Mikel ZUBIMENDI
DONOSTIA

Los robots no sustituirán solo el trabajo mecánico y repetitivo

Los robots que automatizan procesos y operaciones son un fenómeno imparable y de constante optimización. El Kursaal de Donostia acogió ayer unas jornadas de reflexión sobre sus derivadas en el futuro del trabajo, sobre su profundo impacto en profesiones y oficios, tanto mecánicos como creativos. Frente a esa realidad y sus tendencias maléficas, se planteó la necesidad política de implementar un salario básico universal y un dividendo ciudadano.

Organizada por el Agirre Lehendakaria Center for Social and Polítical Studies, el Palacio Kursaal de Donostia acogió ayer una interesante jornada en la que se compartieron reflexiones sobre el proceso de robotización y de automatización, «un fenómeno imparable, de constante optimización, de máquinas que saben cómo aprender, que aprenden a aprender», y las consecuencias que esta cuarta revolución industrial tendrá en el futuro del trabajo y en las políticas de renta básica universal.

En una sala llena, destacó la presentación que hizo Antonella Broglia, italiana afincada en Madrid, doctora en Derecho, con treinta años de carrera profesional en prestigiosas agencias de marketing y publicidad, y ahora al frente de un programa de emprendimiento social en el programa de TVE "Para todos la 2". Con maestría y frenético ritmo comunicativo, se alejó de la abstracción, las proyecciones y especulaciones, para centrar su intervención en lo que ya es presente, ilustrándola con multitud de ejemplos.

«Van a saco, sin piedad»

Desmintió de entrada que los robots solo vayan a ocuparse de los empleos más desagradables, más mecánicos o repetitivos. Trajo a colación el uso en California de robots sexuales que amoldan su temperatura, la lubricación o los espasmos al gusto del cliente antes de explicar lo que ocurre en otras industrias. Con la robotización «van a saco, sin piedad», y para Broglia no tiene vuelta atrás; su impacto es brutal en todos los sectores productivos.

Por ejemplo, en la industria textil, en la que hace no muchos años se deslocalizaban plantas de producción que ahora vuelven a implantarse en casa y a hacerse eficientes, pero, eso sí, sin prácticamente trabajadores. Presentó casos de empresas textiles que en el año 1980 necesitaban 2.000 trabajadores y a las que hoy les es suficiente con 140, sin tener que disminuir la producción. Por no hablar de la agricultura, de ese 25% de toda la leche de Holanda y Dinamarca que es ordeñada por robots, o de la minería a cielo abierto de Australia, donde los camiones sin conductor son una realidad o los restaurantes virtuales como los de compañía Eatsa, sin ningún trabajador y donde, según Broglia, la «comida es excelente».

Mención aparte merece la multinacional estadounidense McDonald's, con sus 1,8 millones de trabajadores y más de 34.000 restaurantes. Atrás queda su famoso anuncio de que en un solo día, en concreto el 19 de abril de 2011, contrataría a 50.000 nuevos trabajadores para sus restaurantes de EEUU. Y la respuesta al anuncio: más de un millón de peticiones, hasta el punto de que muchos calificaron como más difícil obtener un puesto de trabajo en McDonald's que una plaza para estudiar en Harvard. Las llamadas «task screen» o pantallas que, sin necesidad de ningún empleado que te atienda, gestionan tu pedido o los robots que preparan al instante tus hamburguesas sin necesidad de cocineros, se multiplican sin cesar.

Para Broglia, la tendencia es la misma en profesiones creativas. Ordenadores especializados en diseño creativo concibieron la segunda torre más alta del mundo, la de Shanghai, como ocurre con los chasis de los coches de la escudería Ferrari. Incluso la prestigiosa orquesta de Londres ha tocado una sinfonía creada por un ordenador, o se ha pintado un cuadro de Rembrandt trescientos cuarenta y siete años después de su muerte.

«Tendencias maléficas»

El oficio del periodismo tampoco se salva de este fenómeno. Mediante la inteligencia artificial, ya funcionan los programas de escritura que te hacen una crónica de un partido de fútbol una vez introducidos todos los datos, las faltas, la posesión, los cambios, los kilómetros recorridos y las velocidades empleadas, etc… y solo necesitan pequeños retoques de los periodistas en función de su ética..

Broglia remarcó otra derivada del proceso de robotización y automatización. A saber, el de las empresas que generan un gran valor sin necesitar apenas trabajadores. Y recordó que YouTube tenía solo 65 trabajadores o Instagram, que hundió a la mítica compañía de fotografía Kodak, tenía 15 trabajadores cuando fueron vendidas a Google por cifras multimillonarias.

Este proceso no está exento de «tendencias maléficas». Broglia subrayó las siguientes: salarios estancados, disminución de la creación de empleo, declive de la participación de los trabajadores en el mercado, desigualdad en constante crecimiento, trabajos por debajo de las capacidades de los recién licenciados, polarización de los trabajos, creándose empleos solo en la parte más baja y a tiempo parcial o de altísimo nivel, y en medio, nada. Frente a ello, apostó por la renta básica universal y el dividendo ciudadano.