Javier Orcajada Del Castillo

El obispo de BIlbao y las mujeres obispo

Mario Iceta, obispo de Bilbao, responde a un periodista que le pregunta su opinión sobre la consagración de mujeres como obispos, que es un asunto no abierto en la iglesia católica, a diferencia de la anglicana que acaba de consagrar la primera mujer obispo. No está abierta ni siquiera la consagración de mujeres como sacerdotes, como para pensar en que sean obispos. Dice que hay razones teológicas para rechazarlo y que no se pueden explicar en un minuto.

Quizá tenga su fundamento teológico en la Epístola de San Pablo a los Efesios, cuando dice: “ …Las mujeres que se sometan a sus maridos, porque el marido es la cabeza de la mujer…”. O en el libro de Constanza Miriano titulado 'Cásate y sé sumis'”, editado por el Arzobispado de Granada?. Una salida profundamente razonada como para convencer a los que necesitan que la iglesia católica responda a la demanda de la sociedad del presente y suelte los prejuicios que le están llevando a perder la credibilidad incluso entre sus propios fieles. Una muestra más de la cerrazón de la Iglesia Católica a los nuevos paradigmas del mundo, de manera que se le está quedando sin fundamentos sólidos. Porque sí es cierto que Juan Pablo II se negó taxativamente a plantearlo siquiera como hipótesis. Pero no responde a la verdad que sea ése el pensamiento de Francisco, quien ha confesado que la función tradicional de la mujer en la iglesia han sido domésticas y que deberían ser revisadas profundamente, puesto que se trata de una tradición nada más, sin ningún fundamento teológico, por tanto, es muy probable que cuando consiga liberarse de esta curia actual, conservadora y retrógrada, tendremos mujeres sacerdotes y sucederá que la iglesia gozará de mayores cotas de humanidad y de comprensión y se relacionará con la sociedad moderna con naturalidad.

Los expertos más reconocidos niegan cualquier fundamento teológico a la negativa para consagrar y ordenarlas sacerdotes. Se trata simplemente de un argumento con un tinte machista, muy enraizado en las estructuras de Roma y en los episcopados que son elegidos a dedo. Ahora se niegan a admitir que sólo se trata de no querer cambiar para que no se le acuse de que los principios de la iglesia no son inmutables. Como si admitir el cambio supusiera un error y no la capacidad de razonar y perseguir la verdad. Así es que le ha costado reconocer quinientos años su error por condenar a Galileo por afirmar que el sol giraba alrededor de la tierra. Y veremos con el tiempo, que tendrá que admitir que la moderna biología de las células madre supone un avance en el progreso humano que va a permitirle vivir más y con mayor calidad.

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