Javier Orcajada del Castillo

Guardia Civil y Ertzaintza «amplian plantilla»

En una entrevista, un representante de un sindicato de la Guardia Civil manifestó la necesidad de completar la plantilla en la CAPV, dado que las jubilaciones no se reponen ni los traslados a otros destinos más solicitados. El periodista le mostró su extrañeza, pues la violencia armada había cesado y que muchas de sus funciones deberían de ser traspasadas a la Ertzantza, pues así lo exige el Estatuto de Gernika. O sea que «hay que completar las plantillas», aunque las circunstancias hayan cambiado radicalmente y ETA se haya desarmado. Habría que recordar las manifestaciones del anterior Ministro de Interior, amenazante ante los micrófonos que «la Guardia Civil nunca saldrá del País Vasco». Por su parte, Estefanía Beltrán de Heredia insiste en reponer la plantilla de sus huestes, quizá para mantener los principios. Lamentablemente, ninguno menciona el deterioro de la enseñanza, de la sanidad o de la dependencia a causa de la drástica política de reducción de personal que no se repone por razones presupuestarias. Sería una feliz noticia que se suspendieran las ampliaciones de Guardia Civil, Ertzantza o Nacionales y se sustituyeran por maestros, médicos, bomberos y se retribuyera con dignidad al personal que cuida a los mayores. Es bien sabido que Euskal Herria posee el ratio mayor de Europa de policías por kilometro cuadrado, dudoso honor, a pesar de que en estos momentos la paz es una gozosa evidencia. Los policías con su abrumadora e incómoda presencia con sus controles y patrullas volantes provocan en la población la psicosis de país militarizado y a ello contribuyen no sólo los efectivos dependientes del gobierno central, sino también la Ertzantza que quiere aumentar sus efectivos cuando se empieza a disfrutar de la ansiada paz. Sería un sueño completar las plantillas de personal civil reducidas por la crisis y adecuar las de personal armado, dado el nuevo contexto de paz y ello sin incremento de las partidas presupuestarias. La paz es fruto de de la justicia, no se puede imponer por las armas, pues una población que percibe la justicia es una sociedad feliz. Las armas provocan la espiral de la violencia y el dolor, tal como ha experimentado el pueblo vasco a lo largo de su historia.

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