Pedro Mari Usandizaga Añorga

¿Monarquía o república?

Llevamos un mes con la publicación de varias conversaciones de Juan Carlos I grabadas hace más de veinticinco años, siendo conocido las numerosas relaciones sentimentales... La protección que durante el mandato de Juan Carlos I se urdió alrededor de su figura le protegió en su momento y consiguió dar una sensación de estabilidad a la Corona. Lo realmente grave fue amañada la inclusión de la monarquía en el orden constitucional español, tras el fin de la dictadura franquista sin celebrarse un referéndum específico si no que al mismo tiempo que se preguntó a los españoles en 1978 sobre la ratificación de la Constitución, se dio por supuesta la monarquía, sorprende el comportamiento que la Familia Real española ha tenido en los últimos treinta años. La práctica totalidad de sus miembros jamás ha tenido oficio conocido, dedicándose buena parte de ellos a la intermediación económica o inmobiliaria producto de las relaciones personales que han desarrollado gracias a su cercanía a la Corona española; personas que estudian en universidades extranjeras, salvo alguna excepción. A ello hay que sumar los escándalos de orden económico tapando actividades y negocios de la Familia Real que finalmente se han conocido gracias a los Papeles de Panamá y los Papeles de la Castellana. Al mismo tiempo se fue creando una bola de nieve cuya consecuencia principal fueron los negocios de Iñaki Urdangarin y la soberbia reacción de Cristina de Borbón. La derecha española defiende a la monarquía con fruición, tratando de convencer a los españoles de sus bondades. Qué lástima que no utilice la misma vehemencia en convencer a los miembros de la Familia Real en pagar sus impuestos. deberían haber tenido en su actividad pública y privada un comportamiento ético ejemplar. En vez de ello observamos en Elena y Cristina de Borbón un comportamiento de prima donna mientras caminan sonrientes ante las preguntas de la prensa por alguno de los varios escándalos en que están inmersas ellas mismas o sus familiares, como si estuviesen «en un nivel superior al de los mortales», es decir, el resto de los españoles que «tienen que darles las gracias por existir».

Salud y República.

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