, con ese cuarteto maravilloso de jazz de “Tonetti anaiak” estaba realmente cómodo, pero a la vez era más consciente de que la comodidad no es la mejor amiga del arte.

¿Ha estado convencido en todo momento de lo que grababa? ¿Recordaba el lenguaje académico y formal de tiempos pretéritos?

He tenido mis dudas. Siempre las tengo. Soy un tipo con bastantes dudas y unas pocas certezas, que intenta agudizar su olfato (intuición artística) para que obedezca a mi forma de hacer más íntima y personal. Ese “ser una persona con dudas” creo que le da más mérito aún a que me atreva a hacer ciertas cosas atrevidas, como este cambio de registro (y ahora me doy un golpecito en la espalda, ja, ja, ja).

¿Cómo conoce a Ander Mujika y cómo se perfilan los pasos? ¿En una charla de bar tras unas cuantas copas...?

Copas, no tomo. Siempre he sido de alcoholes suaves, y desde el susto del año pasado, más aún. A Ander lo conocí a través de la música de Napoka Iria, y me parecía muy interesante lo que hacía-n. Luego tuve la suerte de coincidir con Miren y con él en un homenaje a Imanol Larzabal. Incluso hicimos un tema juntos, y me gustó tanto que les propuse que colaborasen en los “Tonetti”. Eso no pudo ser, pero luego fiché a Ander para el próximo disco, el presente.

«140» es uno de los mejores tuits posibles y con música sublima, pero no la única.

Me está llegando de varios oyentes que el disco conmueve, y eso es muy importante para mí. “140” intenta cuestionar esa aceptación acrítica que se está dando de las nuevas formas de comunicación (comunicación-incomunicación) que se nos están imponiendo. La gente, en general, se conforma con un “es lo que hay” que a mí no me acaba de llenar.

¿Piensa que el quiebro ambiental lo debería haber dado antes? No obstante, escuchando el admirable «Tonetti Anaiak», un disco de grandes valores, algunas de sus canciones podrían haber girado al trip-hop más ambiental de manera fácil. O sea, que, rizando el rizo, no estaba tan lejos de «Leiho bat zabalik», solo era dar la vuelta al jersey.

Quizá no estaba tan lejos, quizá tengas razón. Era el tercer disco de esa trilogía con el recuperado Mikel (ya había trabajado en los 90 con él), y el cuerpo me iba pidiendo cambio de registro. Cambio muy difícil en lo personal, porque para mí Mikel es alguien muy cercano y querido. Realmente reivindico todos mis discos como cantautor (siempre digo que esa es la ventaja de que me animara tarde, con 33 tacos), y en concreto, “Tonetti anaiak” es uno de mis trabajos preferidos. Me sentía muy a gusto con esa obra (disco y directo). Por eso, salirse de ahí ha costado lo que yo solo sé.

¿Qué sensaciones le produciría que alguien que nunca le haya escuchado le diga que esto es indie-pop? Quizá, en principio, no muy desencaminado si focalizamos en especial sobre el peso de su compañero en el disco Carasueño, implicado en muchos grupos indies.

Dicho por algunos de mis amigos me produciría preocupación, porque ellos defienden que a los indies los “desnudas” musicalmente y casi siempre se descubre un fiasco hábilmente disfrazado, ja, ja, ja [En muchas ocasiones sí, pero la generalización no les daría la razón]. Bueno, a estas alturas, no me importa mucho qué etiqueta me pongan. Si es indie-pop, vale, canción de autor, vale, cantautor-pop, vale...

¿Se ha dejado seducir para que «Izana, izatekoa» o «Etxera iritsi» sean así? Podríamos haber escogido otros temas, pero estos dos fluyen muy bien por el éter y rompen con descaro con el pretérito.

En lo referente al texto, Markuleta y yo compartíamos a la ama con Alzheimer, y enseguida surgió la posibilidad de “Izana, izatekoa”. Solo alguien que vive esa experiencia de cerca (y que escribe como Gerardo), puede reflejar así esa vivencia diaria, tierna y cruel. La música de “Etxera iritsi” debía de ser etérea, porque el hermoso texto de Iñaki Irazu lo requería. Y bueno, lo que han conseguido Ander Mujika y Carasueño con ella, es mágico, envolvente...

¿Qué dicen sus próximos, familia, amigos...? ¿Le hablan...? [Sonrisa] ¿Qué pensaba Mireia Otzerinjauregi –quien ya colabora con usted cantando en «Beste hogei», disco que tenía un poco de «saudade»– de lo que iba escuchando en el estudio?

Mis próximos, esos que no me van a decir, por sistema, que todo en mi disco es maravilloso y, de paso, yo también, esos que van a ser casi sinceros, están coincidiendo: se muestran sorprendidos por el cambio, pero dicen que les convence. Mireia está encantada, y ella habla muy claro.

¿Ha escuchado discos de ciertos ambientes para situarse? ¿Lo ha visto en otros y ha concluido así lo que quería y podía? Su propuesta podría recordar al cambio de Gari en su último disco.

Gari, para mí es uno de los grandes de la escena vasca (por tanto, de la internacional), y es verdad que los últimos años nos hemos ido acercando en lo personal. Fue a él a quien le leí lo de la necesidad de salir de la zona de confort. Eso me impactó, y a partir de ahí fue creciendo mi necesidad de cambio [“Spam kantu” lleva algo de Gari en la voz]. Para situarme sin situarme demasiado, me dejé llevar por esa intuición musical que creo que he ido desarrollando a lo largo de toda una vida (otra palmadita en la espalda). Necesitaba a un guitarrista de sonidos no siempre amables, y ese era Ander, tras oírlo con Napoka, y a alguien que le diera a la electrónica, y ese era Carasueño, sobre todo tras escuchar su trabajo en el último disco de Tulsa.

El mano a mano con Ander Mujika es una parte de la ecuación, supongo que lo primero que se ajusta. Y luego el entorno electrónico sutil que le da al disco el zaragozano afincado en Madrid Carasueño, músico, productor musical y quien ha trabajado con buena parte del indie estatal, incluido el proyecto Tulsa.

Tras los vértigos y miedos de quien toma una decisión (por lo menos en mi caso), ha venido la tranquilidad y la satisfacción por el resultado. Estoy contento, y en ese resultado, son fundamentales la participación de Ander y Carasueño. Siento que mi intuición ha funcionado al elegirlos como ejes sonoros de la nueva obra. Han trabajado en la línea que esperaba de ellos, pero llevando las canciones más allá de lo que esperaba. Una gran suerte y un lujo.