Catalunya, sin amarras, complejos ni miedos

El proceso soberanista catalán ha alcanzado ya el punto de no-retorno. Llega la hora de elegir entre seguir chocando con el muro español –o bien repitiendo pasos ya dados que concluirían inevitablemente en una caída por el precipicio– o alzar el vuelo hacia la libertad, un escenario con incertidumbres obvias, pero seguramente mucho menos que las que conlleva permanecer amarrados al Estado español.


Contra todos los pronósticos –el de Madrid, sin duda, pero también el de muchos independentistas catalanes y vascos–, ha sido un tecnócrata de derechas como Artur Mas quien ha lanzado una propuesta concreta y seria para llegar a la conformación de un Estado catalán si la mayoría de la ciudadanía del Principat así lo desea y determina en las urnas. Un plan con condiciones, compromisos y fechas tasadas, sin fisuras aparentes, blindado ante partidismos, escrupulosamente democrática y ante todo viable. No tiene mucho sentido debatir si lo ha hecho por salvar a su partido en crisis (que quedaría curiosamente «hibernado» en favor de una lista conjunta civil durante un periodo transitorio de año y medio para reaparecer después), o si lo hace forzado por la creciente ola social soberanista (no son raros los casos de líderes políticos completamente ajenos a las demandas sociales), o si es quien lo propone es el president de los recortes (algo que nadie duda, pero ¿no es precisamente la independencia el único horizonte para que Catalunya haga solo la política económica que ella elija?). Lo esencial es que la hoja de ruta de Mas es la que pide la mayoría catalana, la que le da la voz y la decisión, la que obedece a su pueblo y desobedece la imposición estatal. Un plan ganador, con los matices y riquezas que aporte el resto del soberanismo.

Que lo haya hecho un político conservador demuestra hasta qué punto lo insoportable en Catalunya era seguir como hasta ahora. Llegados a este punto, el único vértigo posible debe estar en Madrid, no en Barcelona. Y volar, sin ataduras, sin complejos y sin miedos.

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