Nagore BELASTEGI

El vídeo como herramienta en las aulas: aprendiendo a aprender y a enseñar

No es nuevo mencionar que nuestro conocimiento se basa en lo que nos rodea. Llevando esta máxima a la enseñanza, se puede decir que los profesores enseñan tal y como ellos fueron enseñados. ¿Qué ocurre si se cuestionan las bases que obtuvieron cuando eran alumnos y las modifican para ser mejores profesores?

Rosella Santagata es una profesora que estudia a sus alumnos, que no son otros que otros profesores. Docente asociada en la Universidad de California, en los últimos años se ha dedicado a explorar la naturaleza cultural de la enseñanza. Mediante un experimento llegó a la conclusión de que cuando se trata de enseñar, muchas veces los profesores actúan de la forma en que han aprendido según su contexto cultural e histórico.

Así, comparó a los docentes italianos con los estadounidenses y se dio cuenta de que ante una situación en la que el alumno erraba, los italianos respondían de manera más dura, elevando la voz, mientras que los estadounidenses trataban de no dañar la autoestima del alumno. «No digo que una forma sea mejor que la otra, sino que hay más de una manera de enseñar», comentó en una conferencia impartida en el VII simposio «El aula como ámbito de investigación sobre el aprendizaje y la enseñanza de la lengua» y que tuvo lugar el viernes en Arrasate.

Partiendo de esa idea, desarrolló un método en el que, utilizando vídeos, facilita a los profesores la labor de llegar a entender mejor a sus alumnos, pudiendo así planificar mejor las clases y consiguiendo que estas sean más eficientes. Actualmente ofrece un programa experimental de un año con seguimiento a los asistentes durante otros tres -para ver si funciona y si puede mejorarse- que anima a los profesores a utilizar otras técnicas diferentes a las aprendidas anteriormente (hay que tener en cuenta que antes de profesores fueron alumnos).

¿Una tortita y media o tres mitades?

Santagata aplica su método en el ámbito de las matemáticas, pero puede aplicarse en otras áreas. Para entender bien de qué manera funciona, mostró los vídeos de una nueva profesora asistente al programa a la que actualmente le realiza un seguimiento. Pidió a menores de 5 y 6 años que realizaran un ejercicio por parejas: debían repartir tres tortitas entre los dos de manera que ambos tuvieran la misma cantidad y no sobrara nada. Algunos respondieron que cada uno obtendría una tortita y media mientras que otros repartieron tres medias tortitas a cada uno. Tras analizar estos resultados pidió a sus alumnos que razonaran sus respuestas ante sus compañeros. Mostrando una actitud participativa a la hora de dar su opinión, algunos creían que tres mitades no es lo mismo que una tortita y media, porque al partir la tortita por la mitad se pierden migas. Es decir, en su manera de solucionar problemas tienen en cuenta esos pequeños detalles que seguramente la profesora había pasado por alto.

«Si no hubiera preguntado a los alumnos al respecto, esta profesora no habría sabido que los niños piensan en esas migas que se caen. Es importante intentar entender cómo piensan y cómo resuelven los problemas matemáticos para poder corregirles de manera eficiente», aconsejó.

Feedback entre docentes

Aunque los resultados obtenidos por los profesores que han asistido a su programa son generalmente positivos, hay que tener en cuenta que la técnica de Santagata es compleja y que cuesta introducirla en el curriculum escolar de forma natural. Por eso, ella misma asume que los docentes acuden al curso con ideas predeterminadas y que no es fácil aprender tantas cosas en tan solo un año. «Hay que decidir cuáles son las prioridades», por lo que el feedback es indispensable para seguir mejorando. Hay que predicar con el ejemplo.

La experta anima a los profesores a utilizar el video también con sus compañeros, no solo con los alumnos. «La enseñanza es algo que se ejerce en privado; el profesor se mete en el aula y cierra la puerta, pero los profesores deben de ser capaces de dejar esa puerta abierta, de compartir técnicas con otros docentes y de compartir sus dudas y problemas, y esto también puede hacerse con el video».

Sin embargo, cree que su uso no tiene que ser una obligación, sino una herramienta. «Puede servir al profesor para detectar dónde existe un problema, porque cuando estás inmerso en ello no es tan fácil verlo. Identificar los problemas y darles solución ayudan a que después sean capaces de resolver los que surjan en clase».

Lenguas minorizadas

Santagata cree que este método puede adaptarse a todas las materias y en todos los paises, teniendo en cuenta su contexto. «Es más, creo que es interesante ver vídeos de los profesores de otros paises para ver cómo imparten las clases. De hecho, he aprendido mucho de Euskal Herria», afirma. Su asistencia al simposium bianual y organizado esta vez por Mondragon Unibertsitatea fue debido a que su método les resultó interesante a los impulsores. El simposio reflexiona sobre la educación plurilingüe desde la perspectiva de las lenguas minorizadas, y cada año acuden a él investigadores de todo el Estado. En el caso de Euskal Herria buscan impulsar el uso del euskara en las aulas.

«En Estados Unidos es justo lo contrario: hay muchos niños de otros paises que hablan diferentes idiomas pero en clase se fomenta la unificación a través del inglés. Y es una pena porque los idiomas son riqueza cultural. Me parece increíble cómo habláis en un idioma y, de repente, cambiáis a otro. Y también habláis inglés», exclamó.