Isidoro Galán Carretero

En el XX aniversario de la muerte de un solidario genial: Mariano González Mangada

Estas líneas las solía escribir nuestro entrañable Periko Solabarría. Se nos fue «lleno de mundo» según un verso de César Vallejo.

Este año cumpliré yo esta dulce tarea, la de recordar a Mariano, el librero irrepetible que conversaba con los gatos y los perros callejeros. Vivió siempre de espaldas al «vendaval consumista». Él se cosía a máquina sus anoraks y remendaba sus viejos vaqueros: lo tenéis en una portada de “Egin” con el lema «Jo ta ke irabazi arte» bordado en las musleras.

Se retrataba a sí mismo: «como bastantes odia todas las escaleras, las condecoraciones, la muerte, la injusticia y las palabras vanas…» Le repugnaba la propiedad privada capitalista y no soportaba ser propietario. Él nos invitaba a sumergirnos en el pueblo: «Buscarlo calle abajo preguntando por el hombre común y corriente que siempre quiso ser (y ojalá lo consiga)».

La solidaridad con los luchadores y luchadoras vascas penetraba todos sus días. En la lucha de tres años del pueblo de El Llano, pueblo de la Sierra Minera de Cartagena-La Unión, contra la multinacional Peñarroya, los del pueblo construyeron una barraca de vigilancia con un mástil altísimo, y en todo lo alto ondeaba la ikurriña: «La ikurriña es una lanza alzada contra el tirano. La lucha del pueblo Llano con Euskadi siempre avanza».

Quiero recordarle en las marchas anti-OTAN contra la base yanqui en Cartagena, soplando con rabia su caracola, mientras flanqueábamos la cárcel: ¡los vascos le oían! Y a los presos vascos dedicaba su “Diario de la Aguja”, en sus vacaciones de ermitaño, encima de un monte, junto al mar, en una casa militar abandonada: «La dedicatoria a los presos vascos es obligatoria mientras no salgan de la cárcel…»

Y desde hace 20 años cantamos la internacional y arrojamos ramos de tomillo en el Portús al mar que Mariano amaba.

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