Pablo CABEZA
BILBO

«Recuerdos de un instante», profunda revisión de la obra de Nick Drake

Más de cuatrocientas cincuenta páginas, con letra pequeña y sin excesos fotográficos, sirven en «Recuerdos de un instante» para mostrar y definir tanto la obra musical del británico Nick Drake como de perfilar su carácter. En parte puede entenderse como una obra biográfica, pero el análisis predomina sobre los datos. El libro es coral, ya que recoge diferentes escritos sobre su obra y persona realizados por críticos, músicos, amigos y familia.

Nick Drake nace en Rangún (Birmania) por casualidad, ya que su padre trabaja para una multinacional y debe recorrer diversos destinos. Con dos años (1950) la familia regresa a su casa en Warwickshire (Inglaterra). Drake pronto recibe clases de música, ya que tanto su padre, Nicholas Rodney Drake, como su madre, Mary Lloyd, son dos buenos aficionados a la música. De hecho, Lloyd llega a grabar algunos discos después de la muerte de su hijo, deceso que sucede el 24 de noviembre de 1974, cuando Drake solo tiene veintiséis años. Fallece debido a una sobredosis de antidepresivos, pero no se pudo demostrar si fue un suicidio o un error en la dosis, teoría de su hermana Gabrielle. Se tiende a pensar en la muerte activa por los problemas mentales que acompañan a Drake a lo largo de buena parte de su vida, principalmente en el periodo en el que graba sus tres discos: “Five leaves left” (1969), “Bryter layter” (1970) y “Pink moon” (1972). “Five leaves left” se fundamenta instrumentalmente en la guitarra acústica de Drake, quien apunta que es mucho más que un músico de acordes recurrentes. Contiene algunos delicados arreglos orquestales de cuerda y viento, como la lírica “River man”, más bajo y batería puntuales. En “Bryter layter” apuesta por cierto aire de sofisticación al introducir suaves colores jazzy.

Drake no reniega de estas producciones, no al menos de las canciones, pero sí discrepa de algunos arreglos. Con “Pink moon” decide que la desnudez sea la clave de su sonido, incluso en contra de la visión de su discográfica. El álbum se graba en dos sesiones de dos horas y cuenta solo con el apoyo de su guitarra y el piano en el tema que da título al álbum. Drake vuelve a demostrar que al margen de sus textos y estilo vocal, es un guitarrista muy por encima de muchos songwriter de corte folk. Es complejo con las afinaciones y se muestra hábil y lúcido con sus dos manos. Los tres discos han pasado a la historia del siglo XX, pero “Pink moon” es el que más ha calado.

Paradójicamente, y como en otros muchos casos, en vida Drake no cuenta con el apoyo del público. Conciertos en lugares hostiles, lejanos a la atención debida y cifras de ventas mínimas que le fuerzan a llevar una vida austera; sin embargo, con los años su figura se reivindica desde todos los ángulos: Robert Smith (The Cure), Peter Buck (R.E.M.), Blur, Elliott Smith, Kate Bush, Paul Weller, Elton John, Tom Verlaine, Jackson Browne, Will Oldham, Lucinda Williams, Badly Drawn Boy, Lou Barlow, Mark Eitzel, The Black Crowes, John Martyn… e incluso Daniel Cavanagh, guitarrista de Anathema, banda de death y doom, circunstancia que tampoco extraña dada la belleza de sus canciones, más la ayuda de sus textos, influidos por William Blake y Henry Vaughan.

«Recuerdos de un instante» es un libro de dos kilos de peso, cientos de páginas y decenas de artículos escritos por críticos especializados, amigos y su propia hermana Gabrielle. Aporta correspondencia, letras a mano, en inglés y traducidas al final del libro. Muestra notas de un diario que escribió su padre, Rodney Drake, sobre el proceso personal de su hijo, opiniones de músicos que le conocieron, comentarios de época en facsímil... Un trabajo denso que acota al detalle al joven Nick Drake.