Jose Angel Oria
Cumbre de la Unión Africana

Boko Haram, el espejo de las carencias de África

Boko Haram es ya en una de las principales preocupaciones de los dirigentes de África, que tratan de dar en Addis Abeba con la fórmula para acabar con un grupo yihadista cuya crueldad sólo es comparable a la del Ejército de Nigeria, que lo combate y alimenta simultáneamente.

A la espera de la llegada de los Jefes de Estado y de Gobierno a Addis Abeba, los ministros de Exteriores comenzaron el pasado lunes a tratar los temas más candentes de la realidad africana. La lucha contra Boko Haram es uno de los temas estrella en la cita. El grupo yihadista nigeriano continúa expandiendo su influencia y amenaza ya la región entera. La reciente masacre en la región de Baga (junto al lago Chad, al nordeste de Nigeria) y sus incursiones en el norte de Camerún hicieron que el Ejército chadiano se desplegase en varias localidades camerunesas y que no excluya una ofensiva en territorio nigeriano. Esa posibilidad requeriría la luz verde de Abuja, celosa de su soberanía, pero cada día que pasa parece dejar más claro que no le queda otra opción.

Los últimos meses de lucha contra los yihadistas por parte del Ejército nigeriano han demostrado que necesita el apoyo de sus vecinos, como reconocía esta misma semana un diplomático a AFP. Jean Mfansoni, secretario general de la Comisión de la UA, dijo que es objetivo de la cumbre «el establecimiento de una estrategia continental para contrarrestar a Boko Haram». En otras palabras: la creación de una fuerza de intervención multinacional que actuaría bajo mandato de la ONU.

«Boko Haram es una amenaza global que debe ser abordada de manera global, pero con la conducción de África», dijo la presidenta de la Comisión, Nkosazana Dlamini-Zuma, según recoge el medio chino Pueblo en Línea. «Estoy horrorizada por la tragedia que Boko Haram sigue imponiendo a nuestra gente, secuestrando a jovencitas en sus escuelas, incendiando aldeas, aterrorizando comunidades y matando sin sentido», dijo, y destacó la necesidad de actuar de manera colectiva ante la amenaza. «Lo que comenzó como una banda criminal localizada, ahora se está extendiendo al oeste y el centro de África. Tenemos que actuar ahora y de manera colectiva contra esta amenaza progresiva».

Las raíces islámicas

Dlamini-Zuma habla de una «banda criminal localizada», ocultando la raíz ideológico-religiosa de Boko Haram, con lo cual flaco favor le hace a la comprensión del preocupante fenómeno. El grupo, surgido en 2002 en Maiduguri, bebe de fuentes muy antiguas. «En Nigeria encontramos grupos islámicos salafistas yihadistas ya en el siglo XIX, cuando las Yihads de los fulani -una de las etnias con más miembros de la región- comienzan a luchar por la purificación de las creencias y prácticas musulmanas. Acusan a las élites hausa -otra de las etnias principales en la región en esa época- de mezclar las creencias islámicas con el politeísmo y el sincretismo propio del animismo africano de la región. Este movimiento, liderado por Ibn Fodio Sokoto, dio lugar al Califato de Sokoto, el cual tuvo una gran repercusión en el norte de la actual Nigeria, ya que implantó un sistema islámico sobre el pueblo hausa, con el que poco a poco se iría mezclando gracias a la purificación religiosa», explicaba Urko Del Campo Arnaudas en octubre de 2013 en su informe «Boko Haram y la proliferación del islamismo yihadista en Nigeria como amenaza para la seguridad en el Sahel». Los hausas y fulanis constituyen hoy en día el 29 % de la población nigeriana.

En los inicios del siglo XX y hasta la independencia (1960), el protagonismo de estas corrientes sigue siendo muy importante. «En 1901, la actual Nigeria se convirtió en un protectorado británico y, más tarde, en 1914, se convertiría en colonia. Durante este periodo, el principal grupo de oposición al gobierno colonial fue Mahdiyya, que se convirtió en un grupo fundamentalista islámico transahariano que luchaba contra las autoridades coloniales en toda la región. Luchó por la instauración de un Estado Islámico y contra la desigualdad y la corrupción de sus propias élites en sus relaciones con los británicos», añade Del Campo. Problemas tan actuales como la desigualdad y la corrupción ya eran preocupación de las fuerzas islámicas nigerianas hace un siglo.

La discriminación que siente el Norte

Pero hay otro factor con viejas raíces que sigue marcando hoy en día la vida nigeriana: el abismo entre el norte y el sur. «En el caso de Nigeria, el haber unificado las zonas norte y sur bajo un mismo gobierno fue considerado una gran herejía -por parte de Mahdiyya-, así que se enfrentaron a los británicos. Pero la superioridad militar del Ejército colonial británico y los acuerdos con los emires de las élites musulmanas del Califato, para no interferir demasiado en sus asuntos, debilitaron la oposición de Mahdiyya aunque siguieron siendo una amenaza durante muchos años», agrega el investigador.

Ese abismo entre norte y sur sigue alimentando a la bestia. Y las masacres no ayudan a construir puentes sólidos para reconducir la situación. En 1980, la principal inspiración de los movimientos islámicos nigerianos fue la Revolución Iraní de 1979. Durante los años 70 fue creado el movimiento Maitastine por Alhaji Marwa Maitastine, que murió junto a más de 4.000 personas (muchas más que en la reciente masacre de Baga, reivindicada con orgullo por Boko Haram) en unos disturbios contra las autoridades en la ciudad norteña de Kano, en 1980. «Desde entonces -explica Urko del Campo-, el grupo se hizo muy popular en el norte del país, donde encontró una sólida base para alimentar su lucha contra la occidentalización de la zona y por la recuperación del verdadero islam. Aunque sus enfrentamientos con el Gobierno llevaron a pensar que el grupo fue disuelto a principios de los 80, un informe del Centre for Democratic Research and Training demostró que Maitastine había seguido operando, casi en silencio, durante muchos años en Nigeria».

Durante este tiempo de relativa calma, asociaciones e intelectuales introdujeron las ideas islamistas en las instituciones educativas del norte. «Al mismo tiempo, hicieron un gran esfuerzo por tratar de incorporar la ley islámica, lo cual lograron en 1999 en doce estados del norte después de perder las elecciones de ese mismo año, que se decantaron por el cristiano yoruba Olusegun Obasanjo».

En ese contexto creó Boko Haram el antiguo estudiante de salafismo Ustaz Mohammed Yusuf. Fue en Maiduguri en 2002. Hoy, los yihadistas tratan de «recuperar» la actual capital del estado de Borno, de dos millones de habitantes. La pasada semana han llevado a cabo un asalto que ha sido repelido, de momento. Según las crónicas, los yihadistas arrollaron a los soldados en uno de los principales puesto de control alrededor de la ciudad de Maiduguri tras llegar en autobuses como si fueran viajeros ordinarios.

Aunque los ejércitos que luchan contra ellos afirman haber matado a cientos de yihadistas en cada ocasión en que se han enfrentado, lo cierto es que Boko Haram no presenta síntomas de debilitamiento.

Reclutas de usar y tirar

Así lo explican Carlos Bake y Olivier A. Ndenkop: «Si Boko Haram recluta con tanta facilidad en Nigeria, también es porque la presidencia se ha lucido mediante una redistribución injusta de los beneficios del petróleo. Buena muestra de ello es que la diferencia entre la tasa de escolaridad entre el Norte y el Sur del país es abismal. Lo mismo sucede en el ámbito sanitario. De cada 100.000 mujeres embarazadas, 1.800 mueren en el Norte, contra 80 en el Sur. Frente a esta miseria aceptada por los hombres políticos, generalmente enredados en asuntos de corrupción y malversación de los fundos públicos, la población de las zonas abandonadas pasa a ser fácilmente manipulable. Para atraer a un máximo de adeptos, en sus prédicas Mohammed Yusuf siempre insistía acerca de esas desigualdades. Acusaba al poder central como el responsable del paro de los jóvenes, incluso habiendo completado su formación universitaria. Usando todos los subterfugios para apartar al nordista Atiku Abubakar y posicionar al enfermo Omaru Yar'Adoua, Olusegun Obasanjo reforzó la división social entre Norte y Sur, mientras que Boko Haram prospera rápidamente en el Norte al contar con el apoyo de la élite nordista. Los nordistas están dispuestos a todo para que un sudista no gane las elecciones presidenciales de 2015», sostienen, en un texto que destaca el factor geopolítico del conflicto: «Boko Haram: el brazo armado de Occidente para desastibilizar Nigeria y expulsar a China del Golfo de Guinea». Se comparta o no la tesis de dichos autores sobre el trasfondo de guerra por la energía y los recursos que explicaría la existencia y actuación de Boko Haram, lo cierto es que la gestión de las áreas que Boko Haram ha arrasado «dará un grupo de reclutas potenciales para usar como carne de cañón, y les permitirá lograr rápidamente decenas de miles de `reclutas' de usar y tirar», según afirmaba esta misma semana el analista Emad Mostaque.

Esta facilidad para reclutar jóvenes también es fuente de preocupación para la Iglesia católica. El arzobispo de Niamey, capital de Níger, Michel Cartatéguy, ha explicado a la agencia Fides, del Vaticano, que los diputados de la región de Diffa, en el extremo este del Niger, «han dicho estar muy preocupados por el creciente número de jóvenes nigerinos, muchachos y muchachas, que se unen a las filas de la secta Boko Haram. Según el diputado Nassirou, nuestros jóvenes de Diffa son reclutados cada día y estos jóvenes conocen Diffa mejor que los miembros de Boko Haram y les pueden mostrar dónde es mejor atacar», lo que hace presagiar una «extensión de las actividades de Boko Haram en Níger». Añade el religioso que según la opinión generalizada en Níger, la mayoría de los jóvenes nigerinos se alistan en las filas de Boko Haram por razones económicas y no por motivos religiosos, «por lo que hay espacio para intervenir y detener el reclutamiento». El arzobispo calcula que en la región de Diffa ya hay 150.000 refugiados procedentes de Nigeria, causados por la violencia de Boko Haram. La situación se ve agravada por la reciente epidemia de cólera que ha afectado a los refugiados.

Crueldad compartida

La infinita crueldad de los actuales miembros de Boko Haram es una de sus características más destacadas por los medios occidentales. Sin embargo, quienes les combaten, el Ejército nigeriano, también han llevado a cabo auténticos crímenes contra la humanidad. De hecho, Abubakar Shekau sustituyó a Ustaz Mohammed Yusuf al frente de Boko Haram tras una matanza de más de mil personas en 2009. Shekau fue dado por muerto, pero «resucitó» en 2010 y a partir de ese momento la organización empezó a incluir entre sus objetivos a civiles, sobre todo clérigos no musulmanes, maestros y directores de escuelas.

Shekau se hizo mundialmente conocido en mayo de 2014, cuando difundió un vídeo en el que se hacía responsable del secuestro de 223 niñas nigerianas y aseguraba que iba a venderlas como esclavas. El secuestro de niñas y mujeres lo inició en 2013 al parecer como respuesta al hostigamiento que estaban padeciendo las mujeres de los miembros del grupo por parte del Ejército. Una parte lleva a cabo una barbaridad, y la contraria responde con similar moneda hasta deshumanizar el conflicto. Así se han ido produciendo gravísimas violaciones de los derechos humanos, si bien sólo se nos cuentan las de un lado. Boko Haram ha llegado a usar niñas a modo de bombas humanas en mercados.