Ane URKIRI ANSOLA
DONOSTIA
Interview
RIGOBERTA MENCHÚ TUM
NOBEL DE LA PAZ (1992)

«El ser humano ha perdido su vinculación con la madre tierra aunque viva de ella»

Rigoberta Menchú Tum (Uspantán, 1959) recibió el Nobel de la Paz por su defensa por los derechos humanos de los pueblos indígenas. Es embajadora de buena voluntad de la Unesco y contribuye a recuperar los valores humanos con su fundación.

La líder indígena de la etnia maya quiché aterrizó en Donostia para acudir a las jornadas sobre el primer sector “Gure Lurra, sembrando futuro” y su paso por Euskal Herria generó mucha expectación. Horas después de conocer la realidad de los baserritarras con su visita a Errenteria, Rigoberta Menchú atendió a GARA en el Palacio Foral.

Guatemala es un país rico en cuanto a tierra, pero la incidencia de la pobreza es de un 92%.

Es una vergüenza que después de un gran proceso de paz, de diálogo, de negociaciones, que nos llevó muchas décadas, todavía hablemos de áreas de hambruna en Guatemala. Todavía existe la desnutrición crónica, y hay madres y niños sin ninguna asistencia médica. Todo el mundo necesita usar las herramientas tecnológicas, las cuales no llegan a esas comunidades. Por un lado, porque continúa el racismo, la discriminación, el desprecio hacia los pueblos indígenas. Pero, por otro lado, porque es un país que antes vivió tanto de la corrupción, cobijada por un conflicto armado, y sin embargo ahora continúa la corrupción. Nuestra lucha por los derechos humanos nos llevó algunas décadas y durante ese tiempo, si se pierden vidas, se pierden oportunidades. Yo creo que muchos guatemaltecos podrían haber tenido oportunidad de una vida más digna y un país más estable. La ventaja ahora es que no nos hemos detenido, ni los defensores de derechos humanos ni las organizaciones campesinas. Creo que es el país donde más se ha usado el Convenio 169 sobre pueblos indígenas y tribales (de la OIT), especialmente al reclamo de la consulta plena e informada sobre los recursos y bienes naturales y en contra de las minerías explotadoras. Desafortunadamente, estamos en un punto casi igual al pasado, sobre todo en la criminalización del liderazgo social o del sector campesino. El Estado utiliza la represión cuando no quiere dar respuesta y no tenemos que permitirlo.

El acuerdo de paz de Guatemala en cuanto a contenidos era muy completo, sin embargo apenas se ha logrado aplicarlo.

Se ha hecho mucho porque hemos tenido mucho éxito. Guatemala es el único país donde se pudo hacer 226 exhumaciones de fosas comunes y se han dictado tres sentencias emblemáticas en contra de delitos de lesa humanidad. No fue necesario deambular en la Corte Penal Internacional. Hemos hecho reformas en el Código Penal, también en materia de educación. Hemos hecho varias iniciativas que le toca aplicar al Estado pero, en vista de que no las aplica, no nos hemos quedado con los brazos cruzados. La cuestión es que la desigualdad social la producen los verdaderos poderes tomadores de decisiones, que son los empresariados guatemaltecos. Compran votos, pagan a políticos, ponen a presidentes, quitan a presidentes... Ese sector económico nunca va a cambiar por sí mismo. Quizá tenemos la esperanza con la juventud empresarial. Ojalá sean más pertinentes y quieran cambiar su mente. Pero los que están todavía, que son los que deciden, no creo que vayan a cambiar nada solo porque existan acuerdos de paz.

Entonces, ¿la clave la tienen los empresarios?

Y la realidad cotidiana. Yo estoy segura de que hay varios acuerdos de paz que ya se cumplieron con finalizar el conflicto armado interno y con volver a confiar en el sistema electoral. De hecho, yo fundé un partido político y fue un trabajo intenso que nos demuestra que los partidos políticos en Guatemala, por el sistema, parecen una empresa privada porque tienen dueño. Es bastante duro trabajar por la llamada democracia. El consuelo que nos queda es que hay muchos conflictos, pero no el conflicto armado.

En una entrevista mencionó un dicho de su abuelo, en el que decía que antes la tierra era de todos. ¿Cuándo comenzó a cambiar eso?

Empezó a cambiar cuando los humanos comenzaron a monetizar la tierra, cuando despojaron a la tierra de todo sentido de vida integral. De la madre tierra viene absolutamente todo: el oxígeno, la comida, las vidas que florecemos en el planeta... Pero cambió en el momento en el que los capitalistas y los inversores lo convirtieron en un objeto más.

También por la inconsciencia social. No toda la gente ama la tierra porque come lo que produce la madre tierra. Hay millones de personas que viven en las área urbanas que, si le preguntamos si sabe de dónde viene la verdura que está consumiendo en su cocina, nunca va a saberlo, porque no se preocupa por saberlo. ¿Qué hacemos ahora? Una lucha para involucrar la zona urbana con el campo. El campo es una maravilla. Visitar una granja, ver 400 ovejas juntas y abrazar una de sus crías es una bendición que todos deberíamos estar haciendo. Porque los animales nos acercan a una realidad viva y no a una fantasía. El ser humano actualmente perdió su vinculación con la madre tierra aunque viva de ello. Y las explotaciones monopólicas lo que hacen es monetizar todo: si un campesino no tiene para cultivar la tierra, se la compran por un precio miserable y, al final, la convierten en inaccesible para la humanidad. Hay que luchar para estimular a los campesinos y buscar beneficios para que sigan nutriendo con el poder de sus manos.

Hace poco hubo un paro nacional por los desalojos.

Efectivamente, la tierra es uno de las fuentes de conflicto más fuertes, porque la criminalización de los dirigentes, precisamente, es porque están usando el Convenio 169. Los campesinos están exigiendo información y consultas previas para que sus tierras no sean entregadas a las empresas transnacionales. La explotación minera es un conflicto entre la sociedad. Y la tierra y sus bienes naturales seguirán siendo la fuente más importante de conflictos en los próximos años.

¿Es posible resistir en Guatemala con soberanía alimentaria?

Por supuesto que sí. Nadie le da nada a la gente más que lo que se produce en las huertas familiares. Si la gente no sembrara maíz, estaría todo el país muriéndose de hambre. Hay un esfuerzo de economía local que es muy sacrificado pero finalmente es la garantía de la salud y la garantía de la comida permanente. No creo en la seguridad alimentaria, yo creo en la soberanía alimentaria. Porque te permite fortalecer la empresa familiar, porque la empresa familiar da trabajo a 10-20 familias y hay menos migración. Incluyendo el alimento que le da al resto de la población que no puede producirlo por sí mismo.

El porcentaje de la agricultura familiar se redujo en un 13% entre 2000 y 2011.

Por la comercialización de los productos externos. Muchas veces preferimos una lata de maíz que viene de fuera y manipulada que lo que se produce alrededor de la casa. Es parte de la crisis universal. También le afecta la migración, que viene dada por la falta de empleo. ¿Cómo le digo yo a un joven que se quede produciendo la tierra si lo que hay ahí es una vida de pobreza extrema? El ser humano es libre, tiene que ir a buscar otras formas de vida. Si nosotros mejoramos la información, conseguimos innovar y logramos tener empresas familiares agrícolas autosostenibles, hay una esperanza para que sigamos produciendo una relación respetuosa con la tierra. Lo que ha pasado es la incursión de las empresas transnacionales y a ellos no les importa la gente que vive alrededor, ni contaminar su aire ni quitar su alimentación. La gente tiene que defender más la tierra.

Mencionaba también que para EEUU Guatemala era un tesoro.

Guatemala está después de Mexico y es una entrada al Sur. Tiene una posición geopolítica. Todos los países o territorios que tienen una posición geopolítica, además de estar controlados por las fuerzas exteriores, son vigilados y las poblaciones están sufriendo mucho. No solo la droga o el crimen organizado local, sino también transnacional. Y ese es el caso de Guatemala. Es una llave para entrar al Sur y sería ilógico pensar que los estadounidenses van a perder el interés.

¿Cuál debe ser el objetivo del Gobierno respecto a los campesinos y viceversa?

El Gobierno es electo por la población, ninguno es impuesto, y por lo tanto la gente tiene que saber por quién votar. El problema es que la gente humilde no piensa de qué forma beneficia su sector, sino que las grandes empresas transnacionales son las que piensan cómo les favorece. Siento que la población tiene que tener más participación y conciencia ciudadana. Tienen que ser más responsables con lo que votan, porque a muchos se nos olvida por quién votamos. Un gobierno dura –en nuestro caso– cuatro años, y si no es con políticas públicas, ese gobierno hace lo que le da la gana y en cuatro años no es la referencia. Por eso siempre estoy llamando para que haya políticas públicas.