Xabi Jiménez
Coordinador de Ezker Anitza-IU Bizkaia

Bizkaia: nora goaz?

Muestra de ello es que nuestro territorio siga siendo el territorio vasco con mayor desempleo, o que la temporalidad y la precariedad sea la nota dominante

En el ecuador de la legislatura de Unai Rementería como diputado general probablemente el balance no sea positivo. Estos primeros 2 años de gobierno del bipartito PNV-PSE han venido marcados por la falta de liderazgo político y la permanente negativa del gobierno Foral a buscar acuerdos de amplia mayoría que permitan al territorio avanzar.

No podemos decir por tanto, que Bizkaia esté avanzando, sino que más bien retrocede con la consolidación de un modelo de gestión político y económico de carácter neoliberal que genera más pobreza y desigualdad. Muestra de ello es que nuestro territorio siga siendo el territorio vasco con mayor desempleo, o que la temporalidad y la precariedad sea la nota dominante (de los 88.339 contratos firmados en mayo en Euskadi, 81.970 fueron temporales). Además se han multiplicado las personas receptoras de la RGI con empleo, siendo casi la mitad de las mismas, lo cual es sintomático de la precariedad de los mismos. Por otro lado, la propia Diputada Foral de Inclusión Social ha reconocido que más de un 22% de las personas que viven en Bizkaia se encuentran en riesgo de pobreza y exclusión social.

Mientras tanto, el territorio sigue siendo el que menor inversión en gasto social por habitante realiza, por detrás de Gipuzkoa y Araba, mientras los recortes en gasto publico se suceden; más de 43 millones de euros en los últimos años entre no ejecuciones y recortes presupuestarios.

La estrategia de la Diputación durante estos dos años ha sido tratar de «vender» Bizkaia en el exterior como un low cost fiscal. A la vista de los escuetos resultados de los intentos de las lanzaderas de empleo y las campañas de promoción del autoempleo puestos en marcha por la el gobierno foral, el Diputado General se ha lanzado a promocionar Bizkaia como una suerte de paraíso fiscal en el exterior para atraer al capital extranjero, mientras en casa defiende que las empresas deben pagar menos siendo el defensor de los intereses patronales frente al atisbo de propuesta de modificación del Impuesto de Sociedades planteado por el consejero Aspiazu. Pero en estos dos años, esa falta de liderazgo se ha visto en la postura adoptada en los grandes retos que tiene Bizkaia por delante. Los principales conflictos que se han sucedido, como el de las residencias de personas dependientes siguen hoy sin resolución. De hecho fue precisamente el propio Diputado General quien lejos de buscar soluciones directas, echó gasolina al fuego mediante un artículo en prensa, ampliando aun más la brecha entre las partes. Hoy seguimos con un conflicto enquistado y sin visos de solucionarse, en el que una vez más, son las mujeres quienes sufren la peor cada del heteropatriarcado.

Por otro lado, Bizkaia sigue sin un amplio acuerdo sobre el tratamiento de residuos, otro de los grandes frentes en los que es imprescindible garantizar un gran acuerdo que nazca de la participación social. No basta con reconocer –aunque al menos es un paso– que la Diputación lleva años mintiéndonos con la tasa real de reciclaje, sino que es necesario abordar el obsoleto Plan Integral de Residuos Urbanos que expiró en diciembre de 2016 y que el gobierno foral decidió unilateralmente prorrogar 2 años más. Un plan que consagra la incineración como la principal herramienta para gestionar los residuos y no aborda una estrategia real hacia el residuo cero. Actos son amores, y no buenas razones, por lo que una vez más, las fotos recogiendo plásticos frente al Palacio Foral en Bilbao, o las declaraciones diciendo que «los bizkainos se han relajado con el reciclaje» son otra forma de echar balones fuera y renunciar a liderar la recomposición de un nuevo modelo de gestión de residuos.

Finalmente, las promesas de participación social expedidas en julio de 2015 se han quedado en agua de borrajas. El tour del Diputado General por Bizkaia en el que se ha llamado por teléfono a 28.000 personas de las que sólo han acudido 650 ha terminado con Rementería justificando la escasa participación alegando que «la ciudadanía tiene que aprender a participar».

Ni que decir tiene que es natural que haya una baja participación, ya que un proceso participativo no consiste sólo en escuchar y hacerse la foto, sino en darle a las ciudadanas y ciudadanos herramientas para la adopción directa de las decisiones de forma vinculante. Se aprende a participar participando, pero también dando los espacios de decisión para poder hacerlo. No desde luego, negando la participación ciudadana a la hora de elaborar los planes que afectan a la ciudadanía, como el PIGRUB, las clausulas sociales o los presupuestos de 2017, dónde sólo participaron 20 personas. No se puede hablar de transparencia cuando el gobierno foral se resiste a que la oposición participe de decisiones importantes.

El balance por tanto para aquellas personas que nos consideramos partidarias de la justicia social, con casi 250.000 de bizkainas y bizkainos en riesgo de pobreza o exclusión social no puede ser positivo. Para aquellas que nos consideramos ecologistas, con Zabalgarbi humeante o el TAV perforando nuestros montes no puede ser bueno. El balance, para las feministas, con miles de mujeres sufriendo una discriminación cabalgante no puede ser afirmativo. Por eso, cuando aún quedan dos años para que acabe la legislatura nos volvemos a plantear la misma pregunta: Bizkaia, nora goaz?

Search