Hacen falta debates de país, no riñas de pueblo

Nunca hay que descartar la casualidad en política, porque a veces la explicación más peregrina no por ser simple deja de ser cierta, y porque lo contrario abona teorías conspirativas que no suelen ayudar a explicar la realidad, menos aún a cambiarla. Pero vista la repetición de casos en los que el Gobierno de Lakua reformula iniciativas parlamentarias que previamente ha desdeñado al ser propuestas por la oposición, cabe describir una manera de actuar que refleja una pobreza política preocupante.

Ha ocurrido con al menos dos propuestas de EH Bildu, una sobre la diáspora y otra sobre la memoria histórica. En la primera la coalición proponía definir el Día del Euskara también como el Día de la Diáspora, y a los tres días el Ejecutivo puso en marcha una encuesta entre las euskaletxeak para elegir fecha. Podría ser una casualidad, cierto. Pero es que, en el caso de la memoria, apenas un mes después de que EH Bildu registrase una proposición de Ley de Memoria Histórica ayer PNV y PSE hicieron lo propio con una proposición no de ley que también contempla esa posibilidad. Hay que recordar que anteriormente el PNV había unido sus votos al PP contra de la toma en consideración de la Ley de Reparación Jurídica de las Víctimas del Franquismo presentada por Elkarrekin Podemos.

El pluralismo debe ser considerado un valor y la política es el mejor mecanismo para gestionar esas discrepancias. Ahora bien, hay suficientes discrepancias como para aparentarlas donde no las hay. Todo indica que los consensos en muchas áreas pueden ser mayores de lo que algunos simulan. El partido que se queda fuera de muchos de esos consensos es el PP, da lo mismo que sea el franquismo, el copago, la asistencia a inmigrantes indocumentados, el euskara o la dispersión. Sin embargo, este Gobierno y el lehendakari parecen obsesionados con establecer otros bloques. A veces por celos o protagonismo, otras por intereses y falta de miras, el resultado es siempre pobre y triste.

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