Pablo González
Kiev

Cuatro meses de guerra civil abren nuevos escenarios en Ucrania

El autor analiza el complejo panorama en Ucrania tras cuatro meses de guerra civil. El próximo domingo habrá elecciones parlamentarias. La OSCE enviará a 600 observadores para supervisar unas elecciones en las que no participarán los rebeldes prorrusos.

El 16 de setiembre, la Rada, el Parlamento ucraniano, ratificó el acuerdo de asociación con la Unión Europea. Los 355 diputados presentes votaron a favor del acuerdo. El presidente ucraniano, el millonario Petro Poroshenko, proclamó, que «Ucrania es Europa», un eslogan muy utilizado en las protestas que duraron varios meses por todo el país, especialmente en la capital, Kiev.

A pesar de ello, y del entusiasmo de las autoridades ucranianas, la UE, tras varias reuniones trilaterales con representantes rusos y ucranianos, anunció que el acuerdo, aunque lo ratifiquen todas las partes, no entrará en vigor hasta por lo menos el 1 de enero de 2016. Un jarro de agua fría para las aspiraciones europeas del Gobierno ucraniano.

Tampoco ha avanzado demasiado Ucrania hacia su posible entrada en la OTAN. Las fuerzas armadas ucranianas ya han demostrado, durante la guerra civil de facto que vive el este del país, su lejanía de los estándares que se le presuponen a unas Fuerzas Armadas del bloque atlántico.

Sin embargo, no es ese el principal motivo por el que, por ahora, se le cierran las puertas a Ucrania hacia la alianza, sino la existencia de un problema territorial no resuelto.

Los propios estatutos de la OTAN excluyen la unión al bloque de ninguna nación con semejante problema, lo cual es una manera de mantener a la alianza fuera de conflictos ya existentes.

Estas dificultades en el camino de la integración euro-atlántica, no han impedido a Poroshenko seguir prometiendo a sus conciudadanos una integración relativamente rápida. Ya ha anunciado que dentro de seis años, en 2020, Ucrania va a estar preparada para su ingreso en la UE. Para ello, ha presentado un ambicioso programa denominado «Estrategia 2020».

Entre las más de 60 reformas propuestas destaca el aumento del Producto Interior Bruto por habitante de los 3.090 euros actuales (según datos de Standard & Poor's) hasta los 12.700, siendo la media de la UE en 2013 de 28.700. También planea disminuir la inflación del 19% actual, hasta el 1,7% para 2020, o bajar el déficit de los presupuestos del estado del 10% al 3%.

Para solucionar la situación en el este del país, Poroshenko propone un régimen especial para el territorio rebelde de Donbass durante tres años. Tras este periodo, Donbass tiene que ir integrándose paulatinamente en una Ucrania unida. Y por si este plan fallara, Ucrania tiene pensado aumentar sus gastos militares del 1 al 5% del PIB, así como la cantidad de tropas, de los 2,8 militares por cada mil habitantes hasta los 7 para 2020.

Queda claro que los planes de reforma son más que ambiciosos y requieren de unas importantes inversiones. Poroshenko calcula que el dinero necesario para estas reformas será de unos 30.000-40.000 millones de euros. Un Estado como el ucraniano, incapaz de pagar una deuda por el gas de 2.400 millones de euros, está convencido de que podrá obtener el dinero necesario para sus reformas de inversiones extranjeras: europeas y norteamericanas sobre todo. Estos planes parecen no tener en cuenta la coyuntura económica mundial; tampoco la europea y la ucraniana en particular. Las transacciones económicas de Ucrania siguen ligadas a Rusia hasta en un 70% y el 60% de la energía que consume procede de Moscú. Dependencia que el plan «Estrategia 2020» quiere bajar a no más del 30%.

No hay que ser economista para ver que los planes son tan ambiciosos como irrealizables, por lo menos antes de 2020. Por ello, hay que situar este plan como un elemento de campaña electoral para las elecciones parlamentarias de este domingo, pensado ante todo para consumo interno.

La realidad que parcialmente tapa el ambicioso plan de Poroshenko es que Ucrania ha fracasado hasta la fecha en su ofensiva militar. Las unidades militares que han participado en los combates están en su mayoría descontentas con la gestión que ha hecho el Ejecutivo de Poroshenko durante el conflicto.

Entre los descontentos están especialmente las unidades voluntarias, muchas de las cuales son de una ideología de extrema derecha. A pesar de que hasta la fecha el apoyo de la población a estas ideas ha sido mínimo, poco a poco y gracias al renombre que han cogido en los combates en el este del país, líderes de varios batallones voluntarios tienen oportunidades reales de entrar en la Rada.

Estos líderes, comandantes de batallones sospechosos de crímenes contra la población civil, según reconocen observadores sobre el terreno de la OSCE, no ocultan ni las ganas de continuar con la guerra en el este ni las de influir y participar en la política ucraniana.

Por su parte, los rebeldes del este del país, que denominan Novorossiya a su autoproclamado estado, ya han anunciado que no tienen intención alguna de seguir formando parte de una Ucrania unida.

Tras estar cerca de la derrota militar a mediados de verano, los insurgentes se han recuperado y se sienten fuertes para seguir con su lucha. Sin embargo, la dirección política no: fuertemente dependiente de Moscú por los suministros de armamento y alimentos, no parece ser el mayor problema para la unidad de Ucrania como la conocemos hasta la fecha.

Es el ciudadano de a pie quien representa la mayor ruptura entre la Ucrania de antes de la crisis y la actual. Los ciudadanos ucranianos que utilizan el ruso como idioma principal ven cada vez con peores ojos la idea de nación defendida por Kiev.

En Donbass esto ya se ha materializado en un conflicto armado que ha costado miles de vidas, pero hay otros territorios susceptibles de que ocurran actos anti Kiev.

Járkov, donde recientemente un grupo de ultra nacionalistas ha derribado en contra de la voluntad mayoritaria de la ciudad la estatua de Lenin, y sobre todo Odessa, ciudad en la que más de cuarenta activistas locales murieron este verano quemados por nacionalistas ucranianos, son ejemplos claros de que una Ucrania unida es cada vez una cosa del pasado.