Paco Jiménez
PCE-EPK, IUN-NEB

Navarra, Grecia y las generales

Hablaremos en primer lugar del «cambio» en Navarra. Es un éxito democrático haber echado al bipartidismo de UPN y PSN que han gobernado desde la transición en Navarra y en la mayoría de los ayuntamientos. El haber conseguido un programa entre cuatro fuerzas políticas de diferentes ideologías y sensibilidades, que además se comprometen a apoyar al gobierno, es un éxito con el que no contaba el bipartidismo. Programa que tiene aspectos positivos tanto en mejoras democráticas como sociales.

El acuerdo entre fuerzas de izquierda y Geroa Bai, no ha sido fácil, dejando fuera del programa avances en derechos de los trabajadores, o la creación de un parque de empresas públicas que permitiera controlar e impulsar otro modelo de economía, social, más ecológico y con creación de empleo estable y de nuevas tecnologías. Asimismo la apuesta por la educación pública ha tenido un límite por el apoyo a la escuela concertada (ikastolas privadas). Asimismo ha sido imposible concitar el rechazo hacia el TTIP (Acuerdo comercial entre EEUU y Europa peligroso por sus implicaciones sociales y económicas). Pero el acuerdo debe ser apoyado y exigido por las cuatro fuerzas. El Parlamento, será el lugar del debate de los acuerdos y desacuerdos, dado que Geroa Bai (9 parlamentarios) no ha querido que el Gobierno fuera de coalición, que es lo lógico en estos casos.

El otro acontecimiento que hemos vivido en estos días ha sido la visualización de algo que desde la izquierda ya conocíamos: la Unión Europea es a través del euro la dictadura de los poderes financieros y del poder político de Alemania, con el consentimiento de la derecha y la socialdemocracia de toda Europa. El hecho de que en Grecia hubiera un gobierno de izquierda real, y que éste convocara un referéndum ha sobrepasado los límites autoritarios del sistema. Han querido demostrar al resto de países, sobre todo a los del sur, y a toda la ciudadanía que no se puede oponer resistencia a su objetivo de hacerse dueños de todos los países y acabar con los derechos de los trabajadores. Es el fin del sueño de la Europa de los ciudadanos y ciudadanas y de las libertades y de la soberanía de los países. Solamente cabe la sumisión. En Grecia se han hecho dos memorándum cuyos préstamos servían para pasar la deuda en poder de los bancos alemanes y franceses a instituciones públicas como es la UE y el FMI. El estado griego no ha recibido más del 15% de esos préstamos. Sin embargo ha tenido que reducir el 25% del PIB y hundir en la miseria a prácticamente todos sus habitantes. Con la complicidad del PP y PSOE griegos (Nueva Democracia y Pasók).

Pero el paquete que se ha obligado a aceptar a Grecia no implica solucionar el problema , puesto que como dicen todos los analistas, la deuda aumentará y la situación seguirá empeorando. Tampoco supondrá la salvación del euro, puesto que es posible que dicha situación límite pueda darse en otros países como el Estado español, con una importante y creciente deuda pública cercana ya al 100% del PIB, y una preocupante deuda externa que alcanza cifras aún mayores. Ante esta situación la izquierda europea y por supuesto la del Estado español, debe dar todos los debates, incluida una posible salida del euro, estudiando muy bien sus consecuencias para los países que lo determinasen.

La nacionalización de la banca debe darse en cualquier caso para impedir la asfixia de los mercados financieros. Lo que no podemos admitir es una mayor explotación de los trabajadores y un mayor expolio de nuestras riquezas.
Después de las elecciones generales nos encontraremos con nuevos austericidios ya anunciados por el PP, porque nos van a exigir pagar esa enorme deuda.

Después de Grecia viene España. Por todo ello el cambio en Navarra y en los ayuntamientos no resistirá si no echamos al bipartidismo del Gobierno de España y abrimos un Proceso Constituyente Republicano, enfrentándonos a la UE, auditando la deuda, y negándonos a pagar la que se deba a la especulación bancaria u otras cuestiones ajenas a lo público.

Y para ganar las elecciones generales, menos proporcionales que las autonómicas, hace falta la unidad de todas las fuerzas dispuestas a enfrentarse a la troika. Las anteriores elecciones municipales y autonómicas han demostrado que donde se ha dado esa unidad, como ha sido los casos de los ayuntamientos de Madrid, Barcelona, Zaragoza y las Mareas Gallegas, se ha ganado. Donde no se ha dado esa confluencia, siempre se ha quedado por detrás del PP y del PSOE. Esa unidad popular debe tener en primer lugar un carácter organizativo y movilizador. En octubre las Marchas por la Dignidad han convocado manifestaciones que deben ser multitudinarias. En lo electoral debe decidirse las fórmulas de elección de candidatos y candidatas y el programa, quedando los partidos en segundo lugar y como apoyo a dichas candidaturas. Lo que nos jugamos es de tal magnitud que tenemos que ceder todos y todas para lograr lo principal que es una sociedad justa, solidaria y en igualdad ya.

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