Jaime IGLESIAS MADRID
Interview
Maria Sole Tognazzi
Directora de «Viajo sola»

«No hay un único camino para sentirse realizada como mujer»

Hija del mítico actor Ugo Tognazzi, nació en Roma en 1971. Debutó en el largometraje en 2003 con «Passato prossimo» obteniendo el premio Nastro D'Argento a la mejor dirección novel. Tras «L'uomo che ama» (2008) y un documental dedicado a la memoria de su padre, ahora presenta «Viajo sola» que acaba de llegar a nuestras pantallas.

Como buena romana, Maria Sole Tognazzi hace gala de una locuacidad muy viva y de una gestualidad arrolladora que consiguen desarmar a su interlocutor mientras defiende con pasión contagiosa su último trabajo, «Viajo sola», el film que la ha consolidado como una de las voces más personales de la actual cinematografía italiana. En él narra el día a día de Irene, una inspectora de calidad que desarrolla su trabajo para «The Leading Hotels of the World» viajando de una punta a otra del planeta. Entrada en la cuarentena y sorprendida por el anuncio de su mejor amigo (y ex pareja) de que va a ser padre, esta mujer comienza a dudar de la opción de vida que ha elegido amenazada por un sentimiento de soledad que la hace entrar en conflicto consigo misma. La película, planteada a modo de tragicomedia ligera, fue uno de los grandes éxitos del cine italiano del pasado año y le reportó a su protagonista, Margherita Buy, su cuarto premio David di Donatello.

La protagonista del filme, Irene ¿responde a un retrato singular o su perfil tiene un valor generacional?

Responde, sobre todo, a un deseo de subvertir el estereotipo desde el que se representa a la mujer en el cine y, singularmente en el cine italiano, donde los personajes femeninos suelen ser siempre la madre de, la mujer de o la novia de. O peor aún, si no están definidas por su posición frente al hombre es porque se trata de mujeres solitarias, raras, abandonadas... En este sentido, parece como si no hubiera mujeres maduras independientes, que si no tienen familia ni pareja es por elección propia, mujeres que han tomado las riendas de su propio destino y que han sido libres para elegir la vida que quieren vivir más allá del estigma o las dificultades que eso les puede acarrear. Ese perfil existe en nuestra sociedad y es el que yo he querido mostrar en la película a través del personaje de Irene, pero no creo que su retrato tenga un valor generacional, social sí, pero generacional no estoy tan segura.

Sin embargo, ella parece ser un ejemplo representativo de muchas mujeres que buscando su emancipación personal por medio del trabajo abandonaron sus necesidades afectivas, absorbidas como estaban por sus exigencias profesionales.

Bueno, ella ha llegado a un momento en su vida donde le asaltan muchas dudas, en ese sentido puede decirse que Irene surge de una reflexión personal. Yo no estoy casada, ni tengo hijos, lo cual hasta hace poco no me inquietaba porque es verdad que hoy en día una puede ser madre a edades más avanzadas que antes. Pero cuando cumplí los cuarenta me dio por pensar cómo me sentiría dentro de unos años estando en una situación similar a la actual. Porque hay una suerte de imperativo social según el cual una mujer no puede sentirse realizada si no es madre, lo que inevitablemente te conduce a un escenario de frustración bastante indeseable. Sin embargo, yo no creo que esa sea una visión justa porque hay mujeres que no sienten la necesidad de la maternidad y eso no debe generarles frustración. A la felicidad se puede llegar por muchas vías del mismo modo que no hay un único camino para sentirse realizada como mujer.

No obstante, en ocasiones, y usted misma lo muestra en su película, el precio para lograr la libertad individual es la soledad.

Sí, claro. Digamos que mi película explora la fina línea que separa ambos conceptos, el de libertad por un lado y el de soledad por otro. Pero en cualquier caso, Irene nunca reivindica la vida que lleva como un modelo de libertad, es su elección y punto, no trata de imponérsela a nadie, es una elección íntima y sobre ella reflexiona.

¿Y por qué escogieron como protagonista a una inspectora de calidad de hoteles de lujo? No es un perfil muy habitual de ver en el cine.

A mí el mundo de los hoteles me ha fascinado desde pequeña: ese carácter errante de quienes habitan en ellos, esa atmósfera que se respira... Siempre quise hacer una película ambientada en un hotel. Dio la casualidad de que mientras preparaba el proyecto de «Viajo sola» descubrí que existía esa extrañísima profesión y la verdad es que me vino que ni pintado puesto que además de ser un trabajo interesante de por sí, me servía para justificar las renuncias afectivas y la inestabilidad vital de Irene, mi protagonista quien, además, obligada por su profesión tiende a aparentar quien no es, dado que estos inspectores desarrollan su labor de incógnito.

¿Diría que la película está dirigida a un público femenino o cree que los hombres también pueden sentirse reflejados en el conflicto que vive la protagonista?

Mira, te voy a contestar con lo que me dijo a propósito de «Viajo sola» mi amiga Monica Bellucci. Cuando le comenté que creía que me había salido una película muy femenina en el fondo y en la forma, ella me dijo: «Sole, no es verdad, en tu película también hablas mucho de los hombres, de su vulnerabilidad, de sus miedos, de sus debilidades». Luego me quedé pensando y creo que es cierto, que aun teniendo una presencia aparentemente secundaria, en los personajes masculinos que aparecen en la película se refleja de manera bastante precisa la fragilidad emocional desde la que el hombre actual asume el papel que la sociedad le ha reservado históricamente en un momento. Además, en que dicho papel se está redefiniendo. En este sentido, creo que en esta película mostramos también el lado femenino que existe en muchos hombres, esa sensibilidad que muchas veces ocultan por temor a ser cuestionados en su fuerza, en su seguridad aparente, en su virilidad. Espero que los espectadores masculinos se identifiquen también con esta historia.

¿No cree entonces que su película porte un discurso específicamente de género?

No, para nada. Es más, empiezo a estar un poco cansada de este tipo de definiciones. Claro que hay diferencias de carácter, de sensibilidad entre hombres y mujeres y además, nosotras, por regla general, lo tenemos mucho más difícil para realizarnos en casi todos los órdenes de la vida que ellos. Dicho esto, pienso, sin embargo, que se abusa un poco de la etiqueta «de género» a la hora de plantear ciertas representaciones o discursos.

En todos sus largometrajes los protagonistas son personas que están en un momento crítico de sus vidas y que miran atrás como queriendo hacer balance de lo que son a partir de lo que han dejado de ser, además se trata de personajes que, más o menos, tienen su misma edad. ¿Hasta qué punto se puede decir que su filmografía está sostenida sobre referencias autobiográficas?

De repente he visto desfilar toda mi obra delante de mis ojos con tu observación (risas). La verdad es que no lo había pensado nunca, pero sí que es cierto que el pasado como punto de referencia de lo que somos está, de una manera u otra en todas mis películas que además, efectivamente, están protagonizadas por un grupo de personajes cuya edad es semejante a la que tenía yo cuando las rodé. En este sentido, creo que también reflejan mi evolución personal. Aunque no son films autobiográficos en un sentido estricto, en ellos parto de una realidad vivida en primera persona y las dudas, preguntas e inquietudes que me hicieron concebir cada una de estas historias, están proyectadas sobre los distintos personajes que interactúan en ellas. El volver cada cierto tiempo la vista atrás corresponde a una convicción personal: yo no creo en el futuro, incluso el presente muchas veces siento que me sobrepasa, pero en el pasado están nuestras raíces y creo, sinceramente, que somos lo que sembramos.

¿Y usted qué tal se lleva con su pasado? Se lo pregunto porque tengo entendido que cuando empezó en este negocio intentó por todos los medios que la disociaran de la figura de su padre, Ugo Tognazzi, para poder caminar libre y, sin embargo, hace unos años volvió a ella haciendo a su progenitor protagonista de un documental.

Yo nunca he tenido ese conflicto que viven muchos hijos de artistas reconocidos al seguir sus pasos, quizá porque me he dedicado a la dirección y no a la actuación como él, pero no puedo ocultar que he sido una privilegiada y que ser hija de quien soy me ha abierto muchas puertas. No obstante, en este negocio, lo difícil no es llegar sino mantenerse y eso depende de tu disciplina, de tu capacidad de trabajo. Yo aprendí el oficio desde abajo, comencé siendo asistente de dirección y poco a poco fui asumiendo responsabilidades mayores hasta debutar como directora. Dicho lo cual, lo que nunca quise es participar en un proyecto que me vinculase a la figura de mi padre de una manera directa y, de hecho, cuando me propusieron la dirección de aquel documental dije que no. Lo que pasa que después me lo pensé mejor y llegué a la conclusión de que sería una buena oportunidad para acercarme a una persona a la que debo tanto y a la que no pude conocer como me hubiera gustado, ya que mi padre murió cuando yo apenas tenía veinte años. Así que asumí la dirección de aquel documental como una suerte de reencuentro íntimo y cuando se estrenó en el Festival de Roma viví uno de los momentos más emotivos de mi vida.