Mikel CHAMIZO BILBO
Interview
Maria BAYO
Soprano

«El reto para el jurado de un concurso de canto es detectar al verdadero artista»

María Bayo es la presidenta del jurado en el Concurso de Canto Pedro Mª Unanue de Bilbo, que comenzó el sábado. Ha aparcado momentáneamente sus compromisos internacionales para buscar a las nuevas promesas del canto lírico entre los 88 aspirantes de 19 países.

El Concurso de Canto de Bilbo concluye entre hoy y mañana su fase eliminatoria, en el Conservatorio Arriaga y con entrada libre para el público. La final se celebrará el sábado en el Euskalduna, con doce finalistas respaldados por la Orquesta Sinfónica de Bilbo.

¿Qué acogida está teniendo el último disco que recoge canciones de los catalanes Esplá, Montsalvatge y del navarro García Leoz?

Va fenomenal, ha recopilado críticas estupendas y los conciertos que hemos hecho se han vendido bien y con gran acogida del público. El éxito nos ha animado a insistir en ese repertorio no tan conocido y en septiembre grabamos otro disco que saldrá en junio del 2015 y que contiene canciones para voz y piano de Bizet, de Max Moreau, y también de Lecuona y Guastavino.

¿Fue difícil lograr que el disco fuese distribuido por la discográfica clásica más importante del mundo, Deutsche Grammophon?

Sí, fue difícil, porque hoy en día a las discográficas hay que dárselo todo hecho. Mi nombre fue una puerta de acceso para trabajar con ellos y acogieron el proyecto con gran interés, pero estudiaron a fondo su viabilidad y pusieron unas condiciones concretas para llevarlo a cabo, como que la Orquesta de Navarra comprara un elevado número de copias. Afortunadamente, como el disco ha ido tan bien, Deutsche Grammophon se ha interesado en editar también el próximo. Y es que este tipo de repertorio no está bien reflejado en el catálogo y tampoco hay muchas cantantes de la península que lo hagan.

Mucha gente asocia su nombre con las óperas de Mozart, Rossini o con el Barroco, pero su relación con la canción de concierto viene de mucho tiempo atrás.

De mi primeros años de conservatorio. De hecho, me marché a Alemania para ampliar y perfeccionar mi repertorio liederístico y ya en los inicios de mi carrera ocupó un lugar central en mis presentaciones en París o Londres. Todavía hoy intento reservar un par de meses al año para trabajar la canción de concierto, porque además es un ejercicio estupendo para mantener en forma la voz. Cantar junto a un piano, ante un público reducido, es una prueba de fuego que requiere tener un control perfecto de la voz y del estilo.

En setiembre pasado cantó la «Seis canciones castellanas», de Jesús Guridi, junto a la Orquesta de Euskadi. Para mucha gente fueron un descubrimiento. ¿Podría explicarnos qué relación guarda con la música de Guridi?

Mucha, porque mi profesora Edurne Aguerri era vasca y me introdujo en su música desde muy temprano. Además en Navarra, por razones obvias, Guridi siempre ha estado muy presente. Yo lo llevo en mi repertorio desde hace mucho tiempo y cuando la Orquesta de Euskadi me propuso retomar estas canciones me pareció genial, pues llevo años cantándolas. Bueno, tres de las seis, porque las otras tres no tienen la mejor tesitura para una soprano, son muy graves, y creo que esa es la razón por la que no se cantan demasiado.

La versión original es para voz y piano. ¿Cómo fue cantarlas junto a una orquesta sinfónica?

Me temo que el arreglo no fue el mejor y habría que replantear otra versión con un uso más intimista de la orquesta. No salí del todo convencida, pero aún así fue una experiencia estupenda, porque al estar en la programación de la Orquesta de Euskadi estas canciones preciosas gozaron de una gran difusión.

En esta edición repite como presidenta del jurado en el Concurso Internacional de Canto de Bilbo, que se está desarrollando desde el pasado sábado. ¿Con qué filosofía se acerca usted a los concursos de canto?

Con la filosofía de una persona que, hasta llegar a donde estoy, ha trabajado y pasado por muchos teatros. Ese poso de experiencia acumulada es el que me sirve para evaluar a los concursantes, siempre guardándoles un gran respeto porque sé de primera mano el valor que supone subirse a un escenario y los nervios de los concursos.

¿Qué impacto tuvieron los concursos sobre su carrera?

En mi caso ganar el Concurso Belvedere de Viena fue importantísimo, me abrió muchas puertas, comencé a hacer producciones y gracias a él despegó mi carrera. Mi experiencia personal con los concursos es maravillosa, pero también sé de otros cantantes a los que ganar concursos no les ha servido de nada. En cualquier caso me parece beneficioso que los jóvenes se presenten a concursos, porque, aunque no ganen, siempre es una oportunidad para que les escuchen agentes, directores de teatro y otras personas del mundo de la lírica. Es como hacer una audición a lo grande.

Personalidad, técnica depurada, conocimiento estilístico... ¿Qué es lo que busca usted en el ganador de un concurso de canto?

Todo lo que comentas y más. La dificultad estriba en que a un artista lo hacen la suma de muchos factores. Además los jóvenes que se presentan a concursos aún no han desplegado todas sus posibilidades, así que, aunque aún tengan ciertas deficiencias vocales o estilísticas hay que saber reconocer el talento y ayudarle para que se depure. Detectar a estos artistas en potencia es lo más complicado y lo más apasionante de los concursos.

En Bilbo comparte jurado con otras grandes figuras del canto, como June Andersson o Marjana Lipovsek. Las tres provienen de escuelas de canto distintas y sus ideas difieren notablemente. ¿Se suelen producir roces o discusiones en el seno de los jurados?

No es habitual, porque aunque los cantantes tengamos visiones distintas del arte del canto hay un concepto general, una base, que es la misma. Con June Andersson coincidí en el jurado del último concurso Reina Elizabeth de Bruselas y no tuvimos ninguna dificultad en ponernos de acuerdo. Con los que suele haber más disparidad de opinión es con los miembros del jurado que no son cantantes, como agentes o directores de teatro, que se fijan en otros aspectos de los concursantes. Con ellos sí se suelen generar discusiones, pero los cantantes entre nosotros nos entendemos bien.

¿Cómo se resuelven esas discusiones?

Esto es una democracia y cuentan los votos, pero si hay que resolver una votación muy igualada la presidenta es quien tiene la voz cantante, nunca mejor dicho.

Este año se presentan al Concurso de Bilbao 88 aspirantes. Pueden parecer muchos pero son menos que en la edición anterior. ¿También se da la crisis en los concursos?

Sin duda. Hace dos años, cuando asumí la presidencia del Concurso de Bilbao por primera vez, hubo muchos más participantes. Las crisis afecta a todos y presentarse a un concurso no es barato: hay que pagarse el viaje, el hotel, las comidas, porque la organización solo asume los costes de los que llegan a la final. Y como una mayoría de los participantes son estudiantes de canto sin grandes posibilidades económicas, no es fácil presentarse a los concursos.

Tras el concurso de Bilbo, ¿cuál será su próxima visita a Euskal Herria?

Ahora estoy preparando «La voz humana» para el Liceu de Barcelona y en el 2015 haré giras por Uruguay y Rusia, así que mi próxima visita no es inmediata: será en el 2016, para actuar en una producción de ópera de la ABAO.

Gran presencia de cantantes de Corea del Sur

Hay un detalle curioso en las cifras del Concurso de Canto de Bilbao: 37 de los 88 aspirantes proceden de Corea del Sur, frente a 17 del Estado español, el siguiente en la lista de los 19 países representados. Últimamente hay muchísimos coreanos en los concursos de canto de toda Europa y a menudo los ganan. ¿A qué cree que es debido?

No sé la razón, pero es un fenómeno notorio que en los últimos años los concursos de canto están copados por ciudadanos coreanos y chinos. Antes pasaba también con los japoneses. Imagino que en esos países tienen una proyección sobre el canto lírico que no se da en otros lugares. Sienten una atracción tremenda por la música clásica y la observan con gran respeto. Cuando he estado allí cantando me sorprendió que la actitud de la gente hacia mí era casi de veneración. Valoran mucho la figura del artista e imagino que eso, junto a buenas universidades y profesores, está detrás de que tengan tantos cantantes y que sean, en general, bastante buenos. M.C.