Aitziber Ibaibarriaga y Miren Ingunza, vecinas de Alde Zaharra

Por un Casco Viejo para todos y todas

Los datos lo confirman: el Casco Viejo es una zona visitada por todas las personas que se acercan a Bilbao. Pero no es sólo una zona turística; es una zona llena de vida. Por eso quienes gobiernan deben garantizar el mantenimiento de una zona que sea amable con quienes aquí desarrollan su vida y con quienes la visitan.

Hace poco conocimos el dato de que todos y todas las turistas que visitan Bilbao pasan por el Casco Viejo. Las Siete Calles superan como foco de atracción a otras ofertas como el Guggenheim. Esa es una buena noticia, pero el análisis sobre el futuro cercano de esta zona no debe quedar ahí.

El análisis a realizar debe ser mucho más profundo. Hay que tener en cuenta que el Casco Viejo es una zona con mucha vida. Una actividad que la fomentan quienes la visitan pero, sobre todo, quienes aquí viven. Ahora el Ayuntamiento ha puesto en marcha un nuevo plan. El problema es que este plan llega para intentar solucionar los problemas que ese mismo equipo de gobierno ha provocado durante los últimos años.

Lo que necesitamos es un Casco Viejo amable para poder vivir. Unas calles en las que se apueste por la peatonalización. Hay que dar preferencia a los y las viandantes y reducir el tráfico en las calles Arenal, Ribera o Viuda de Epalza. Un debilitamiento del tráfico que permitiría “acercar” el Mercado de Abastos o la Ría e integrar el Teatro Arriaga y el Arenal en el Casco Viejo. Lo que necesitamos es un Casco Viejo en el que la ocupación del espacio público se realice basándose en unas reglas claras.

Solicitamos la modificación del Plan de Ordenación del Espacio Público, siendo las terrazas uno de los elementos clave aplicando criterios de estética con cierta uniformidad en el mobiliario urbano, toldos, anuncios... y regulando a los músicos y demás artistas callejeros. Lo que necesitamos es un Casco Viejo en el que se fomente una conciencia de barrio.

Un objetivo que sólo se puede conseguir mediante espacios para los y las niñas tales como las guarderías o espacios de juego; espacios para jóvenes con centros de enseñanza secundaria y para el ocio de personas mayores así como instalaciones deportivas. Una conciencia de barrio que se puede fomentar aprovechando espacios como la Burrería o el que quedará en la nueva estación de San Nicolás. Espacios en los que llevar a cabo actividades participativas y no tan solo contemplativas como ocurre ahora en el Teatro Arriaga o la Biblioteca de Bidebarrieta.

Precisamente quienes vivimos en el Casco Viejo tememos por el futuro cercano de esta zona. Vemos cómo el comercio desaparece ante la llegada de más locales destinados a la hostelería o franquicias. Algunos de esos pocos comercios que resisten, además, se ven obligados a buscar alternativas para sobrevivir, por ejemplo, alquilando sus escaparates para poner cajeros automáticos.

Trabajemos por un Casco Viejo amable. Un Casco Viejo en el que los y las visitantes se sientan cómodas, pero también una zona en la que los y las bilbainas puedan vivir. Porque si obviamos esa última necesidad el Casco Viejo se convertirá en un museo a pie de calle. Unas calles llenas de visitantes pero sin vida y víctima de la gentrificación. Trabajemos, por lo tanto, en un Casco Viejo para todos y para todas. Para quienes nos visitan y para quienes vivimos aquí.

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