Lur Albizu Etxetxipia y Mikel Urdangarin Irastorza
Miembros de Ernai

Herria bizirik

Mientras que, gracias a las reformas laborales y económicas llevadas a cabo durante los últimos años, la gran mayoría de las jóvenes nos vemos obligadas a sumergirnos en un mercado laboral denigrante algunos listillos andan recogiendo los huevos de oro. Y todavía esperan que les demos las gracias.

Hay a quien parece que la polémica generada en torno al turistificación le hace mucha gracia, pues han decidido tomárselo como una broma. A nosotras no nos hace ninguna, pero imaginamos que la cuestión es, como con la mayoría de las problemáticas, desde qué punto de vista –y de vida, claro– se aborda.

Ya va siendo hora de que dejen de tratarnos como si fuéramos gilipollas y que dejen de infantilizar cada una de las protestas que llevamos adelante. Frente a quien cree que lo único que hacemos es buscar excusas «para estar al otro lado de la pancarta» respondemos que hay razones de sobra para movilizarse, protestar y actuar en consecuencia para revertir el modelo socio-económico capitalista neoliberal que viene implantando el PNV.

Y, de paso, ya va siendo hora también de que, por la cuenta que les trae, dejen de generar cortinas de humo, de manipular, difamar, tergiversar y mentir para evitar asumir la responsabilidad que les corresponde. Y es que, de la misma mano de los poltroneros y sus secuaces, con premeditación, alevosía y ensañamiento se ha orquestado una campaña para vaciar de contenido nuestra denuncia.

Ahora pues, ya que se nos a impedido transmitir nuestro mensaje con nitidez, he aquí lo que tenemos que decir. Lo que venimos diciendo es que la turistificación, ligada a un modelo socioeconomico muy concreto –el capitalista neoliberal– repercute muy negativamente en las condiciones de vida de la juventud trabajadora. Un modelo económico que se sustenta en la acumulación del capital a toda costa (es decir, en expandir mercados a toda costa, en mercantilizar hasta la última gota de aire), y su concentración en manos de pocos nada de bueno puede tener para acercar a Euskal Herria hacia un modelo de sociedad más justa e igualitaria.

Mientras que, gracias a las reformas laborales y económicas llevadas a cabo durante los últimos años, la gran mayoría de las jóvenes nos vemos obligadas a sumergirnos en un mercado laboral denigrante algunos listillos andan recogiendo los huevos de oro. Y todavía esperan que les demos las gracias. Nos mean y quieren hacernos creer que está lloviendo.

Y, aunque en la raíz del problema esté el modelo de pueblo y sociedad que cada una pretende construir, la cuestión turística representa este problema con una gran claridad. Existe el grave peligro, como ya lo hemos visto en diversos barrios de nuestras ciudades, de que los procesos de gentrificación se eleven a una categoría de país, primando vender una «buena imagen» (de postal) al exterior antes que responder a las demandas y necesidades del pueblo trabajador. Parece ser que hay quien le a cogido vicio a vender (a) nuestro pueblo. Pero, como decíamos, posiblemente se trate del punto de vista, de la problemática que padecemos cada una para centrar la atención donde nos interesa.

Sin quitarle importancia, no quisiéramos centrar la discusión en un tema de civismo, de si los turistas respetan la convivencia vecinal. En ningún momento nos hemos metido a demonizar ni a responsabilizar al turista; sino a quién desarrolla estas políticas económicas. Y es que este «desarrollo económico» además de tener sus consecuencias inmediatas en el periodo vacacional, genera una serie de procesos especulativos durante todo el año; entre ellos el relacionado a la vivienda.

Y es por eso que los oligarcas han levantado la voz, una vez más proyectando su interés particular de clase como si fuera el interés general. Abanderados en defensa del supuesto turista atacado y amedrentado por los radicales. Pero, cuándo y dónde a ocurrido eso? La principal violencia que se está padeciendo este verano es la capitalista y patriarcal, ambas estructurales y que tienen unas consecuencias muy directas en nuestras vidas.

En contra de lo que se nos ha querido achacar, nosotros no pretendemos representarnos a nadie más que a nosotras mismas. Ni hablamos en nombre de toda la juventud, ni de todo el país. Ahora bien, que cada cual saque sus cuentas y nos diga quién se llena los bolsillos. La juventud precaria no.

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