Javier Orcajada del Castillo

La transición española necesita una vuelta

La modélica Transición Española no ha sido única; en Alemania, Francia, Italia muchos de los jefes que sirvieron a regímenes fascistas y colaboracionistas lograron cargos relevantes cuando fueron derrotados; sus herederos son ahora los dirigentes de los nuevos estados convertidos en democráticos. Es el caso de Alemania: Adenauer, Weizsäker entre otros han sido ejemplo de camaleonismo. Sus fanáticos vástagos encuadrados en la Deutsche Jugend encontraron su acomodo en la nueva Bundesrepublik. Policías de otros países acogieron a miembros de la Gestapo, Kripa o las SA para aprender sus eficaces «técnicas investigadoras». Muchos de los altos mandos de la actual Bundeswehr lo fueron también en la Wehrmacht, Kriegmarine, Luftwaffe o en el Heer. La mayoría de los principales generales o políticos nazis lograron escapar a países a los que habían desviado lo que acumularon saqueando el botín de guerra del III Reich. Sólo los muy torpes a los que cogieron con las manos en la masa tuvieron que pasar por Nuremberg, siendo unos pocos los condenados a muerte; otros «valientes» se suicidaron. Los aliados miraron para otra parte y permitieron crear colonias nazis en diferentes países de Sudamérica y una buena colección tuvo como destino la España de Franco, siendo acogidos como héroes, alcanzaron alto rango en los negocios y en la vida social protegidos por el Estado. Todos tienen en la memoria nombres de ilustres nazis que han compartido negocios y se han integrado en la aristocracia vasca. La alemana es parecida a nuestra transición, pero con el toque cañí, pues aquí está convirtiéndose en una chapuza que terminará con todos los beneficiarios en la cárcel: es el inconveniente de ir sobrados y estar seguros de que todo estaba atado. Aquí no se guardan las formas: el Valle de los Caídos es una provocación. Los perdedores de la guerra aun están enterrados en las cunetas, calles en muchas ciudades bajo la advocación de José Antonio Primo de Rivera, del General Moscardó, de Calvo Sotelo o la División Azul. Alguien debería darle una vuelta a la estética de la Transición para que los jueces se vean en la desagradable obligación de llamarles a declarar. Rajoy, Aznar, Hernando, Felipe…, al menos, guardar las formas.

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