Financiación del PP, un hedor que se extiende

Los llamados papeles de Bárcenas no pasarán a la historia de la literatura, si bien por su volumen, todavía desconocido en su totalidad, bien merecerían siquiera una mención. En cualquier caso, pasarán a la historia de la corrupción y la hipocresía. En este país de sangrantes paradojas no habrá sorprendido mucho que ayer, justo una semana después del archivo definitivo del sumario contra “Egunkaria” relativo a la parte económica, quien fuera ministro del Interior del Gobierno que impulsó el cierre de aquel diario y el proceso contra sus responsables, Ángel Acebes, fuera imputado en relación a la compra de acciones de “Libertad Digital” dentro de la causa en la que se investiga la supuesta «caja B» del PP.

Tampoco habrá extrañado que en el mismo auto en el que el juez imputa a Acebes, al extesorero del PP Álvaro Lapuerta y al empresario Antonio Vilela, se dé cuenta de una investigación según la cual existe otra contabilidad B, además de la hasta ahora conocida e investigada, del exgerente y extesorero del PP Luis Bárcenas, la cual recoge entregas y transferencias que durante seis años fueron destinadas al pago de la hipoteca de la sede de ese partido en Bizkaia y su posterior reforma. La justicia seguirá su camino, lo sabe la ciudadanía, pero entre la hipocresía y la propaganda continúan extendiéndose el hastío y el hedor de la podredumbre. Más de uno habrá hecho el cálculo del número de perceptores de la RGI –esa prestación que tanto molesta al PP en su preocupación porque nadie engañe a los ciudadanos– que se necesitarían para alcanzar la suma de dinero ilícito que ese partido, según la investigación policial, dedicó a pagar su sede de Bizkaia o a otro destino desconocido.

No sorprende, pero indigna, especialmente en este país de sangrantes paradojas, en el que numerosas sedes de una formación política han sido expoliadas en nombre de una ley sacralizada y embadurnada en una una teoría, cuyo principal patrocinador fue el PP, según la cual eran fuente de financiación delictiva.

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