Una dirigente del PSOE criticaba con argumentos irreprochables los casos de corrupción en los que se halla empantanado el PP. Da por sentado que van a ser motivo para que sus electores le abandonen en favor de otros partidos, los cuales han luchado tradicionalmente, como es el suyo. Por lo visto no se ha enterado de que su partido está y ha estado trufado de casos y que sus electores también se lo estarán ‘pensando’. La prensa tiene domesticada a la opinión pública con el cuento de que el origen de la corrupción está en el bipartidismo. Pero las causas son más profundas, pues los grandes casos tienen su origen en que los poderes fácticos no saben cómo salir del laberinto en el que está el sistema, que pone en peligro todos los privilegios repartidos a lo largo de la Transición. Los jueces no saben cómo desmontar el ciempiés judicial creado entre los bancos, las eléctricas, la monarquía, la Iglesia, los partidos, los militares y altos funcionarios que han hecho del gobierno su huerto privado. Sin olvida el entramado tejido con la ayuda impagable de los medios de difusión, que son los más manipuladores de Europa, según declaró recientemente un magnate de EEUU. Temen los jueces porque el problema radica en los ‘ilustres’ investigados por corrupción que conocen muchos secretos como para poner en peligro el entramado y se precipite la implantación de una república democrática que ya está en el corazón de la inmensa mayoría de la población. Todo el montaje ahora se descubre que está sobre bases muy inestables, es un marrón en manos de los jueces que están que no respiran por el miedo que tienen, unos porque temen que se descubran sus sentencias forzadas por el poder y tengan que responder ante la justicia. Otros, porque puedan perder sus status privilegiados y tengan que pasar el escarnio de ver cómo en los tribunales internacionales se revocan reiteradamente sus sentencias dictadas a la vera de ‘la voz de su amo’ que les ha mantenido en el pesebre. Incluso el “stablishment” se plantea promocionar nuevos partidos como alternativa al bipartidismo, como Ciutadans, o la posibilidad de limar las uñas a Podemos para que sea un partido más de los ‘nuestros’.