Juan Antonio Aguilera Mochón I Granada

El arzobispo y el papa, ante los abusos de Granada

En el espeluznante caso de los curas pederastas de Granada, no se entiende que el arzobispo, que conocía los hechos, no se encuentre entre los investigados en el proceso judicial como presunto encubridor. Pero tampoco se entiende que el papa Francisco esté quedando como Dios porque, oh, telefoneó a la víctima –que le escribió antes del verano–, e instó una "investigación interna". ¿Acaso tomó medidas efectivas, desde la Iglesia que él preside, para poner a los curas delincuentes (pederastas y encubridores) en manos de la justicia? ¿Cuántos abusos podría haber evitado en estos meses? Ahora que la víctima ha levantado la liebre hace ir a Roma al arzobispo de Granada, y tal vez lo castigue. A burro muerto, la cebada al rabo.

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