Arantza Zulueta Amutxastegi
Militante de la izquierda abertzale e interlocutora del EPPK, desde la prisión de Estremera

No voy a dejar que me arrebaten la palabra

No voy a permitir que los enemigos de la paz, los enemigos del euskara y la cultura, los enemigos de la libertad... me utilicen para romper, dividir, cuestionar o atacar ni el proyecto ni el proceso abierto por la izquierda abertzale

Escribo desde prisión, en situación de aislamiento, con todas las limitaciones que ello conlleva para poder percibir y valorar con precisión las repercusiones y consecuencias de la operación contra las personas que, de manera pública y anunciada, conformamos el grupo de interlocución del EPPK. Una operación con clara intencionalidad política, que ha vuelto a situar los parámetros en los que se mueve el Estado a la hora de abordar –en este caso dar la espalda– el proceso de resolución abierto en Euskal Herria y que ha sido su respuesta a los nuevos pasos dados, esta vez por parte del EPPK.


Sí he tenido conocimiento, con sana envidia, con alegría, de la dimensión de la movilización del 11 de enero en Bilbao, de las decenas de miles de personas que respaldaron con su presencia la iniciativa propuesta por los convocantes ante la prohibición de la movilización “Tantaz Tanta”. Una respuesta en la que se mezclaron sentimientos, sensaciones, prioridades,... pero que sobre todo fue una muestra de responsabilidad política y social apabullante. Quisieron poner límites al mar de gotas por los derechos de los presos y presas, y provocaron el océano. Intentan hacer naufragar el barco en el que surcamos y sorteamos las tempestades que una y otra vez nos lanzan para romper esa mar que reclama derechos, compromisos y soluciones, pero se van a encontrar con una tripulación y un pasaje que no va a rendirse y va a llevar el barco a buen puerto.


En la historia de nuestro pueblo no es la primera vez que de la adversidad se hace virtud, que, como en el judo, el ataque, con la llave de la habilidad y la paciencia, se le vuelve en contra al agresor.  Creo que la confluencia entre la indignación por la operación policial, la incomprensible e injusta prohibición de la iniciativa en favor de los derechos de los presos y presas políticos vascos y la ilusión por la excepcional respuesta planteada bajo el lema “Giza eskubideak, konponbidea, bakea” ha sido el resorte para perfilar una importante referencia de trabajo a futuro. Y es preciso abonar ese camino.


Pese a los intentos de hacerlo fracasar, cada vez es más evidente la mayoría social y política que respalda y defiende el nuevo escenario abierto en Euskal Herria, con las puertas abiertas a impulsar un profundo proceso de resolución y de norma- lización política. La sociedad vasca quiere y reclama consolidar un nuevo escenario auténticamente democrático en el que el respeto a todos los derechos, todos los proyectos y, fundamentalmente, la toma en consideración de la voluntad de la sociedad vasca a la hora de decidir y construir su futuro, sean las pautas de conducta política.


En ese escenario, con una sociedad protagonista, armada de argumentos, de ilusión, de esperanza, con agentes políticos, sindicales y sociales que cada vez son más conscientes de que el escenario lo tenemos que construir desde Euskal Herria, sobre acuerdos consistentes, amplios,... en ese escenario, decía, el Estado se está quedando cada vez más solo, sin argumentos, sin razones.


Pero el Estado, más débil que nunca, también se ve herido, y las bestias heridas son peligrosas, porque se revuelven y atacan. Y eso es lo que están haciendo. Pero no es una agresión descontrolada, sin objetivos. ¡No! Desde el principio han buscado crear cisma, sembrar cizaña, buscar división, para poder justificar su inmovilismo. La impotencia de la bestia herida la ha pagado ahora la interlocución del EPPK, como antes lo pagaron Herrira y tantas iniciativas políticas, sociales, juveniles, incrementando la lista de personas procesadas que hacen cola en los tribunales de excepción en Madrid.


En esa estrategia, la intoxicación, el insulto, la descalificación y la mentira han sido un recurso reiterado que hemos padecido algunas personas, siempre con el objetivo de sembrar la discordia y situarnos como líderes de sectores disidentes. Necesitaban esa disidencia, y a falta de una real, se la han tenido que inventar. Y a pesar del daño humano que puedan ocasionar en nuestras familias y entornos con toda la basura mediática que han expandido sobre mí y otras personas en estos días, sí les digo que no ofende el que quiere, sino el que puede. ¡Y no pueden ni van a poder!


Hablo a título personal, y me dirijo sobre todo a mi gente, a mi entorno, a la militancia de la izquierda abertzale, a quienes han compartido y comparten conmigo proyectos, debates, ideas, momentos, ilusiones, planes,... sueños. Y también, por qué no, a la sociedad vasca que ha sido bombardeada con la dosis de miseria mediática reiterada redada tras redada.


No hablo para responder a ninguna de las falacias que se hayan podido decir o publicar sobre mí. Ni siquiera para limpiar mi nombre o mi conciencia, ni para intentar justificarme ante nada ni nadie. No hay mejor desprecio que no hacer aprecio. Los miserables «plumillas» que se han dedicado a sembrar calumnias e insultos a partir del informe de rigor que desde las cloacas se cocina en estas operaciones no merecen perder mucho tiempo. Son siempre los mismos, personal mediocre y  cobarde que, amparado en el poder de sus medios, vomita desprecio sobre gente incomunicada, sin derechos, sin defensa. Es la dosis de veneno necesaria para intentar legitimar ante la opinión pública actuaciones como la que nos ha traído a prisión.


Hablo porque es mi derecho, y no voy a dejar que me arrebaten la palabra o el pensamiento. No voy a permitir que los enemigos de la paz, los enemigos de nuestro pueblo, los enemigos del euskara y la cultura, los enemigos de la libertad... me utilicen para romper, dividir, cuestionar o atacar ni el proyecto ni el proceso abierto por la izquierda abertzale.


Dividir la izquierda abertzale es el gran sueño del Estado; siempre lo ha sido, y ahora más que nunca. Lo busca en un contexto de creciente desconfianza, ruptura y alejamiento entre los partidos políticos y la sociedad, con una derecha enfrentada, empeñada pero incapaz de consensuar un camino que garantice la unidad de España, que considera insuficiente cualquier cosa que se haga contra Euskal Herria. Reventar desde dentro el proyecto de la izquierda abertzale es la única opción que les queda para intentar frenar y debilitar una oferta política que conecta con los objetivos y necesidades de la sociedad. Está en nuestras manos evitarlo, convirtiendo nuestra unidad en energía para llevar este proceso a buen fin. Los presos y presas así lo han hecho, y estoy orgullosa por haber contribuido a ello, y ahora, como presa política que soy, seguiré trabajando en la misma línea.


¿Que puede haber diferentes opiniones a la hora de debatir cómo seguir adelante en el camino emprendido? Claro, en eso se basa el debate político, en el contraste e intercambio de argumentos, propuestas y opiniones; es consustancial a nuestra condición de militantes políticos. El debate y la pluralidad de opiniones nos ha traído hasta aquí, y enriqueciendo con debate y propuesta el proyecto de la izquierda abertzale conseguiremos fortalecerlo y llevarlo adelante.


Un proceso complejo, largo en su recorrido, intenso en su significado y en sus consecuencias, e ilusionante porque viene cargado de futuro, de esperanza y de libertad. Un proceso en el que con debate, con responsabilidad, con disciplina, con ilusión hemos construido la nave que compartimos y compartiremos para emprender la ruta que hemos marcado entre quienes día a día construimos el proyecto de la izquierda abertzale. Eso es lo que no pueden soportar y eso es lo que quiere dinamitar el Estado.


La organización, la militancia, el compromiso, la disciplina, la confianza, la complicidad, la ilusión... y, por qué no, la alegría, son valores intrínsecos a quienes hemos militado y militamos en las diferentes organizaciones de esa casa común que es la izquierda abertzale.


Un proyecto renovado, construido entre todos y todas, porque así lo requería la apuesta, y porque en este camino no sobra nadie. Aportando cada cual desde su ámbito, desde sus posibilidades, desde sus capacidades o limitaciones, alimentando y aportando, multiplicando y fortaleciendo las iniciativas políticas y sociales, recorriendo paso a paso, objetivo a objetivo, el camino hacia nuestra libertad.


No quiero acabar sin mandar un fuerte abrazo a quienes durante nuestra detención aguantaron largas horas frente a nuestros despachos y casas, envián- donos ánimo y solidaridad. Y a todas las personas, que de una u otra forma, han denunciado esta operación y han estado junto a nosotros y nuestras familias.


Gora Euskal Herria! Gora ezker abertzalea!

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