Amaia San Emeterio I Bilbao

Los bidegorris y el respeto a lo diferente

El pasado 4 de abril envié una carta al director de Deia en respuesta a la carta al director de ese periódico del pasado 12 de marzo. No la publicaron, ni tuvieron la consideración de responder a mi email, ni al que les envié días después preguntándoles si la habían recibido.
La carta al director de ese periódico del 12 de marzo se titulaba ‘¿Para qué sirven los bidegorris?’. 

Al leerla yo me hice otra pregunta: ¿qué es el respeto? Y me respondí: es aprender a convivir con lo diferente, no estigmatizarlo y eliminarlo.

Digo esto porque dicha carta me pareció una inmensa falta de respeto a los ciclistas. Respecto a los bidegorris, parece evidente que están hechos para las bicis, pero la realidad es que son incompletos y por tanto poco prácticos y, lo que es más importante, que no estamos acostumbrados a convivir con los ciclistas. Prueba de ello es que muchos bidegorris de Bilbao (Dr. Areilza, Euskalduna…) no son respetados por los peatones, patinadores, corredores, carritos de bebés, etc. Y creo que la mayoría de las veces no es por fastidiar, sino porque es algo nuevo y no nos han educado para ello. Algo parecido a lo que pasa con el tranvía.
Decir que la mayoría de los ciclistas o incluso hablar de porcentajes del 80% «basados en la experiencia» solo sirve para colocar cartelitos estereotipados que poco hablan de una realidad objetiva.

Es cierto que hay ciclistas que se saltan los semáforos o que circulan por las aceras a gran velocidad, al igual que hay peatones que caminan por los bidegorris y no se apartan aunque les toques el timbre y que incluso te increpan si lo haces o conductores que adelantan bicis que circulan por la carretera sin respetar la distancia de seguridad, poniendo en peligro la vida del más débil. De hecho muchos ciclistas mueren por este motivo y por eso se ponen carteles revindicando esa distancia de 1,5m que no hacen más que recordar la norma que aparece en el código de circulación.

Pero decir que todos (o la mayoría) son iguales, es generalizar y perder la perspectiva.
Todo esto que sucede tiene que ver con el individualismo reinante, que imposibilita ver al otro como una persona con necesidades que debemos cuidar entre todos, no como alguien que viene a fastidiar.

Y el problema no se arregla con la represión como se apuntaba en dicha carta, sino con respeto y educación.

Tendremos que crear entre todos una ciudad donde puedan convivir las diferentes maneras de circular, fomentando las más ecológicas, y para ello tendremos que empezar por respetarnos unos a otros, incluir las bicis en la educación vial y pedir las infraestructuras necesarias, ya que los bidegorris de Bilbao (y lo digo en plural porque está hecho a trozos e inacabado) dejan bastante que desear.

Por ejemplo, en el tramo al que alude la carta, del Ayuntamiento al Euskalduna, hay una parte en el campo Volantín a la altura del puente Arrupe, donde el bidegorri se corta de repente, obligando al ciclista a circular por la acera o a bajarse de la bici.
Por último aprovecho para revindicar los 30km/h en ciudad y que los ciclistas podamos circular por los carriles bus.

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